Se podrá deducir el 30% del importe pagado por los servicios prestados por trabajadores independientes que desempeñan una profesión u oficio (rentas de cuarta categoría).  Estos deberán entregar recibos. (Foto: Shutterstock)
Se podrá deducir el 30% del importe pagado por los servicios prestados por trabajadores independientes que desempeñan una profesión u oficio (rentas de cuarta categoría). Estos deberán entregar recibos. (Foto: Shutterstock)
Katherine Maza

Producto del entorno económico menos dinámico que ha vivido el Perú en los últimos años, el trabajo por cuenta propia o pasó de representar el 35,1% de la población ocupada en el 2015 al 37,0% en el 2017. Sobresalen en este grupo los trabajadores independientes no profesionales, técnicos o administrativos, los cuales superan a los profesionales, así como al grupo de asalariados del sector público y otros.

El trabajo por cuenta propia, además, se asocia al de menor calidad, mientras que el trabajo asalariado es un indicador relacionado a una mayor calidad del empleo, de acuerdo a lo que señala la Organización Internacional del Trabajo () en su publicación “Panorama laboral de América Latina y el Caribe 2018”.

En ese sentido, la proporción de trabajadores independientes que no acceden a un sistema de seguridad social y carecen de los beneficios propios de la formalidad ha venido incrementándose en nuestro país, en tanto la de los trabajadores asalariados públicos y privados se ha ido reduciendo en los últimos tres años.

Situación similar sucede en América Latina y el Caribe, donde la proporción de empleos por cuenta propia continúa avanzando y la de los asalariados públicos y privados se reduce. La primera creció 0,3% en el 2017 y la segunda cayó 0,6%. 

Dicha situación sucedió no solamente para el promedio de la región, sino también para casi todos los países considerados. Chile y República Dominicana fueron las únicas excepciones. El Perú, por su parte, destaca por superar los resultados regionales como consecuencia de una reducida demanda laboral y de los efectos limitados de la formalización de empleos formales preexistentes, además de la falta de empleo de calidad.

MODESTA MEJORÍA

Las proyecciones de la OIT apuntan a que la tasa de desempleo en América Latina y el Caribe llegará este año a alrededor de 7,8%, cifra por debajo del resultado del 2017 (8,1%), previéndose además un 7,5% el próximo año. Así se revertiría la tendencia alcista de los últimos tres años.

No obstante, se trata de una mejoría “aún modesta” en un escenario donde predomina la incertidumbre y la volatilidad, y en el que organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) apuntan a tasas de expansión económica de 1,2% y 1,3% para este año –previsiones muy por debajo de lo esperado (2,2%)–.

Es así que pese al avance predicho, quedan aún cerca de 25 millones de mujeres y hombres que buscan trabajo pero no lo encuentran. 

“La situación laboral de la región está marcada por la necesidad de aumentar la velocidad con la cual estamos generando más y mejores empleos”, agrega al respecto Carlos Rodríguez, director regional a.i. de la OIT para América Latina y el Caribe. 

Existe también cierta heterogeneidad entre los países de esta región, ya que no todos avanzan en una misma dirección. El desempleo puede bajar en algunos y subir en otros. 

Al tercer trimestre del año, Brasil muestra una reducción importante de 0,6 puntos porcentuales, con una tasa de desocupación de 12,5%; en tanto, en Chile se tiene un aumento de 0,2 puntos porcentuales y una tasa de 7,0%. En el caso peruano, el desempleo se mantiene en 4,5%, al igual que en el tercer trimestre del 2017.

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