La garra cumple 85 años
En mi caso la culpa fue de Cachito Ramírez, en el de ustedes probablemente fue de Germán Leguía, el Puma Carranza o Roberto Martínez. Quizá el propio Lolo fue quien encandiló a sus viejos o el origen estuvo en la magia de Toto Terry, la ‘Lora’ Gutiérrez, Roberto Chale, Lucho Cruzado, José Fernández o el Gran Capitán Héctor Chumpitaz.
En estos 85 años de vida han habido demasiadas razones para hacerse hincha de Universitario. Algún memorioso veterano podrá recordar al ‘Chueco’ Honores o a Plácido Galindo. Habrá contado mil veces que ‘Campolo’ Alcalde y ‘Titina’ Castillo se llenaron de gloria con la crema. Recordará los seis goles de ‘Lolín’ en un clásico, al ‘Mono’ Villalba, Germán Colunga y a Ángelito Uribe. Otro, un poco más joven, hablará emocionado de los triunfos ante River y Rácing en el 67, los golazos de Vílchez a Manga, el campañón del 72 en la Libertadores, las atajadas de Ballesteros, el pundonor de Techera, la picardía de Rey Muñoz, la solvencia de Perico Requena, las descolgadas de Leo Rojas, los bombazos del ‘Diablo’ Drago, el oportunismo de Seminario, la calidad de Grondona, el empuje de Cantoro o el coraje incombustible de Chemo del Solar.
¿Cómo nos hacemos hinchas de un equipo? Cada historia es única y distinta. A veces el amor por una camiseta surge de la manera menos pensada y el vínculo se establece firme como el acero, inmune a las derrotas y los tiempos dífíciles. La esencia del hincha es saber soportar los momentos tristes, alentar sin desmayo y enfrentar la derrota, seguramente con amargura, pero sabiendo que en el fútbol cada fin de semana hay oportunidad para la revancha.
Centenares de jugadores han pasado por Universitario desde aquel inolvidable 7 de agosto de 1924. Armar un once ideal es arbitrario e injusto porque es una tarea enteramente subjetiva, sujeta a la más alta controversia. Pero la ocasión lo amerita. Demos rienda suelta a nuestros gustos y caprichos e intentemos armar el equipo soñado del club de nuestros amores.
Qué difícil es intentar armar un once con la cantidad de buenos jugadores que ha tenido Universitario a lo largo de su existencia. Recuerdo que Pocho Rospigliosi solía desatar encarnizadas polémicas en la radio y en su revista cuando se le ocurría hacer lo mismo y por cada jugador que daba alguien le retrucaba con un argumento demoledor para, casi de inmediato, lanzar sus propias propuestas, todas ellas repletas de tanto o más controversia.
A excepción de Lolo Fernández, cuya inclusión en cualquier once considero obligatoria, mi equipo ideal lo integran jugadores que he visto (es decir, desde mediados de los setenta hasta la fecha). Parados en un clásico 4-4-2, ellos son:
Óscar Ibáñez en el arco.
Leo Rojas, Juan Reynoso, Marcelo Asteggiano y Juan Vargas en la defensa.
José Carranza, José del Solar, Germán Leguía y Gustavo Grondona en la media cancha.
Juan Carlos Oblitas y Lolo en el ataque.
¿El técnico? Sergio ‘el Mago’ Markarián.
Sé que faltan muchos nombres. Que mis contemporáneos dirán que me he olvidado de Zubzuck, Requena, Cantoro, Esidio, el mismo Carlos Galván o Fernando Cuéllar. Que no poner a Baroni es un agravio, tanto como no considerar a Percy Rojas o al ‘Pato’ Letelier. Y si nos vamos un poco más atrás, no faltará quien extrañe a Héctor Chumpitaz, al ‘Príncipe’ La Fuente o al gran Humberto Horacio Ballesteros. La discusión es y será eterna. En todo caso, les dejo mi equipo para que lo comparen con el suyo, lo critiquen o lo destrocen. Y espero leer cuál es el once de ustedes.
Mi hermano Bruno, crema como yo, ha preparado este breve repaso con imágenes de parte de la historia de nuestro club. Las fotografías son reproducciones de la Enciclopedia de los Campeones y del archivo de El Comercio.