La fuerza de la deflagración de gas fue tal que Evelyn Ocaña, quien vive a cuadra y media de donde se produjo el siniestro en Villa El Salvador (VES), sintió que su casa se movía. “Pensé que era un sismo, pero como los ruidos eran recurrentes salí a la calle a ver qué pasaba. Vi a una vecina que comenzó a gritar: ‘¡por favor, cierren las llaves de gas! Acaba de haber una explosión’. Así que salimos con mi esposo a ver si alguien necesitaba ayuda. Corrimos por todos lados. Seguían las explosiones”, recuerda Ocaña.
Como tiene familiares que viven cerca, la mujer corrió hacia la zona del accidente, en el cruce de las avenidas Mariano Pastor Sevilla y Villa del Mar. A medida que acortaba la distancia comenzó a ver viviendas con las lunas reventadas —en total, veinte inmuebles habían sido afectados; de ellos, seis quedaron inhabitables— y gente en la vía con la ropa quemada.
“¡Dios mío! ¿Qué ha pasado?, pensé. Entonces me encontré con una tía llorosa. ‘Mira al bebe’, me dijo. Estaba quemado, con la ropita llena de cenizas. Tenía un trozo de carbón en el brazo. ‘¡No sé qué hacer!’, me decía mi tía. Yo lo cargué”, cuenta Ocaña.
Uno de sus vecinos, quien tiene carro, la condujo al Hospital de Emergencias de Villa El Salvador. Al llegar, supo que la madre del pequeño también estaba internada ahí y sus quemaduras eran de gravedad.
La casa donde ellos vivían era la que más daño había sufrido por la deflagración. De hecho, otras siete personas de la misma familia habían sido trasladadas a ese centro de salud y luego derivados a otros establecimientos .
Cuatro de las víctimas, menores de edad, fueron enviadas de inmediato al Instituto Nacional de Salud del Niño de San Borja. Cuando sus parientes llegaron al centro de VES para informarse sobre su estado no sabían cómo dividirse.
“Estaban durmiendo cuando pasó esto”, dijo Marcial Rivero, tío del bebe. “Yo no vivo ahí. Me han llamado a las 7:30 a.m. y he venido corriendo. Mi madre y mis hermanos están adentro también”, añadió.
Su mamá, Isidora Mesa Llamoca, de 60 años, tenía quemaduras en todo el cuerpo y su pronóstico era reservado. En cuanto a sus sobrinos, todos tenían lesiones de segundo y tercer grado en más del 50% del cuerpo.
El caos tras la tragedia
La ministra de Salud, María Hinostroza, precisó que más de la mitad de los heridos estaban en estado crítico con quemaduras de segundo y tercer grado. Eran más de 40 pacientes, entre ellos ocho niños. Algunos tenían quemaduras en el 90% y 100% del cuerpo.
En un inicio, los heridos fueron llevados al Hospital de Emergencias de Villa El Salvador. Sin embargo, durante la mañana tuvieron que ser trasladados a otros nosocomios como el Arzobispo Loayza, el Carrión, Dos de Mayo, Guillermo Almenara y los hospitales del Niño de Breña y San Borja.
Esto causó desesperación entre los parientes de los afectados, quienes no sabían dónde buscar a los pacientes. Hacia las 11 a.m. era limitado el ingreso al Hospital de Emergencias de VES. Había gente aguardando frente a las rejas para llevar alimentos a sus familiares, internados en los días previos al accidente. Y, a su lado, personas que no tenían ninguna relación con ningún paciente pero querían grabar a los heridos de esta tragedia que iban a ser trasladados en helicóptero.
En medio del caos, una mujer logró reconocer en una camilla a su pariente. “¡Es mi cuñado!”, gritó mientras el hombre era colocado en una ambulancia y trasladado a un parque cercano, que era usado por las autoridades como helipuerto ante la emergencia. Como el carro no se detuvo, la mujer corrió detrás de la ambulancia.
Mientras tanto, en la misma avenida Pastor Sevilla, donde ocurrió la deflagración de gas, unos 80 bomberos continuaban removiendo los escombros y auxiliando a otras 30 personas que necesitaban ser evacuadas. El personal del Hospital de la Solidaridad de Villa El Salvador se encargó de las urgencias por quemaduras de primer grado, contusiones y laceraciones. “Hemos estado atendiendo primero en las casas de los vecinos y ya luego en carpas”, informó el director de Sisol de VES, Jorge Cashpa.
También hubo casos de adultos mayores con hipertensión y diabetes que se descompensaron. Además, hubo que estabilizar a quienes sufrieron ataques de pánico.
Testigos del horror
-Jimmy Moscoso (damnificado):
“Las llamas vinieron desde abajo [señala unas dos cuadras de distancia] y se prendió todo. No sé cómo llegaron hasta mi casa. Se reventaron todas la ventanas. Desperté a mi esposa y a mis hijos y salimos corriendo. A una cuadra volteo y veo cómo se incendiaba mi casa. El fuego consumió todo”.
-Carmen Ponce (hermana de afectada):
“A mi hermana, que es invidente, la auxiliaron los vecinos. Yo no vivo aquí. En cuanto supe lo que había pasado vine a ayudarla. La gente gritaba y los bomberos nos pedían salir del lugar. Estaba confundida. Solo hemos podido rescatar dos muebles, dos camas y un colchón. Hasta la reja de la casa está doblada por la explosión”.
-Javier García (herido):
“Escuché cómo salía el gas del camión y me dije que eso explosionaría en cualquier momento. Solo corrí y después sentí cómo mi brazo se quemaba. Felizmente, los vecinos me ayudaron. Tuve suerte porque hay otros que se han quemado todo el cuerpo”.
-Evelyn Ocaña (vecina de Villa El Salvador):
“Cargué al bebe de la vecina y lo traje al hospital. Es un bebe de 8 meses. Lloraba mucho. Tenía quemaduras en el tobillo, la muñeca, la nariz, la espalda. Su cabello también estaba quemadito. Su mamá estaba peor. Me quedé en el hospital para donar sangre”.