Reencuentro con la historia: el día que los descendientes de Grau y Petit Thouars se reunieron en el puerto del Callao
Un 25 de agosto de 1965 se produjo un reencuentro con la historia. Bernardo Wagner de Reyna Grau, cadete del segundo año de la Escuela Naval del Perú, e Yves Du Petit Thouars, alférez del buque visitante, se reunieron para conversar sobre sus gloriosos antepasados: Miguel Grau y Abel du Petit Thouars.
Un 25 de agosto de 1965 se produjo un reencuentro con la historia. Dos marinos, descendientes de dos ilustres almirantes peruano y francés, se encargaron de recordar los momentos más trascendentales vividos por sus antepasados durante la Guerra con Chile.
Por todos es conocida la hazaña del caballero de los mares Miguel Grau cuando al mando del Huáscar se convirtió en el héroe máximo de la Marina de Guerra del Perú. La nave peruana resistió los embates de los buques chilenos hasta que una granada destrozó la torre de mando muriendo Grau al instante.
Aunque para muchos el apellido Petit Thouars solo les recuerda el nombre de una calle, en 1881 para los limeños representaba al hombre que salvó la capital de la insania chilena. Petit Thouars advirtió a los mandos chilenos de hundir sus buques de guerra si intentaban saquear y bombardear lo que quedaba en pie de Lima.
Los chilenos sabían que el almirante francés contaba con el respaldo de las naves de Inglaterra, Alemania, Italia y Estados Unidos que al igual que Francia estaban como observadores del conflicto bélico.
El histórico encuentro
En una informal reunión los sobrinos nietos de Miguel Grau y Abel Bergasse Du Petit Thouars se confundieron en un cordial abrazo a bordo del buque ‘Garonne’ que se encontraba en la Base Naval del Callao.
Bernardo Wagner de Reyna Grau, de 19 años, cadete del segundo año de la Escuela Naval del Perú e Yves Du Petit Thouars, de 23 años, alférez del buque visitante, sellaron con estas fotos la nota del recuerdo de sus ilustres antepasados que dejaron sus nombres grabados eternamente en la memoria de los peruanos.
Por un lado el caballero de los mares que luchó sin desmayo por defender la soberanía y por el otro, el gran almirante francés que encabezó el movimiento del cuerpo diplomático extranjero en Lima para evitar el incendio de la capital por los chilenos. Esta figura prócer y simbólica de la amistad peruano-francesa fue traída a colación, con el fraternal abrazo entre los dos jóvenes marinos.
El sobrino nieto del almirante recalcó que este fue la cabeza de una gran familia consagrada a la Marina y que él sigue la tradición. Cuenta con 23 años y es ingeniero civil, pero la pasión por el mar le ha ganado y decidió enrolarse en la marina francesa.
Después de los saludos protocolares se rompió el programa y el joven oficial procedió a visitar los monumentos a Grau y Petit Thouars en homenaje a la memoria de estos dos grandes hombres que tan estrechamente tienen sus recuerdos enlazados con la historia peruana.
Hasta la cuadra 4 de la avenida que lleva su apellido, en Santa Beatriz, se trasladó el joven marino para rendir homenaje a su ilustre antepasado al pie del monumento que la ciudad de Lima levantó en su honor un 7 de diciembre de 1924.