Hace 10 años, Paloma Casanave no se imaginaba que estaba por iniciar el negocio que hoy la ha convertido en el referente de los cupcakes en Lima: Miss Cupcakes. Pero retrocedamos el tiempo al 2001, cuando estaba en quinto de media y era momento de elegir una carrera.
“Antes de salir del colegio era una chica promedio que pensaba que tendría un trabajo normal y que se casaría con alguien para formar una familia. Tenía que seguir el guion y el check list. No me veía como gerenta ni como emprendedora. No sentía que fuera buena en nada. Algunas chicas tenían clarísimo qué estudiarían, pero yo no estaba segura. Me gustaba la repostería y se lo dije a mi mamá, pero en esa época estudiar eso se sentía lejano”, cuenta. Después de pasar por un examen vocacional decidió estudiar Derecho y llegó hasta sexto ciclo.
En el camino, se dio cuenta de que no le gustaba. Le fue mal. Tomó otro examen vocacional y cambió a Psicología, lo disfrutaba, pero tampoco le iba bien.
¿Por qué crees que te iba mal?
Estaba en otro mundo y jalé varios cursos. Pero mientras estudiaba Psicología entré a trabajar al área psicopedagógica de un nido y me encantó estar en un ambiente en el que me sentía útil. Siempre fui creativa y ahí pude demostrarlo. Tomaban mis ideas en cuenta, me sentía valorada y me divertía. Pero me faltaban herramientas para trabajar en el aula. Puedes ser buena psicóloga, pero al momento de trabajar con niños tienes que saber otras cosas. Decidí cambiar de carrera y estudiar Educación Inicial.
Fue tu tercer cambio de carrera ¿Qué decía tu familia?
Ahora me puedo reír de las conversaciones con mis papás. Pero en esa época vivía en un constante estrés de tener que decirles, una vez más: esto no funcionó. Eran conversaciones intensas. Sentía mucha pena por mis papás porque sufrían un montón y ahora recién me doy cuenta de lo mal que lo pasaron. Pero siempre estuvieron ahí.
¿Sentías que fracasabas?
Sí, claro. Pero cuando hice el último cambio fui más optimista. Sentía que era lo mío porque tenía cierta validación. Suena raro, pero si tuviera que volver a pasar por todo, haría las cosas igual.
¿Fue el inicio de por fin hacer algo que te gustaba?
Me encantaba ser profesora y me ayudó a desplegar mi lado creativo, pero mi sueldo no era muy alto y quería tener más ingresos. En ese momento empecé a proveer al nido de postres. Tenían un kiosco chiquito al que le llevaba galletas para que las vendan.
¿Y los cupackes?
Un verano me fui a la playa y llevé muffins. Uno de mis amigos me preguntó por qué no los vendía. Lo dudé, pero quería tener un sueldo decente y siempre me gustó la onda gringa de postres y en Lima casi no había cupcakes. Decidí venderlos, pero quería que se vean profesionales. Llamé a un amigo para que hiciera fotos, usé redes sociales y así empecé.
¿Cómo te sientes al encontrar tu vocación después de tantos intentos y caídas?
Lo que necesitaba era madurar, conocerme y entender mi manera de aprender. Necesitaba valorarme y sentirme capaz de hacer cosas. Con el tiempo esa sensación se ha hecho más fuerte. Ahora, no solo yo, toda mi empresa, puede dejar huella, generar cambios. Pero eso lo logré con el tiempo.
¿En qué momento te diste cuenta de que Miss Cupcakes era finalmente a lo que te querías dedicar?
Creo que fue cuando ya estaba muy metida, vi hacia atrás y me dije: “de esto puedo vivir”. Fue cuando tuve que decidir dejar por última vez la universidad y dedicarme 100% a esto.
A pesar de no haber terminado la universidad, ¿qué piensas de ella?
Estudiar es la base del éxito. Pero estudiar no solamente es hacerlo en la universidad, hay muchas maneras. Es súper necesario capacitarte. Estudiar te pone más arriba.
El proceso de crear una empresa siendo mujer, ¿fue más difícil?
Las mujeres siempre necesitamos un poco más de empuje para sobresalir en un mundo donde la mayoría son hombres. Ser una mujer exitosa en un rubro empresarial es difícil.
