Cinco Continentes de espiritualidad
Estaba sentado en la sala VIP del aeropuerto internacional de San Salvador (donde conseguí entrar a pesar de tener solamente un pasaje en clase económica) esperando la salida de mi vuelo rumbo a Europa, cuando me comenzaron a hablar las dos señoras Guatemaltecas que se encontraban sentadas a mi lado. Las dos señoras (elegantísimas y desbordantes de clase y buenos modales), eran un dúo suegra/nuera que se llevaban lo suficientemente bien como para hacer un viaje juntas por Europa. Conversamos un poco de todo: De la situación de nuestros respectivos países, del viaje que acababa de hacer por el suyo, y del viaje que ellas estaban iniciando. Me comentaron que en ese viaje visitarían los principales sitios “Marianos” de Europa porque querían experimentar momentos de espiritualidad. Les hice una recomendación:
- Si les gusta los lugares espirituales, les recomiendo que algún día vayan a Etiopía. Allí podrán observar en vivo el cristianismo en una de sus versiones más cercanas al de sus inicios.
Me miraron horrorizadas:
- Peeero, si no existen varias versiones del cristianismo… solo existe una Iglesia.
En vano les traté de explicar que Etiopía fue uno de los primeros países que adoptaron el cristianismo, y que al permanecer aislados del resto del mundo, se mantuvieron al margen de las influencias occidentales y orientales de las otras iglesias, conservando así ritos muy cercanos a los de los primeros cristianos. Pero, ellas ya habían emitido su juicio sobre mí y me miraban de reojo.
- Pero siendo peruano, ¿tú fuiste bautizado no?- Dijeron ellas
- Bueno, sí, pero ya no me he considero católico – respondí yo.
Respondieron que aunque yo no me aceptase como tal, igual se me consideraba católico y se apresuraron a entrar al avión despidiéndose de una forma mucho más fría de como me habían saludado inicialmente.
El hombre siempre ha tenido la necesidad de explorar la dimensión espiritual de las cosas. Esta necesidad se ha traducido en innumerables filosofías, teorías y religiones. La idea es hermosa: Tenemos una dimensión que trasciende lo material y lo físico. Algunos creen en la existencia de un ser superior que vela sobre nosotros, mientras otros creen que somos parte de una especie de “ecosistema espiritual” donde nuestras acciones y consciencia están interconectadas.
La mayor parte de la humanidad tiene algún tipo de creencia religiosa o espiritual, pero las creencias de la gente suelen ser un accidente de geografía. Por ejemplo, hasta hace apenas un par de décadas la gran mayoría de Latinoamericanos eran Católicos. Pero cuando uno viaja a Oriente Medio uno se encontrará con una mayoría Musulmana y en Asia del Sudeste, con una mayoría Budista.
El problema de crecer en una “burbuja espiritual” es que es fácil crecer con una capacidad de empatía disminuida hacia las personas que no entren dentro del “status quo” cultural al que uno pertenece. Esto se agrava en sociedades como la nuestra donde uno tiene muy pocas probabilidades de cruzarse con gente de horizontes espirituales diferentes. Recuerdo cuando era niño haber descubierto con preocupación, en un atlas, que la mayor parte de la humanidad no era cristiana y mucho menos católica. Tuve que mudarme a Canadá a los catorce años para toparme por primera vez con gente que no proviniera de un horizonte judeo-cristiano.
Creo que la creencia en una fuerza superior ha sido una de las principales fuerzas que han movido a la humanidad.
Algunos de los lugares que más me han marcado durante mis viajes han sido templos, monasterios y edificios religiosos independientemente de la religión a la que pertenezcan.
A veces su belleza está en sus detalles arquitectónicos,
A veces está en su ubicación,
He presenciado expresiones de espiritualidad en diferentes lugares del mundo. Peregrinos chiíes en Damasco,
Cristianos coptos en Egipto,
Procesiones católicas en el Perú,
Monjes budistas en Laos,
Hindúes presentando ofrendas en su templo,
Nunca deja de sorprenderme lo similar que resultan las expresiones de paz interior que muestran estas personas, a pesar de las diferencias geográficas o culturales.
