Hace 67 años, en la ciudad de Washington, falleció el renombrado arqueólogo Hiram Bingham, quien quedó inmortalizado en los libros de historia como la persona responsable de revelar al mundo la existencia de Machu Picchu.
Su renombre a escala global se afianzó en Perú al ser reconocido como el descubridor de la majestuosa ciudadela de Machu Picchu, ubicada en el impresionante Valle Sagrado del Cusco. No obstante, su hallazgo no estuvo exento de controversia, ya que se sabía que el agricultor peruano Agustín Lizárraga había dejado constancia de la existencia de Machu Picchu algunos años antes.
La vida de Hiram Bingham
Hiram Bingham nació en Honolulu (Hawái) el 19 de noviembre de 1875. Era descendiente directo de los primeros misioneros protestantes que arribaron al archipiélago volcánico del Pacífico. A lo largo de su vida, Bingham se desempeñó en una variedad de ocupaciones diversas. En 1892, sus padres decidieron enviarlo a la Phillips Academy en Andover, Massachusetts; y posteriormente ingresó en la Universidad de Yale, donde inició su formación académica.
No obstante, debido a las circunstancias económicas de su familia en aquel entonces, Bingham tuvo que combinar sus estudios con trabajos como ayudante de cocina, vendedor ambulante de dulces y libros a domicilio. Además, ofrecía clases particulares a sus compañeros de clase alta, lo cual le permitió finalmente obtener su graduación en Yale en 1898.
La llegada al Perú
En el año 1905, Hiram Bingham obtuvo su doctorado en Harvard, en la prestigiosa Universidad de California, donde desempeñó el cargo de profesor de Historia. Posteriormente, en 1908, Bingham participó del Primer Congreso Científico Panamericano, celebrado en Santiago de Chile. Una vez finalizado el congreso, emprendió un viaje a Lima y desde allí se dirigió hacia Cusco y sus alrededores.
Hiram Bingham conoce a Machu Picchu
Posteriormente, en 1911, el historiador se embarcó en un viaje hacia Cusco, respaldado por la National Geographic Society y la Universidad de Yale. Durante esa época, Bingham recorrió las tierras andinas montado en una mula, siguiendo el margen izquierdo del río Vilcanota. Fue el 24 de julio de 1911 cuando, en aquel recorrido, tuvo un avistamiento de una parte de la imponente ciudadela inca, un día que se consideraría como el descubrimiento de Machu Picchu.
Con la colaboración del talentoso fotógrafo cusqueño Martin Chambi, Hiram Bingham logró capturar imágenes de algunas áreas de la “Ciudad perdida de los Incas”. Realizó varios viajes a la ciudadela para que Martin Chambi pudiera fotografiar meticulosamente, y posteriormente las imágenes se plasmaron e ilustraron en sus informes, que se presentaron a la revista de la National Geographic Society en su país de origen.
En su libro ‘La Ciudad Perdida de los Incas’, Hiram Bingham escribió “De repente me encontré parado frente a las paredes de una ruina y casas construidas con la mejor calidad del arte inca. Las paredes eran difíciles de ver ya que los árboles y el musgo habían cubierto las piedras por siglos. Pero en la sombra del bambú y trepando los arbustos estaban las paredes visibles hechas de bloques de granito blanco cortados con la más alta precisión. Encontré brillantes templos, casas reales, una gran plaza y miles de casas. Parecía estar en un sueño”.
En los años posteriores, el explorador estadounidense lideró múltiples expediciones a la región, abarcando el período comprendido entre 1912 y 1915. Durante este tiempo, Bingham se sumergió en un estudio más profundo de ese fascinante enclave arqueológico, así como de otras áreas poco exploradas en la región del Cusco.
A lo largo de su vida, el explorador Bingham generó muchas controversias por el descubrimiento de Machu Picchu. Adicionalmente, también enfrentó severas críticas debido a su controvertida apropiación de 46.332 artefactos arqueológicos, los cuales fueron sacados ilegalmente y trasladados a la Universidad de Yale. Lamentablemente, se devolvieron solo 300 de estas piezas, mientras que el resto aún se encuentra resguardado en destacados museos europeos, como el Museo Británico y el Museo del Louvre, así como en colecciones privadas.
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