Cine Astor: cuando se vivió una tragedia en una sala en Barrios Altos
Las salas de cine vuelven a funcionar desde este jueves 5 de agosto, pero no siempre fueron lugares seguros y entretenidos. También hubo tragedias en ellas como la que ocurrió en marzo de 1952, en el cine Astor, en Barrios Altos. Una estampida provocó 12 menores muertos y 39 heridos.
Era una función de matiné un domingo cualquiera. Una más en ese antiguo cine de Barrios Altos, en el Cercado de Lima. Aquel 30 de marzo de 1952, a dos días de volver al colegio, el viejo Astor recibió a 590 espectadores, la mayoría niños y adolescentes. De pronto, en medio de la película se desprendió un cartón del piso de cazuela en la parte lateral, y una voz imprudente sembró el pánico, la peor desgracia.
Los menores disfrutaban de una película de cowboys, de vaqueros, de esas de aventuras en el “Lejano Oeste”. Una de esas historias que emocionan a pequeños y grandes. A las 3.30 de la tarde empezó el filme “La ley de los bandidos” (1951), dirigida por Lesley Selander. Un western en su punto y que se presentaba en calidad de estreno.
La historia transcurría con toda normalidad, con el disfrute del público joven que, en momentos claves del filme, taconeaba por la emoción de la aventura, los disparos y las peleas. Eso mismo ocurría en cazuela, en la parte más alta del recinto, cuando debido a la presión de los zapateos una parte del piso de esa zona se desprendió. Era justamente “encima de la parte posterior derecha de las localidades de lateral”, informó El Comercio al día siguiente, el 31 de marzo de 1952.
Entonces, ese trozo de cartón de 80 por 60 centímetros colapsó desde cazuela, y de inmediato, de algún punto de la sala, se escuchó un grito estentóreo: “¡temblor!, ¡temblor!, ¡temblor!”, varias veces; una voz que retumbó en todo el recinto con la falsa alarma. Pero su efecto fue devastador. Una ola de gente incontrolable bajó de cazuela por una escalera en caracol. Todos quisieron salir al mismo tiempo. Así lo confirmaron los testigos esa tarde.
Ya en la calle, los adultos y menores que pudieron salir lloraban y se desesperaban por salvar a sus familiares que quedaron enrollados en las escaleras del cine. Fue un caso de pánico colectivo. La descripción del cronista de El Comercio no deja dudas: “Fácil es suponer la desesperación de quienes pretendían salir por una escalera bastante estrecha en la que hay una cerrada curva. Esto dificultó más la salida. Los niños caían al suelo y resultaban atropellados por quienes pasaban sobre ellos”.
En esos segundos fatales hubo gritos de dolor, angustia y piedad. Caídas, golpes, gente asfixiada. El resultado fue una tragedia que dejó 12 niños muertos y 39 heridos. Pese al esfuerzo policial, la persona que lanzó el irresponsable grito no pudo ser identificada por la Guarda Civil en las horas siguientes. Las investigaciones siguieron su curso.
EL CINE ASTOR EN BARRIOS ALTOS
Construido a principios de la década de 1930, el cine Astor, que empezó a funcionar desde abril de 1934, era uno de los locales favoritos de la gente de esa zona del Cercado de Lima. Para entonces, Barrios Altos contaba con varios cines que fueron apareciendo al compás del aumento de la población y la construcción de quintas y callejones, así como de diversos locales comerciales y entretenimiento.
Ubicado en la antigua calle de Aromo, que luego se llamó avenida De los Incas (actualmente es Sebastián Lorente), el cine Astor era uno de las salas más visitadas, junto con otras como América, Buenos Aires o Continental. Y esto porque, como dice el historiador Alejandro Reyes Flores en su ensayo “Los Barrios Altos: un espacio de lima. Siglos XIX-XX”, estos cines “fueron más populares no solo por su estructura, sino por las películas que proyectaban y el precio de sus entradas”.
La tragedia del Astor fue un hecho inolvidable para los vecinos de la entonces avenida De los Incas, quienes esa tarde trágica volaron de inmediato ante los gritos de auxilio. Hasta allí llegaron los padres y madres cuyos hijos habían llegado solos o con amigos, o sencillamente acompañados de sus hermanos mayores.
En pocos minutos, los agentes de la Guardia Civil acordonaron la zona, y luego aparecieron el Prefecto Honorio Ríos Elejalde; el Intendente Humberto Solari Sacco; y varios oficiales de la Policía. El ingreso para constatar la situación en el interior del local se hizo por la parte lateral de la puerta principal del cine.
ESCENARIO INTERNO ERA DANTESCO
Pocas palabras se pueden añadir a las que dejó impresa el cronista de este diario, quien siguió a las autoridades para cumplir su misión informativa: “Al llegar las autoridades a la parte central de la escalera, que conduce a la localidad de cazuela, se dieron con un espectáculo macabro, verdaderamente consternante, pues cubriendo gran parte de los peldaños, se veían entremezclados los cuerpos inanimados de numerosos niños”.
Más allá, constataron la presencia aún de heridos, muchos de ellos con fracturas que les impedían caminar. Sin mediar más tiempo los guardias civiles de la Tercera Comisaría los rescataron y trasladaron al “Puesto Central de la Avenida Grau”. Allí el personal médico y de enfermería les dieron la atención médica de emergencia.
Mientras tanto, en el fatal cine Astor, ocurría algo muy triste y dramático: la Guardia Civil imponiendo algún tipo de orden, permitió que los vecinos reconocieran a sus muertos. El Comercio lo describió así: los familiares “mostraron desgarradora escena al arrojarse sobre los cadáveres con incontrolable llanto, prorrumpiendo en gritos difíciles de narrar”. Hubo varios cuerpos que se quedaron sin identificar durante por horas debido a la ausencia de familiares que los reconocieran.
La esposa de Odría, María Delgado, a través de la Central de Asistencia Social, cubrió los gastos del sepelio de los doce niños. Los menores heridos fueron conducidos al Hospital del Niño. Hubo siete personas que permanecieron en estado de coma.
El empresario del cine Astor, Alberto Fernández Mazuelos, fue detenido e investigado por negligencia en el cuidado de la seguridad del local, pues esta sala si bien contaba con una salida de emergencia directa a la calle, no cumplía con el ancho adecuado al aforo de cazuela, que era de 350 personas. También era peligroso contar con una escalera en caracol. La última inspección del local se había realizado en 1950.
A raíz de la tragedia, el cine fue cerrado. Al final de las investigaciones policiales fueron detenidos, además del empresario, el administrar Jorge Zegarra Z., el operador Manuel Cahuana Báez, y hasta el conserje Rómulo Sánchez Colina. Un juez determinaría el grado de culpabilidad de cada uno de ellos. El hombre que gritó “¡temblor!” nunca fue identificado.
Tiempo después, el cine dejó de llamarse Astor, pero siguió funcionando como sala de proyección con el nombre de cine Huáscar. Con los años, esta vieja sala terminó abandonada.