Por: María Helena Tord
En el valle de Cañete, entre la carretera y el mar, se encuentra el complejo arqueológico de Huacones. Durante el siglo XI, este sitio de 60 hectáreas habría sido el centro de poder del grupo local Guarco. Luego, en el siglo XV, fue ocupado por los incas. Por esas épocas, este lugar, construido a partir de plataformas de adobes, estuvo asociado al camino longitudinal de la costa del Qhapaq Ñan, una red que conectaba diversos asentamientos a lo largo del litoral, como El Huarco en Cerro Azul.
Por su estratégica ubicación, a solo un kilómetro de la playa, en Huacones se ha venido realizando una serie de intervenciones desde el año pasado, a cargo del Proyecto Qhapaq Ñan, del Ministerio de Cultura. Hace unas semanas, un hallazgo sorprendió al equipo liderado por el arqueólogo Rodrigo Areche: se encontraron 11 quipus y una yupana, un instrumento de contabilidad de más de 600 años de antigüedad, asociados a depósitos de almacenamiento de ajíes.
Este descubrimiento corrobora no solo diversas hipótesis vinculadas al complejo sistema contable inca, sino también es la evidencia palpable de antiguas crónicas y documentos que mencionan a la yupana como un sistema contable inca. Quizás la más célebre de estas fuentes sea la célebre lámina de Guaman Poma de Ayala, en la que el cronista indio graficó a un contador mayor y tesorero del imperio que extendía un quipu entre sus brazos, mientras en el lado izquierdo del cuadro se veía una yupana de cuatro columnas y cinco filas.
—Piedras negras y blancas—
La yupana es un instrumento de cálculo que fue empleado por funcionarios especializados en los registros contables del Tahuantinsuyo. La hallada en Huacones está ubicada al interior de uno de los principales complejos del monumento, próximo a depósitos de almacenamiento, y tiene la peculiaridad de estar fijada en el suelo, es decir, no es portátil. Consiste en una plataforma de barro de 2,10 m de largo x 2,00 m de ancho y 0,22 m de altura. Y sobre ella se ha implementado una serie de hoyos divididos en dos conjuntos, delimitados por líneas incisas, que forman cinco filas con ocho hoyos cada una. En toda la estructura hay un total de 160 hoyos.
Su hallazgo concuerda con la información registrada en fuentes antiguas respecto a la existencia de este sistema de conteo. Diversos documentos virreinales indican que los pobladores andinos realizaban el conteo y registro de sus productos en los patios de los principales centros administrativos. Para ello empleaban pequeñas piedras y granos de maíz que eran desplazados en cuadrantes grabados sobre el piso. Por ejemplo, en el Vocabulario de la lengua aimara (1612), del jesuita Ludovico Bertonio, se incluyen algunos términos vinculados a la contabilidad indígena y se señala que las piedras utilizadas en las cuentas tenían diferente uso según su coloración.
Si eran de color negro, se usaban para contar lo que se debía; mientras que las de color blanco habrían servido para marcar lo que se había pagado. A pesar de que existen diferentes menciones en fuentes antiguas de dicho sistema de conteo, ninguno explica detalladamente cómo funcionaba.
—El poder del ají—
Si tomamos en cuenta que uno de los principios rectores en la arqueología es la asociación, la importancia de este hallazgo radica también en que los depósitos de ajíes hallados se encontraban colindantes, es decir, asociados, a áreas residenciales de élite. Ello lleva a los investigadores a concluir que las élites que habitaron estos espacios residenciales habrían controlado la distribución de este recurso y que la yupana —junto con los quipus hallados— habría permitido tener un control y registro de los productos conservados en los depósitos.
En las estructuras de almacenamiento se encontraron principalmente dos tipos de ajíes en excelente estado de conservación: Capsicum baccatum (ají amarillo) Capsicum chinense (ají limo y ají panca). Si bien el consumo de ají fue masivo y extendido entre todas las clases sociales de los Andes prehispánicos, la recurrente asociación de este insumo en conjuntos residenciales de élite en varias regiones del Tahuantinsuyu sugiere que el control de este producto podría haber recaído en grupos privilegiados a nivel estatal o local.
—El control de los recursos—
En opinión de Sergio Barraza, arqueólogo investigador del Proyecto Qhapaq Ñan, el eficiente control de los recursos almacenados por el Estado inca (excedentes de producción obtenidos gracias a la tributación tipo mita) fue un elemento clave para su consolidación política, ya que permitía alimentar, vestir y equipar a los contingentes de trabajo y oficiales del gobierno destacados en provincias.
Este sistema permitía, además, consolidar alianzas con grupos locales y recompensarlos por su lealtad. Agrega, asimismo, que el control eficiente de la redistribución de los recursos y el registro y contabilidad de la producción entregada y almacenada en los depósitos debió estar a cargo de especialistas en registro y contabilidad, como aparece anotado en varios testimonios de cronistas coloniales.
Los hallazgos de Huacones brindan nuevas luces sobre la complejidad y la evolución de las prácticas de contabilidad durante la época inca, y plantean la posibilidad de que las propias élites locales subordinadas al control inca en Cañete continuaron usando su sistema de contabilidad para un manejo eficiente de sus bienes tributados.
Para ver:
Conoce el trabajo de los incas en las matemáticas.