¿Qué es el éxito para ti?
El éxito no es tener dinero, ni el tipo de trabajo que hagas. Es hacer algo que disfrutes y en lo que seas buena. Que te permita vivir y que vaya acompañado de un logro personal.
¿Tienes algún referente de mujer exitosa?
En mí día a día he tomado la decisión de rodearme de mujeres exitosas en diferentes ámbitos y me gusta relacionarme con ellas. En el taller todas somos mujeres y eso es un ejemplo de que podemos lograr muchas cosas.
Luego de todas las decisiones que tomaste en tu vida, ¿te consideras una mujer poderosa?
Antes no. Si alguien me decía que iba a estar en esta posición no lo hubiera creído. Ya aprendí a valorar mi éxito y mi trabajo. A veces, la mayoría de mujeres deposita su éxito en factores como la suerte o las oportunidades que te dan terceros. Esos son componentes importantes pero se debe al esfuerzo. Antes me costaba decir eso. Hay un estudio que dice que para los hombres es más fácil reconocer su éxito y que las mujeres siempre lo depositan en factores externos.
¿Por qué crees que eso pasa?
Quizá no nos sentimos seguras de nuestras capacidades o nos da vergüenza que la gente sepa que somos mujeres que la tenemos clara.
Es parte de la lucha del feminismo, ¿qué piensas de eso?
Para mí el feminismo es la igualdad entre hombres y mujeres. Así de básico. Es tener las mismas oportunidades, los mismos derechos y deberes.
¿Siempre lo viste así?
No. He aprendido mucho en los últimos años porque me gusta investigar, leer sobre el tema. Si le preguntabas a la Paloma de hace seis años sobre feminismo te iba decir que es el antónimo de machismo. El feminismo es un concepto que tienes que estudiar y entender para tener las herramientas y poder debatir y explicarlo sin peleas. El solo hecho de que no te puedas vestir como quieras, que tengas que caminar con miedo por la calle, eso es machismo. A un hombre no le pasa eso.
¿Crees que en el Perú el machismo va a desaparecer, eres optismita?
Creo que sí, pero lo importante es que ahora se habla al respecto para generar un cambio. Antes, no se discutía. Hace cinco años no era importante la noticia de un feminicidio, no era un tema de conversación. Cuando hablamos, algo cambia. Aunque sea de a pocos.
¿Cómo aportas a esta lucha?
Voy a las marchas, pero también doy información en redes sociales. Lo que nos falta es empatía para entender todo esto. Creo que tener una plataforma es una responsabilidad para compartir información y eso trato de hacer con Miss Cupcakes. Por ejemplo, para la primera marcha de Ni una menos, en la tienda colocamos un poster enorme con la gráfica. No debemos esperar a que otro lo haga, así se logran los cambios. Hacer que alguien haga algo por ti es hasta un poco egoísta. Todo suma.
La lucha LGTBIQ por lograr que los demás no te digan a quién puedes amar, ¿también es algo por lo que debemos luchar?
En el Perú, y pasa igual que con el feminismo, recién estamos hablando de esto. El peruano siempre está muy pendiente de la vida de los demás: qué hace tal persona, con quién está, qué se puso, en lugar de preocuparse por su propia felicidad. Es todo un tema cuando alguien dice que es gay. Se habla mucho en lugar de enfocarnos en qué hacer para que esta persona pueda ser feliz o tenga las mismas oportunidades. Existe mucho miedo a lo diferente, hay tabúes, somos una sociedad muy conservadora. Ese miedo existe por la falta de información y opinión propia. Algunas personas no cultivan su forma de pensar, no leen, no salen de su círculo. Hay quienes piensan que este tema no es algo de lo que se necesite hablar. Y creo que mientras más contacto tengamos con círculos diferentes, nuestra empatía será mucho más alta. Si una pareja de hombre y mujer va de la mano, se ve normal, pero si dos mujeres lo hacen tienen que cuidar si hay alguien cerca o si las están viendo. Cuando te enamoras eso no influye en quién eres como persona. Lo importante es que el amor sea sano y que saque lo mejor de ti, sin importar el género.