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La historia de la primera misa con música sacra a gogó en la Catedral de Lima en 1967
Un domingo diferente marcó la historia religiosa y cultural de Lima en octubre de 1967. La misa sacra a gogó atrajo multitudes a la Catedral de Lima con su audaz propuesta musical. Tradición y modernidad se encontraron en una ceremonia nunca antes vista.
La historia de la primera misa con música sacra a gogó en la Catedral de Lima en 1967
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A comienzos de la década de 1960, una brisa de cambio recorrió los pasillos del Vaticano. El Concilio Vaticano II, convocado por el papa Juan XXIII y cerrado por el papa Paulo VI, fue el intento más audaz de la Iglesia por reconciliarse con los nuevos tiempos. Y su efecto en países como el Perú fue notorio, hasta el punto de escucharse en misa ritmos modernos como la música a gogó.
Entre 1962 y 1965, se discutieron y aprobaron dieciséis textos —de la liturgia al diálogo con el mundo—, entre ellos el documento Sacrosanctum Concilium (1963), es decir la Constitución de la Sagrada Liturgia.
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Se abogó por la renovación de la misa, hacerla más atractiva e interesante para los fieles, empezando por hacerla ya no en latín sino en el idioma original del lugar donde se realice; por ello en Lima se hizo por primera vez misa en castellano en diciembre de 1964.
Pero también se buscó el recurso musical como innovación, reconociéndose, en primer lugar, el valor de la música sacra tradicional (especialmente el canto gregoriano); y, asimismo, se permitió otros estilos musicales siempre que fueran adaptados a la liturgia. Ese fue el caso de la “música sacra a gogó”.
El Comercio publicó en portada el 23 de octubre de 1967 la nota del histórico suceso musical en la Catedral de Lima. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
Esto se hacía en aras de una mejor comunicación con la creciente feligresía católica. Buscar empatía con esos fieles incluía, por supuesto, a los jóvenes, por eso el afán por atraerlos hacia las misas. Y así ocurrió, esa mañana del domingo 22 de octubre de 1967, en plena Basílica Catedral de Lima, frente a la Plaza de Armas.
MISA SACRA A GOGÓ: EL INICIO DE UN CAMBIO LITÚRGICA
La propuesta musical, aunque moderada, desafió ciertos convencionalismos y abrió paso a nuevas expresiones en los espacios sacros. Los reflectores y las cámaras de numerosos reporteros, junto a las miradas expectantes de los asistentes, sellaron un día que transformaría el paisaje cultural limeño.
La misa celebrada en la Catedral por el arzobispo Juan Landázuri Ricketts fue un acontecimiento sin precedentes. Nunca antes se había visto el altar mayor acompañado por música sacra a ritmo de gogó, característica de la movida juvenil de la década de 1960. Aquella mañana, los largos banquillos se llenaron de asistentes atraídos por la novedad y el deseo de presenciar la fusión entre lo sagrado y lo moderno.
La presencia de autoridades religiosas, civiles y numerosos jóvenes evidenciaba el interés suscitado. Sacerdotes y músicos ensayaban los acordes que armonizarían el desarrollo del rito, anunciando el cambio del espacio litúrgico tradicional en un lugar de adaptación sonora, aunque sin desmedro de la mística y la seriedad del acto religioso.
Esa mañana hubo una inusual concurrencia de jóvenes en la Iglesia Matriz de Lima. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
El bullicio previo al inicio de la ceremonia contrastaba con el silencio reverente habitual. Las expectativas de los presentes, sumadas al despliegue técnico de cámaras y micrófonos, apuntaban ante todo a un experimento que podría abrir nuevas rutas en la relación entre Iglesia y sociedad.
RITUALES TRADICIONALES Y SONIDOS MODERNOS
La misa comenzó con los ritos acostumbrados: el saludo litúrgico y las oraciones iniciales. Sin embargo, cada momento era acompañado por arreglos musicales en ritmo a gogó, en el que los órganos y percusiones se mezclaban con guitarras eléctricas. El sonido reverberaba en la bóveda eclesial, desafiando al pasado y convocando a un público diverso.
