La selección española ya tiene su "chico malo": Diego Costa fue convocado hoy para el amistoso ante Italia y la campeona del mundo cuenta desde ya con un futbolista alejado del perfil que lo llevó a dominar la escena mundial en los últimos seis años. El seleccionador español Vicente del Bosque acabó con meses de incertidumbre y apostó por llamar al hispano-brasileño para el amistoso del miércoles ante Italia en lo que fue la última lista antes de la definitiva para el Mundial de Brasil. Lo hizo sin ningún tipo de reserva. "Costa es un caso singular. No había venido con nosotros, ha nacido en Brasil y viene por sus méritos. Ha jugado muy bien y puede ayudarnos a ser mejores. Por eso le traemos y nada más", explicó hoy Del Bosque con su naturalidad habitual. Costa, nacido en Brasil y con doble nacionalidad desde junio, renunció a jugar con la selección brasileña por estar con España y ahora le llega la oportunidad de cumplir su deseo tras perderse la anterior convocatoria de noviembre por una lesión. Con su llamada, el delantero finalizó un conflicto que incluyó su nacionalización, su apuesta por la selección española, su renuncia a Brasil y su polémica con el seleccionador de la "canarinha", Luiz Felipe Scolari, quien insistió en llamarlo hasta el último momento y luego cargó contra él. En este tiempo, Costa tuvo que escuchar numerosos reproches desde Brasil, con la palabra "traidor" soplándole en los oídos. Y también oyó los gritos recibidos en varios campos españoles: "No te queremos". Pero Del Bosque no pudo obviar la figura de un futbolista que esta temporada se consagró como un voraz goleador y una pesadilla para las defensas rivales. Los números le avalan sin fisuras: 21 tantos en 25 partidos de la Liga española y cinco goles en cuatro encuentros de la Liga de Campeones. Cifras de crack mundial.
SUS INICIOS A sus 25 años, Costa protagonizó una explosión singular después de una carrera menor. Futbolista forjado en las calles de su Lagarto natal, pequeña población brasileña de 100.000 habitantes, no fue hasta los 16 años cuando decidió dedicarse al deporte profesionalmente. El Sporting de Braga portugués le dio su primera gran oportunidad en 2006 y entonces decidió cruzar el océano. No duró en Portugal porque el Atlético de Madrid decidió su contratación en 2007 en una apuesta de futuro que en su día no fue muy bien entendida. Primero fue cedido al Celta de Vigo y luego al Albacete, ambos entonces en la segunda categoría del fútbol español. Luego hubo otra cesión, esta vez al Valladolid, antes de que en 2010 el Atlético de Madrid lo incorporara a su primer plantel. Pero no confiaron en él y en 2011 el club rojiblanco lo cedió al Rayo Vallecano. En el modesto equipo madrileño comenzó Costa a llamar la atención por varios aspectos. Primero, por su facilidad para conducir el balón a pesar de sus 186 centímetros de estatura. Segundo, por su competitividad y voracidad. Y tercero, por su carácter indomable, con tendencia a convertir los duelos con los defensas en auténticas batallas. Los árbitros también sufrieron mucho con él. El punta hispano-brasileño se incorporó definitivamente al primer equipo del Atlético de Madrid en 2012. Comenzó como tercer delantero, tras Radamel Falcao y Adrián, pero su tesón le llevó a ganar minutos para acabar consiguiendo la titularidad. Terminó la temporada con ocho goles en 10 partidos de la Liga española. La venta de Falcao al Mónaco lo dejó como indiscutible delantero titular para esta temporada y el resto ya es conocido: goles, carácter indomable e icono para sus hinchas. Ahora afronta un nuevo reto mayor en su carrera con la llegada al equipo campeón europeo y mundial, que hace años intenta encontrar un delantero a satisfacción de su seleccionador. Con Costa, Del Bosque encuentra gol y un futbolista capaz de resolver un encuentro con una acción individual, algo enormemente valioso para un torneo tan crítico como un Mundial. La duda es ver cómo encaja en una selección española que en los últimos años forjó una colección de títulos (un Mundial y dos Eurocopas) con futbolistas muy alejados del perfil que ahora propone Costa. Porque esta España ganadora fue conocida como la selección de los “bajitos”, por defender un estilo alejado del choque y el conflicto sobre el campo, cosas que no propone Costa. Sin embargo, cada decisión abrupta que toma Del Bosque parte de una profunda meditación. Además, el seleccionador español es conocido por su capacidad para domar fieras en el vestuario. Y, por otra parte, Costa es conocido también por su nobleza y humildad fuera del campo. Resuelta la primera incógnita, que es la llamada de Costa, ahora queda por ver cómo se dirime la segunda: ¿se mezclará bien Costa con sus nuevos compañeros? Solo el tiempo lo dirá. El Mundial ofrecerá respuesta.