El hotel Las Casitas del Arco Iris y la Fundación Niños del Arco Iris fueron creados por la filántropa holandesa Helena Van Engelen's. (Foto: Instagram / @lascasitasdelarcoiris)
El hotel Las Casitas del Arco Iris y la Fundación Niños del Arco Iris fueron creados por la filántropa holandesa Helena Van Engelen's. (Foto: Instagram / @lascasitasdelarcoiris)
Marjhori Oyola

En medio de árboles de eucalipto, ríos y la mágica energía del se encuentra el hotel Casitas del Arco Iris. Sin exagerar, este lugar se asemeja a un escenario sacado de cuento, un lugar que bien podría vivir en la imaginación de un niño. ¿Lo mejor? Aquel que lo visite no solo disfrutará de la naturaleza y del relajante panorama de los Andes peruanos, sino que también estará sumando a una educación de calidad y servicios de salud para cientos de niños vulnerables en la zona.

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“Esta escuela es muy bonita. Te enseñan bien, hay buenos profesores. Nos hacen estudiar cosas importantes. Hay una biblioteca donde podemos encontrar muchos libros para poder aprender a leer y a escribir. Nos han enseñado el amor que es muy importante, porque nos ayuda a curar la rabia y conocer el respeto”, cuenta Max Condori, un niño de siete años que cursa el segundo grado de primaria gracias a la Fundación Niños del Arco Iris y tiene el corazón enorme.

Tanto la fundación como el hotel fueron creados por la holandesa Helena Van Engelen’s, conocida como mamita Helena, quien viajó a Cusco luego de ver un documental en su país sobre las condiciones vulnerables en las que se encontraban los niños del lugar. Tras realizar un año de voluntariado, tomó la decisión de quedarse y sumar al cambio.

En el 2013, el hotel Las Casitas del Arco Iris abrió sus puertas por primera vez y, desde ese entonces, brinda una experiencia mágica a sus huéspedes.

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“Mamita Helena empezó el proyecto con sus propios recursos y poco a poco fue integrando a sus amigos, familiares que fueron ayudando a construir todo el espacio de la fundación y el hotel. Comenzó ella como un albergue, donde ella vivía ahí con 18 niños de los cuales tenia la tenencia legal. Con el tiempo fue cambiando el programa y ahora tenemos una escuela donde damos educación a 250 niños”, comenta Susy Caballero, la Gerente General de la Fundación Niños del Arco Iris.

¿Qué brinda a los huéspedes el hotel Las Casitas del Arco Iris?

El lugar cuenta con ocho bungalows de ensueño, cada uno dedicado a un color del arcoíris. Cada uno tiene su propia terraza, amplio baño con tina y chimenea. También cuentan con una cúpula llamada “Born to Shine”, que es un espacio donde los visitantes pueden meditar, hacer yoga y terapia con sonido porque la acústica es muy buena. También, hay un mini spa donde se pueden hacer masajes o terapias alternativas.

El lugar también es ideal para familias con niños, pues tienen las instalaciones del colegio cerca y a disposición, con juegos para niños, una cancha deportiva, biblioteca, la cúpula, un laberinto de piedra donde se puede hacer meditación y fogatas. Asimismo, se puede recorrer el Urubamba en bicicleta y conectar con la naturaleza.

SOBRE LA FUNDACIÓN

Conversamos con Susy Caballero, la Gerente General de la Fundación Niños del Arco Iris.

¿A qué niños apoya la Fundación?

En el colegio apoyamos a niños de entre 3 y 13 años que abarcan los grados de inicial y primaria. Trabajamos en aprendizaje basados en Montesorri y Reggio Emilia, ese es nuestro gran diferencial en el Valle. Además, salen con habilidades sociales distintas, al llegar son muy tímidos, pero luego poco a poco se vuelven más sociables. A parte de nuestra metodología, les enseñamos el empoderamiento y el amor hacia ellos mismos.

Hemos tenido niños huérfanos, casos de niños que viven con las abuelas. Todos los niños coinciden en que viven en una condición de vulnerabilidad, y, hace poco, durante la pandemia, hemos tenido muchos casos de violencia e incluso violencia sexual que nosotros hemos estado abordando con ayuda. Esto se da por la misma condición en la que viven, muchas veces en un círculo de pobreza. Lo que queremos es que los niños rompan ese círculo y sean agentes de cambio positivo para sus familias y su comunidad.

¿A parte de la educación, también velan por su salud y nutrición?

Con respecto a la salud contamos con un Centro Odontológico donde una dentista brinda atención a los niños. Otro programa que se llama Familia saludable en el que visitamos las casas de los niños para sumar a las condiciones en las que viven. Este año, vamos a tener promotores de salud que son papitos y mamitas líderes de comunidad, donde se les capacitará acerca de cómo cambiar sus condiciones de vida en el hogar, porque a veces no cuentan con las condiciones básicas para desarrollarse bien.

Asimismo, se les da charlas nutricionales donde evaluamos a los niños para ver si tienen desnutrición, anemia o riesgo de obesidad y según eso les damos alimentación. Tenemos un tópico que está a disposición de los niños. En pandemia hemos dado canastas de alimentos a familias y este año que vamos a volver a la escuela, esperamos volver abrir nuestro comedor porque solíamos darle a los niños un almuerzo diario según su diagnostico.

También, trabajamos en la desparasitación, porque el agua no es potable y eso deteriora la salud de todos. Por ejemplo, cada año identificamos que un 60% de niños tienen parásitos y les damos un tratamiento para eso; igual para los que tienen anemia, les damos sus suplementos vitamínicos para que mejoren.

Además, no solo ayudan a los niños, sino también a sus familias...

El año pasado la pandemia golpeó a diferentes familias. Empezamos a trabajar temas de emprendimiento asesorando unos micro empresarios con la Universidad del Pacifico, en alianza con ellos salió el proyecto de “Mamitas tejedoras” donde estamos trabajando hasta el momento con 10 mamás. La idea es seguir creciendo, ellas hacen productos tejidos dónde un aliado nuestro las esta capacitando. Nosotros nos conectamos con algunas empresas aliadas para que puedan mostrar sus productos, por ejemplo, el año pasado vendimos productos de navidad para Ipsos.

Además de hospedarse en Las Casitas del Arco Iris, ¿de qué otras formas se puede ayudar?

Hay varias formas. Además del hospedaje, pueden entrar a nuestras redes o web y volverse donantes recurrentes que se afilian y mensualmente se les debita 20 soles o 40 soles; o apoyando en las campañas que realizamos. Por ejemplo, para la campaña escolar con 20 soles pueden apoyar con un kit básico de útiles escolares para un niño, con 50 soles un kit completo de útiles escolares y con 100 soles ayudas a un niño por dos semanas de clases.

Asimismo, también hay quienes podrían sumarse como voluntarios...

Depende mucho del perfil de la persona y de lo que se necesite en ese momento. Tiene que ser algo significativo para ambas partes. Por ejemplo, siempre se necesitan profesionales en psicología o comunicadores. En educación, han venido voluntarios a ayudar como auxiliares o asistentes de docentes. Hay distintas formas, voluntariado virtual y presencial. Nos pueden contactar por nuestras redes para más información.

¿Qué les dirías a las personas para que apoyen esta noble causa?

Que después de dos años de pandemia, nuestros niños necesitan más que nunca todo el apoyo que podamos darles para retomar su educación. En ese sentido, la fundación no solo cuida que estén bien educados, sino bien nutridos y cuidados en su salud. Creo que apoyarnos es una forma de brindar ese cuidado integral que los niños necesitan más que nunca.

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