Desgraciadamente, algo que también es común en todo el mundo, es el hecho que líderes o grupos religiosos se quieran aprovechar del fervor espiritual de la gente, para dirigir las decisiones políticas de las naciones y aumentar su poder.
Estoy convencido que estas acciones son incompatibles con la belleza de la espiritualidad humana cuyo fin es estar en paz consigo mismo y con los demás. Algunos de estos líderes aprovechan coyunturas que les son favorables desde hace siglos.
Otros tratan de abrirse un camino y ganar adeptos con discursos violentos llenos de fuego, odio y demonios, pero cuyo fin es poder sacarle a sus seguidores un porcentaje fijo de sus ingresos.
Lo peor de todo es que evocan el nombre de sus respectivos dioses para meterse en la vida de la gente, queriendo imponernos cosas tan básicas y personales como a quién debemos amar,
o quién no tiene derecho a amar. Uganda acaba de pasar una ley impulsada por líderes religiosos penalizando las relaciones entre personas del mismo sexo con cadena perpetua. Estoy convencido que muchos líderes religiosos en la historia han promovido el odio hacia el enemigo público de turno como herramienta para controlar a sus seguidores. Estos enemigos públicos han sido gente de otras creencias, razas, o nacionalidades, las brujas, los judíos, las mujeres y los homosexuales.
Muchos de estos líderes son extremadamente machistas y luchan por lograr que las mujeres tengan menos derechos legales que los hombres. En muchos países ya es el caso.
Quieren dictarnos como debemos vestirnos y comportarnos; y peor aún quieren que sus reglas sean la ley.
En resumen, quieren controlar cada aspecto de nuestra vida cotidiana.
Son estas malas personas, las que quieren convencernos de que ella,
y ella son enemigas y no deban frecuentarse, solamente porque creen en un dios distinto, aunque vivan en el mismo país.
No caigamos en la trampa de creer que los líderes religiosos son infalibles, porque no lo son y muchas veces se disculpan por errores que hicieron sus antecesores. En Ruanda, la violencia que cobró 800.000 víctimas en los años 90 fue fomentada por muchos líderes religiosos.
Recuperemos el mensaje puro de la religión y la espiritualidad que se resume en el amor y la introspección y no en la creencia que unos son mejores que otros. Hoy en día tenemos la posibilidad de explorar y conocer otras culturas y otras creencias muy fácilmente. Y por supuesto, como este es un blog de viajes después de todo, los invito a viajar con la mente abierta a lugares donde las costumbres y creencias sean diferentes. Les garantizo que será probablemente lo más enriquecedor de sus viajes.
Próximamente se debatirá en nuestro país la ley de Unión Civil No Matrimonial para las parejas del mismo sexo. Es una ley cuyo fin es extender ciertos derechos a las parejas adultas del mismo sexo que decidan unirse. Estos derechos incluyen derechos de herencia, visitas y decisiones médicas e inmigración para parejas extranjeras entre otros. Es una ley que no afecta a nadie más que a los involucrados, sin embargo la opinión pública nacional está mayoritariamente en contra de esta ley. He leído y repasado todos los argumentos expuestos por los detractores de esta ley y no encuentro ningún argumento racional que justifique no pasarla.
La semana pasada la Conferencia Episcopal Peruana emitió un comunicado en contra de la ley. Creo que una de las principales razones para pasar la ley es para ayudar a restablecer el equilibrio entre la religión y el estado en nuestro país. Yo he viajado a muchos países donde la religión guía las decisiones políticas. P
aíses como el Yemen, Egipto y Uganda, son muy pintorescos para visitar pero definitivamente no son países que se destaquen por su nivel de desarrollo humano, como si es el caso de los países donde hay una clara separación entre religión y estado. Por esto y muchas cosas estoy por la Unión Civil Ya!
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