El confinamiento y las medidas para quedarnos en casa, aunque necesarias, también terminaron por alejarnos de nuestros amigos y seres queridos. Esto ha afectado especialmente a los adolescentes, ya que están en un periodo de transición entre la niñez y la juventud que los lleva a experimentar el mundo que los rodea. Con la pandemia, sin embargo, este proceso se ha visto afectado.
¿Qué es exactamente la ansiedad? Se entiende como un sentimiento de miedo o inquietud persistente, que causa preocupación y miedo intensos, excesivos y continuados ante situaciones cotidianas. Es posible incluso que produzca taquicardia, respiración agitada, sudoración y sensación de cansancio, o llevar a ataques de ansiedad donde se combinan estos u otros síntomas.
La psicóloga Mary Castro de la clínica Ricardo Palma define la ansiedad como “un estado por el cual algunas personas pasan, pero debemos entender que existen diferentes niveles”, indica. Para Castro, el entorno o la situación se complica cuando el nivel de ansiedad sobrepasa lo que la persona puede manejar. Según la especialista de la clínica Ricardo Palma, durante la pandemia se estima que la ansiedad ha incrementado en un 70% en los adolescentes en el Perú. Esto se debe a que durante las clases virtuales muchos estudiantes no pudieron contar con las herramientas necesarias para hacer sus clases como antes, por lo cual hubo más frustración que hacerlo de forma presencial.
Además, es importante que tener en cuenta que la ansiedad es más frecuente en adolescentes ya que, al no tener la madurez suficiente, este grupo se encuentra en crecimiento emocional psicológico, social y cognitivo, por lo que son más propensos a padecerla. Reconocer los síntomas es clave.
¿Qué síntomas nos ayudan a identificar que estamos padeciendo de ansiedad? Tal y como explica Castro, debemos estar atentos a los cambios de humor. “Primero tengo que saber cómo se comportaba habitualmente en casa el adolescente, y de acuerdo a ello voy a poder ver los cambios de humor: así te das cuenta si está mucho más irritable, si tiene problemas de sueño o apetito, entre otros”. Tenemos que estar atentos si ha perdido las ganas o el interés no solo por clases, sino también por socializar, o por verse -y sentirse- bien. Otro punto importante es la comunicación con la familia, que es el primer espacio social dentro del cual el adolescente se va desarrollando.
Para conocer más a fondo las opiniones de los adolescentes, este grupo realizó una encuesta anónima a algunos amigos y compañeros de clase con distintas preguntas sobre el tema. En una de ellas preguntábamos qué tan estresados se habían sentido durante la pandemia. En una escala del 1 al 10, el 46,2% afirmó que se encontraba entre los lugares 7 y 8 de la escala planteada. Eso nos deja mucho que pensar sobre cómo han estado sobrellevando los adolescentes esta pandemia.
Por otro lado, se ha visto que muchos jóvenes han recurrido a las redes sociales para poder distraerse del confinamiento. Esto ha tenido algunos efectos negativos en los adolescentes, ya que las redes sociales han provocado fracturas en su autoestima ya que aumentan el narcisismo y la alta presión estética. Al poner el ‘yo’ en primer lugar, nuestra imagen pasa a ser nuestro principal emblema y esto puede tener efectos colaterales que no son positivos para la configuración de la autoestima. De igual manera, muchos adolescentes se han sentido estresados, excluidos y abrumados durante la pandemia.
¿Qué podemos hacer? Lo recomendable es pedir ayuda cuando sintamos que la necesitamos. Tanto a familia o amigos, como a profesionales. Ocurre, no obstante, que la relación con los familiares también puede verse afectada. “Puede haber dificultades mayores con agresiones verbales, humillaciones entre padres, una desaprobación muy marcada entre ellos o de repente entre el adolescente y los hermanos”, continúa la psicóloga Mary Castro. Si el contexto familiar es disfuncional, esto sin duda contribuye a la ansiedad.
La pandemia ha frenado el proceso de desarrollo normal de los adolescentes. Un estado de transición entre la niñez y la adultez que se ha “detenido”, o se ha visto afectado en distintas áreas. La ansiedad es una consecuencia que se desprende de este período, pero una forma de saber lo que ocurre es conociendo los síntomas que nos ayudarán a identificarla. Lo más importante es pedir ayuda cuando vemos que es necesario.