En el último piso de un edificio en Génova, Italia, se encuentra un refugio juvenil que demuestra que la vida en una casa de escasos metros cuadrados también puede ser placentera. El estudio Gosplan Architects fue el que diseñó espacios compartidos, muebles de almacenaje y rincones para descansar en un ático de 35 m2.
La luz natural ingresa a través de dos grandes ventanas e intensifica la claridad de las paredes blancas, logrando agrandar visualmente la estancia. En la zona social, un mueble blanco compone un sofá de dos cuerpos y un repostero bajo, los cuales están dispuestos en una sola pared para mantener libre el salón.
La zona del comedor solo cuenta con una mesa de 1,20 m de largo para albergar cuatro sillas y ahorrar la mayor cantidad de espacio. Este sitio también posee una luminaria de techo de metal y de estructura delgada, para no generar peso visual.
Al extremo de la casa, un mobiliario multifuncional sirve como estante para la cocina, contiene un pequeño dormitorio y una zona de lectura dispuesta a 30 cm del piso. Este último lugar cuenta con estanterías cerradas para guardar libros y accesorios, todo fabricado en madera. Además, debajo del piso se esconde una cama de una plaza para los visitantes.