Jueves 22 de agosto. En una oficina están reunidos los altos mandos de César Vallejo encabezados por el presidente Richard Acuña. Todos reciben el correo de la respuesta de la Cámara de Resolución de Disputas de la Federación Peruana de Fútbol sobre el caso Paolo Guerrero. El fallo no sorprende, pero sí genera un enorme sinsabor: el delantero nacional de 40 años, goleador histórico e ídolo de la selección peruana, por el que pagaron una millonada convirtiendo su contrato en histórico para el torneo local, quedó como jugador libre tras presentar su renuncia ante el órgano autónomo.