Leer las noticias
Me interesa transmudar la teoría del vocabulario y la inteligencia de la narrativa al periodismo (ver post anterior). A más palabras más inteligencia para el análisis y la creación de tramas literarias, pero también más posibilidades de interpretar los hechos en el periodismo.
Siempre comulgué con la idea de que en el periodismo el periodista no ve hechos, los lee y, por tanto, al leer hechos debe ser capaz de comprender cualquier lectura. Un periodista al que se le extiende un libro o una nota cuyo contenido no comprende, no sirve para el periodismo, tampoco servirá para leer hechos.
El periodista lee hechos, sea un asesinato, una coyuntura política o un partido de fútbol. La comprensión de lectura supone, en primer lugar, ser consciente del desarrollo de los acontecimientos, identificar el problema, el conflicto, los protagonistas e involucrados y tener en vista el contexto. También implica saber ordenar los elementos según su importancia, reconocer lo central e ir descendiendo hasta los detalles.
¿Y las palabras? Igual que en la novela, las palabras adecuadas, precisas, sirven para sistematizar el análisis dentro de la mente del periodista, pero también para comunicar las noticias.
En una nota, un periodista escribió: “el hombre mató a la mujer porque estaba embrujado por ella” ¿Es lo correcto, al margen del exceso semántico? Al decir verdad, el asesino pudo estar enamorado y en el peor de los casos hechizado por la víctima, difícilmente embrujado.
En un contexto, el hechizo es una operación mágica, pero en sentido figurado es la ilusión de los sentidos, el trastorno de la razón. Esto ocurre cuando la mujer se vale de ciertos recursos para impactar.
Encantar es un término similar, pero “es más noble que el hechizo” y, en lo particular, se desprende que la mujer no hizo esfuerzo alguno para que tal sentimiento naciera. Este tritura las penas del alma, eleva. El hechizo, por su lado, es comparable solo con el maleficio. El embeleso nos priva de la razón, nos arrebata.
Enamorar es una pasión inspirada por la imagen de aquel otro ser, especial (más sobre el amor aquí). Enamorado es el que ama al margen de ser correspondido o aceptado. El amante puede amar, pero su peculiaridad respecto al enamorado es que expresa su pasión con dones. Regala, sirve, atiende, se hace ver, seduce.
¿Cuántos términos para expresar lo que muchos consideran lo mismo sin serlo?
“Un hombre encantado a primera vista de las cualidades de una mujer amable, pronto se enamora de ella y permanece hechizado por sus buenas prendas, y si logra que le corresponda de continuo, le repite con el mismo embelesamiento las expresiones de amor” (Olivé) ¿Ven? El vocabulario, la diferenciación correcta de términos similares ayuda a la buena redacción, pero también a la buena lectura de los hechos y los textos.
Y volvemos al asunto del post anterior, válido en la lectura de los hechos que alimentan al periodismo y, desde luego, a la simiente de la buena narrativa: las palabras importan y más importa la precisión de sus significados para entender los hechos que hemos leído y para comunicarlos luego.
Para el periodismo se requiere buenos lectores de textos (y en consecuencia, de hechos) y para un buen lector de hechos el vocabulario es más que clave, esencial.