"Hasta ahora las madres que damos de lactar estamos bajo la mirada incómoda de otras personas cuando ven a nuestras bebés amamantar", comparte Dávila.
"Hasta ahora las madres que damos de lactar estamos bajo la mirada incómoda de otras personas cuando ven a nuestras bebés amamantar", comparte Dávila.
Giuliana Dávila

Hace unos días Oriana Cicconi, actriz y emprendedora, publicó un video en sus redes sociales hablando sobre las estrías que le salieron por el y cómo nos dejamos llevar por mandatos sociales para no mostrarlas. “Porque se ve horrible mostrar una panza con estrías”. Esto me llevó a reflexionar sobre todos los mandatos sociales a los que estamos expuestas las mujeres y más, las madres.

Por ejemplo, hasta ahora las madres que damos de lactar estamos bajo la mirada incómoda de otras personas cuando ven a nuestras bebés amamantar o, como es mi caso por que mi hija ya tiene más de dos años, escuchar preguntas como: ¿tan grande y aún le das de lactar?, ¿duerme contigo?, ¿no le das golosinas? y… sí la lista, lo sabemos bien, es infinita.

Recuerdo que cuando tenía siete meses de embarazo (diciembre del 2021) solía usar tops pequeños y lucir mi panza en todo su esplendor. Amaba mostrar que dentro de mi pequeño cuerpo había una vida que crecía y crecía. Una vez alguien me dijo “debes taparte la panza, no se ve bien”. No hice caso e incluso en mi baby shower estuve con la panza al aire, porque era mi momento. Quería que cuando mi hija crezca vea que una mujer debe llevar su embarazo y maternidad como mejor le plazca, sin dejarse llevar por la opinión de otros.

Una situación similiar de “señora fíjese en usted y no se preocupe por mi cuerpo o mi maternidad”, me pasó cuando Alba, mi hija, tenía cuatro meses de nacida y estábamos en un almuerzo familiar. Todos comíamos y como era de esperarse la bebe también debía alimentarse. En ese entonces, solo lo hacía a través de mí, específicamente de mis pechos. La persona que estaba a mi derecha, una mujer de más de 60 años, tuvo el atrevimiento de colocar su mano entre mi mama y la cabeza de mi hija y me dijo: “tápate”. Indicó que a su sobrino, un hombre de más de 40 años, que estaba a mi izquierda y que no lograba verme porque en el medio de ambos estaba mi hermana, le incomodaba “ver eso”. Yo que estaba en pleno puerperio, con las hormonas a mil, me importó poco los lazos familiares, me paré y me fui del almuerzo, pues me pareció un acto violento que invadan mi espacio personal, toquen mi cuerpo y el de mi hija, solo por los complejos mentales que pueda tener una persona.

Y menciono esto porque justo en los senos familiares es donde más se convive con este tipo de juicios. Juicios que en su mayoría vienen de otras mujeres, como el caso de Oriana quien contó que fue su prima la que le dijo: “no se te ocurra mostrar tu barriga”.

¿Por qué? ¿Por qué no podemos mostrar nuestra barriga o dar de lactar libremente? ¿Por qué tenemos que ocultar algo tan hermoso y tan natural?

¿Por qué debemos ser nosotras las que nos incomodemos? Si a ti no te gusta ver a una mamá con estrías, no la mires. Si no te gusta ver a una mujer flácida después de haber tenido un bebé, no la mires. Si no quieres ver una mamá que da de lactar, tampoco estés ahí.

Así de simple.

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