La baja afluencia de público reportada la semana pasada en los centros de vacunación contra el COVID-19 de Lima y algunas zonas del país, así como durante la quinta vacunatón, realizada el ultimo fin de semana, ha generado que personas de menor rango de edad, entre 20 y 35 años, se manifiesten en redes sociales, reclamando la posibilidad de recibir sus dosis antes de la tercera ola.
Caso Tacna
Esta región del sur del país ha logrado aplicar con mucha rapidez las dosis del laboratorio Pfizer y Sinopharm a una población que, a contracorriente de campañas de desinformación que preponderan una marca sobre otra, busca protegerse cuanto antes. La región no solo vacuna a jóvenes desde los 22 años, sino que ya tiene un 43% de su población objetiva con las dos dosis completas, casi el doble del promedio nacional.
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Tacna empezó agosto ampliando el límite de vacunación a 22 años. Aunque Tacna es una región con pocos habitantes a comparación de Lima, por ejemplo, el progreso no depende solo de ello. Juan Carbajal, ingeniero electrónico e investigador de OpenCOVID-Perú, explica que otras regiones con menos población, como Madre de Dios, Moquegua o Tumbes, no tienen una cobertura similar. La primera apenas llega al 25% de personas de 38 años a más vacunadas con ambas dosis.
El Comercio dialogó con tres expertos para conocer su opinión al respecto y sobre la posibilidad de ampliar el rango de edad a poblaciones más jóvenes para la vacunación.
Mayor cantidad de dosis
Al respecto, el decano del Colegio Médico del Perú (CMP), Miguel Palacios, dijo a El Comercio estar de acuerdo con ampliar el rango de edad para que poblaciones más jóvenes reciban la vacuna, aunque indicó que ello requerirá una mayor cantidad de dosis y una mejora en la logística.
“Creo que ante el panorama actual en el país, el Gobierno sí debería poner en marcha esta medida, aunque deberá prever un mayor stock de vacunas, porque los grupos etarios más jóvenes representan un mayor número de personas. Además, se debe fortalecer la distribución y conservación de las vacunas”, señaló.
Detalló que a falta de una semana para que concluya agosto, faltan casi 4 millones de dosis de los 8 que iban llegar este mes. Por ello, si se opta por esta medida “el Gobierno deberá seguir una política intensa de gestiones para asegurar que las vacunas que estaban proyectadas a llegar en agosto, setiembre y octubre lo hagan”.
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El decano del CMP lamentó que en las últimas semanas se haya reportado en los centros de vacunación una falta de dosis, o que estas lleguen muchos después de iniciada la jornada, teniendo a las personas esperando por horas. “Es muy importante el papel que juega la logística en la distribución y conservación de las vacunas. Primero llegan los pacientes y luego las vacunas, eso genera desorden y caos”, explicó.
Medidas complementarias
Para el médico Percy Mayta-Tristán, director de Investigación de la Universidad Científica del Sur, resulta propicio ir ampliando el rango de edad para el proceso de vacunación, pero de manera cautelosa, haciendo más estrecho los intervalos de edad debido a una mayor cantidad de población joven en el país, en comparación con grupos etarios mayores.
“Se debe tener en cuenta que conforme se vaya disminuyendo el volumen de la población es cada vez más grande. Si antes se ampliaba la vacunación a grupos con un intervalo de 5 años, por ejemplo, de 60 a 65, el rango de edad ahora tendría que ser de dos o un año. En tanto, la disyuntiva sería si elegir avanzar más rápido en poblaciones más jóvenes o esperar y convencer a las poblaciones mayores que no se han vacunado. Yo creo que se deben tomar estrategias paralelas”, detalló.
Mayta agregó que se debe avanzar más rápido con aquellas personas que quieren poner el hombro y vacunarse, y trabajar estrategias específicas para el volumen de población que pudiendo ser vacunada aún no reciben la primera o las dos dosis. “Son estrategias diferenciadas. Una vacunatón o una cita programada funciona para los que se quieren vacunar, pero para aquellos que no desean o no se han informado al respecto corresponde una estrategia deferente”, dijo.
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El médico de la Universidad Científica del Sur sostuvo que una alternativa para fomentar la vacunación es la generación de incentivos y prohibiciones. Descuentos, acceso a determinados sitios, así como la restricción a ciertas actividades y espacios cerrados son alternativas que el Gobierno puede analizar para su implementación, resaltó.
En este punto, Palacios mostró su desacuerdo por la estrategia actual del Gobierno, que consideró se trata de infundir el miedo en la población. “‘Si no te vacunas te mueres’, al contrario, la estrategia debe ir orientada a la defensa de la vida. El mensaje debe ser que la vacunación sirve para proteger a los seres más queridos, para no infectarlos, y debe estar dirigido a los jefes de familia, madres, padres u otros. Por ese lado creo que se puede sensibilizar mejor a la gente”, comentó.
Ausencia de estudios y análisis
Por su parte, el médico epidemiólogo Álvaro Taype-Rondán dijo desconocer si alguna entidad del Estado viene realizando estudios sobre las razones de por qué un sector de la población no acude a vacunarse, a fin de poder tomar decisiones en tiempo real y plantear mejores estrategias.
“De los casi 4 millones de personas de 40 o más años que viven en Lima, un aproximado de 12% no ha recibido ninguna dosis de la vacuna. Las razones pueden ser varias, pero lo malo es que esto no se ha estudiado. Solo se hicieron encuestas hace varios meses sobre la intención de ir a vacunarse”, lamentó.
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Taype dijo que en base a las razones que tienen las personas para no acudir a vacunarse se podrían construir mejores estrategias, como políticas de difusión. Otra alternativa es ampliar el rango de edad para que poblaciones más jóvenes reciban la vacuna. “Es cierto que los jóvenes tienen menos riesgo de morir por COVID-19 que los mayores, sin embargo, a esperar que este grupo retorne por la segunda dosis, mejor es darle uso a las vacunas así sea en personas con menor riesgo”, señaló.
Al igual que Taype, el médico Percy Mayta destacó que lo que falta en este contexto es que el Ministerio de Salud realice estudios que permita identificar los grupos de personas que no quieren vacunarse y cambiar estrategias que faciliten el acercamiento a ellos. “No podemos solo esperar que los que no se han vacunado, acudan a hacerlo. Eso no va a funcionar”, sentenció.
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