De todas las frases deliciosas, eternas, que salieron alguna vez de la gloriosa boca de María Félix (Sonora, México, 1914) existe una en particular que la define a la perfección. “Nunca he querido a nadie como me quiero yo a mí misma, entonces nadie ha podido hacerme sufrir”, dijo alguna vez la diva del cine. Se mantuvo fiel a este precepto hasta el final de sus días: ella siempre, siempre, fue lo más importante.
Aquella filosofía se hizo evidente en su primera visita a nuestra capital, el 28 de junio de 1963. María Félix aterrizó en el aeropuerto de Limatambo, en San Isidro, y partió con dirección al centro no sin antes saludar a la prensa. “Tengo muy buenas referencias (de Lima) y sé que me va a gustar”, fue la primera declaración que brindó a los periodistas de El Comercio ni bien puso un pie en territorio peruano. “Llegó la Doña con sus ojos grandes y su voz profunda” tituló este Diario al día siguiente. Fue la frase precisa para una mujer que hacía que las palabras sobren.
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Cuenta la leyenda que llegó invitada por Eduardo Cavero, antiguo dueño del entonces Canal 2, cuyos estudios se ubicaban en la avenida Tacna; muy cerca de los hoteles Crillon y Bolívar, donde la estrella mexicana se hospedó. María Félix había venido para realizar una serie de presentaciones televisivas y ofrecer varios recitales en el Teatro Municipal. Fueron ocho los días que pasó en nuestra ciudad luciendo sus mejores galas (trajes a la medida de Christian Dior), visitando museos, compartiendo momentos con Chabuca Granda y asistiendo a reuniones privadas. Sus desplantes, no obstante, también acompañaron la agenda: Félix era famosa por su carácter indómito y su inclinación por hacer siempre lo que le viniera en gana. Lima no fue la excepción.
Quizá una de las escenas más memorables de aquella visita tiene que ver con una joven promesa de la televisión peruana. Tras una discusión con el actor Miguel Araniz, quien era el encargado de presentarla, la Doña pidió ser entrevistada por un “güerito” de nombre Luis Ángel Pinasco. En vivo, y delante de millones de personas, el popular “Rulito” confesó sentirse cohibido ante su presencia. Esa timidez, sin embargo, le duró poco: aquel encuentro disparó la carrera de quien se convertiría en una de las figuras más entrañables de la pantalla chica. Tal era la magia de María Félix.
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Eso sí: la diva no mostró la misma paciencia y simpatía por otros. Durante la conferencia de prensa que se organizó en canal 2 para presentarla, los periodistas que asistieron estaban tan nerviosos que ninguno se animaba a hacer la primera pregunta. Aburrida ante tanto silencio, fue la propia Félix quien, a su estilo, terminó por romper el hielo. “¿Qué? ¿Acaso no me van a preguntar nada?”.
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