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Desde un botón hasta una bicicleta: de todo había en el bazar de don Teodoro Bullón. Hace un siglo, el empresario era popular en la entonces cosmopolita ciudad de Jauja tanto por organizar los campeonatos de tiro al blanco o de ciclismo, como por llevar a sus calles empedradas el primer automóvil o donar el terreno para construir el aeropuerto. Hoy, este hombre vinculado a la modernidad de su época es recordado por su vocación como fotógrafo, profesión con la cual, curiosamente, nunca se identificó. Para él resultaba, tan solo, uno de los tantos servicios que ofrecía su bazar ubicado frente a la Plaza de Armas.
Por años, la artista visual Sonia Cunliffe no solo investigó en la producción fotográfica de Bullón, sino en la principal divulgadora de su obra, de la cual posee una importante colección de placas de vidrio. Y es a partir de las reproducciones digitalizadas de estas placas que presenta la muestra “Todos los nombres” de Bullón [y los tiempos indelebles de Cunliffe], en la que la artista interviene y recorta copias actuales (no se trata de material ‘vintage’, ciertamente) del viejo maestro y las suma manualmente con fondos, cielos, techos y portones retratados por ella, yuxtaponiendo registros, tejiendo imágenes a manera de “patchwork” y armando curiosos retablos que nos recuerdan a los cuentos cuyas ilustraciones emergen con la técnica del “pop up”. “Hoy está muy en boga lo digital, pero a mí me gusta escaparme de eso y usar lo manual. Prefiero la sensación del contacto con el material, armar la composición, lograr la tridimensionalidad”, explica.
Cunliffe recicla las pruebas de laboratorio realizadas para la muestra dedicada a Teodoro Bullón que presentó en junio de 2017. Cada una de las 300 fotos recortadas parece un fragmento de la profusa representación del mundo andino que supo hacer del comerciante jaujino. “Así como Bullón retrataba en su estudio a las personas vestidas con sus atuendos típicos, posando delante de curiosos fondos europeos, también retrataba a los mismos clientes, en el mismo lugar, con ropas occidentalizadas, los hombres con sus corbatas y sombreros de ciudad, las mujeres con las llicllas y sus mantas. Él va registrando ambos mundos, como un estudio antropológico de lo que fuera Jauja hace un siglo”.
La artista recortar cada grupo de personajes y va construyendo y multiplicando la presencia de estos personajes anónimos, atenta al diálogo que se produce entre ellos, sugiriendo sutilmente las formas del retablo o de la tabla de Sarhua, guiño de una artista contemporánea que se inspira en las tradiciones regionales. Y como si abriera su juego, cada obra de Cunliffe lleva al lado una lupa que permite al espectador detenerse en cada rostro, cuyo nombre, lamentablemente, no ha llegado a nosotros. “Para mi esta es una muestra bipersonal, una colaboración entre Bullón y yo, jugando con los tiempos”, añade la artista.
Más información
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores, Jr. Ucayali 391, Lima. Día y hora: Jueves 9 de junio, 12 m. Horario: Martes a viernes, de 10 am a 8 pm; sábados y domingos: hasta las 6 pm. Ingreso: libre.
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