Los fieles, en su mayoría jóvenes, saludaban la novedad. Eso sí, las mujeres lucían mantillasblancas y los hombres traje formal, como era tradicional, mientras los flashes de los reporteros inmortalizaban la escena. La solemnidad compartía espacio con el entusiasmo de una generación ávida de cosas nuevas, más cercanas a las modas internacionales que a los cánones tradicionales.
La presencia de músicos profesionales junto a coros juveniles evidenciaba la apuesta por un repertorio renovador. Así, los cantos litúrgicos adquirían una cadencia distinta, manteniendo la esencia espiritual, pero adaptándose a las nuevas sensibilidades.
Un grupo numeroso de reporteros dieron testimonio gráfico del suceso a gogó en la Iglesia. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
EXPECTATIVAS Y CONTROVERSIAS
La celebración despertó opiniones divergentes. Algunos sectores elogiaban el impulso de acercar la Iglesia a los jóvenes, otros consideraban que se corría el riesgo de perder el sentido de lo sacro. Los comentarios recogidos por la prensa reflejaban el debate en torno a la modernización de las prácticas religiosas en Lima.
El evento no pasó desapercibido para los críticos culturales ni para los tradicionalistas. Un sector de la comunidad religiosa advertía que la incorporación de estilos modernos no debía superar el mensaje central de la liturgia. Por su parte, muchos asistentes celebraron el cambio como una señal de apertura y renovación.
La Catedral se convirtió ese día en escenario de diálogo entre generaciones. El debate sobre el sentido y los límites de la modernidad en los espacios religiosos se trasladó a las páginas de los diarios, donde columnistas y especialistas compartieron sus impresiones.
UN ESPACIO DE ENCUENTRO ENTRE TRADICIÓN Y MODERNIDAD
El éxito de la misa sacra a gogó llevó a considerar nuevas propuestas para atraer feligreses jóvenes a la Iglesia. El evento se anunció como el inicio de un mes de actividades orientadas a medir la respuesta del público. La experiencia en la Catedral se perfiló como ejemplo potencial para otras parroquias de Lima.
Pese a la modernidad que se respiraba en el ambiente de la Catedral, nunca se olvidó la formalidad del acto litúrgico. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
Los titulares del día siguiente destacaban la audacia del suceso. Comentarios de asistentes y expertos, recogidos por los principales diarios limeños, subrayaban el carácter histórico de la misa. La cobertura resaltaba tanto los aspectos innovadores como los desafíos de conciliar tradición con modernidad.
La misa sacra a gogó perduró en el recuerdo de quienes participaron y en la memoria de una ciudad que supo reinventar sus discursos religiosos.
El ejemplo de Lima motivó a otras diócesis a reflexionar sobre las formas de celebración. La música y el entusiasmo juvenil se integraron en posteriores iniciativas. Las autoridades eclesiásticas mantuvieron un diálogo abierto sobre los límites y las virtudes de la innovación en los espacios litúrgicos.
(Este video de Youtube reproduce la canción “Aleluya” (1968) del grupo de rock peruano Los Shain’s, que así se unió a la moda de interpretar música de tema sacro, aunque no vinculada con la misa).
La jornada del 22 de octubre de 1967 fue importante para la Iglesia peruana, puesto que mostró finalmente que lo tradicional y lo moderno podían converger, abrir espacios de transformación y dar testimonio de una fe que evoluciona con la sociedad.
La misa a gogó fue parte de una época de cambio, donde la adaptación fue signo de creatividad y renovación para una comunidad dispuesta a explorar nuevos horizontes, y aunque no se llegó a extremos, significó un ventarrón de espíritu juvenil en la Iglesia, que nunca más se fue de ella.