Si bien existe consenso para establecer que “la educación empieza por casa”, sobre todo cuando se trata de cultivar valores, también es cierto que las escuelas y las universidades –aun cuando los padres deben cumplir con su deber de primeros educadores– tienen un rol fundamental en ese sentido.
Aunque a todas luces, resultan positivos los avances que desde el lado privado se han dado para establecer mejoras en la formación académica de los alumnos, los sonados casos de corrupción protagonizados por funcionarios públicos, líderes políticos y hombres de negocios nos obligan a echar una mirada al rol que le corresponde a la clase educadora.
Y es que resulta preocupante que en la Encuesta Global de Integridad en los Negocios 2018 de EY, la corrupción y el soborno sean considerados como una práctica común en nuestro país para el 82% de los encuestados. Una situación que termina agravándose porque, además de demostrar que el nivel de percepción sobre corrupción es realmente alto, también nos coloca en el top 5 de países con mayor nivel de percepción de corrupción, junto con Brasil, Colombia, Nigeria y Kenia.
Por esa razón, Edward Roekaert, rector de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), no duda en levantar su voz para señalar que la formación de profesionales íntegros le corresponde a todo el sector educación, incluidas las universidades, que deben asumir un rol protagónico.
“Lo que vivimos en el país nos debe dar a todos los peruanos una sensación tremenda de vergüenza al no poder ver, de una manera u otra, el daño que le estamos haciendo a la juventud de nuestro país con ejemplos deplorables que no se conducen con el deseo de un país que va camino al desarrollo”, afirma.
En esa misma línea, Pablo Lavado, profesor del Departamento Académico de Economía de la Universidad del Pacífico (UP), sostiene que la contribución que se puede hacer desde la universidad se centra en poner mucho énfasis para que la ética y los valores cobren presencia en todos los cursos, pero no desde un punto de vista curricular sino de manera transversal al currículo.
“Todos los profesores de alguna manera tienen que demostrar ética y valores en sus clases. Esta es la clave porque resulta muy fácil proponer que se creen más cursos de ética y valores, pero no vas a lograr nada si como profesor no lo demuestras con el ejemplo”, afirma.
2% del PBI representa el costo de la corrupción en el país.
16% de las empresas en Perú han sufrido un fraude en los últimos dos años
ROL PREPONDERANTE
Pero, a pesar que el también investigador del CIUP está convencido de que la formación en conductas íntegras se adquiere en el hogar, también está seguro de que en la escuela y en la universidad se puede capitalizar el comportamiento adquirido desde pequeños.
Por eso, no duda en afirmar que las universidades deben jugar un rol preponderante con miras a lograr profesionales íntegros. “Si estudiar en una universidad incrementa tu salario, probablemente estudiar ética te ayudará a incrementar tus valores. Siempre la universidad va a jugar un papel importante y los profesores deben apuntar a eso en sus clases, pero nada mejor que hacerlo con el ejemplo o analizando temas coyunturales como el impacto de la corrupción en el crecimiento de un país”, afirma.
Haciendo eco a lo señalado por Pablo Lavado, la docente de ESAN Ketty Jáuregui también refiere que en el caso de la formación universitaria no resultará suficiente con tener un solo curso, porque la ética debe ser transversal a todas las materias.
“No basta con un curso, estoy convencida de eso, por lo que se tiene que trabajar en pregrado y en posgrado sobre todo, porque son quienes toman las decisiones, pero no debemos olvidar que se debe empezar desde el nivel básico, porque al no haber un curso de educación cívica hay un gran vacío y salen del colegio sin una buena formación”, anota.
TAREA CONJUNTA
Considerando –como señala Edward Roekaert de la UPC– que el propósito de las instituciones de educación superior debe apuntar a formar un nuevo perfil de egresado que reúna características vinculadas con un profesional íntegro y con valores, para que sirva como ejemplo de lo que con transparencia se debe hacer una sociedad desarrollada, ¿resultará fácil lograrlo?
Para Ketty Jáuregui tanto el Ministerio de Educación como Sunedu deben trabajar contenidos en ese sentido con la firme decisión de “preocuparse en las futuras generaciones, porque es casi seguro que el problema de la corrupción va a seguir, al igual que la cultura de ‘Pepe el vivo’ y el criollismo que reflejan falta de transparencia y de integridad”.
Para evitar que esto ocurra, el rector de la UPC hace hincapié en los esfuerzos que se deben hacer para garantizar que las leyes se cumplan. ¿Por qué y para qué?
“Tenemos que formar una generación distinta que debe educarse sabiendo que tarde o temprano quien comete un delito lo pagará. Pero, debemos trabajar juntos para garantizar que formaremos a una futura generación de líderes que garanticen que los hechos que vemos hoy en día no se van a volver a repetir para contribuir con el desarrollo del país”, sentencia.
La encuesta de EY al detalle
- Soborno: Un 82% admitió que prácticas como el soborno o la corrupción están muy extendidas en las empresas del país.
- Pago en efectivo: Un 4% de los encuestados justificaría los pagos en efectivo para conseguir o conservar un negocio que ayudase a su empresa a sobrevivir en una crisis económica.
- Jóvenes: Uno de cada cinco encuestados menores de 35 años justifica los pagos en efectivo para el fraude y la corrupción. En el caso de los mayores de 35, es uno de cada ocho.
- Por sector: Un 13% reveló que el uso del soborno para conseguir contratos es una práctica común en el sector de servicios financieros.