Álvaro Velarde:  "Cinta 'El candidato' está contra el engaño”
Álvaro Velarde: "Cinta 'El candidato' está contra el engaño”

Reflejos delirantes de Toledo o Alan García. Una campaña presidencial estrambótica. La vocación por ironizar la realidad hasta volverla irreal del cineasta Álvaro Velarde. El debut en el cine de Los Chistosos (Hernán Vidaurre, Manolo Rojas, Guillermo Rossini y Giovanna Castro). Con estos condimentos, “”–afirma su director– apela a la sátira para hacer un reclamo a los que hacen política con ligereza. 

¿Puede la ficción superar a la realidad sorprendente de la política?
Creo que las dos se dan. En la ficción uno puede crear lo que quiera, y en la política peruana parece que pasa lo mismo, porque ahí sucede de todo. “El candidato” tiene tanto elementos de la ficción como aquellos que nos recuerdan a la realidad, y estos no se diferencian mucho.

Sueles explorar las posibilidades del lenguaje del cine. ¿“El candidato” sigue ese camino?
Hay algo de eso. Esta vez quise hacer una película que llegue a todo el mundo, con un mensaje de antipopulismo, esperanza y hasta patriótico, además de otros elementos que no quería alejarlas del público.

¿Apostaste por Los Chistosos desde un comienzo?
No. Empecé a escribir el guion sin pensar en algún actor. Luego sí me costó encontrar a los actores para la película. A Los Chistosos los había escuchado mucho por la radio. Hasta que dije: “¿Por qué no podrían ser ellos?”. Hay gente talentosa que es estigmatizada porque repite ciertas cosas. A veces dicen: “Fulano es solo para comedias”, cuando podría ser un buen actor de drama. Depende del talento de la persona y de cómo se la dirija. Inicialmente algunos me dijeron que ellos no eran actores o las personas idóneas para la cinta, pero creo que le han dado un tono que nadie se lo podría haber dado. Ellos manejan muy bien la comedia, los gestos y la caricaturización. Lo que hice fue regular eso. Algunos esperan que la película se parezca a un cierto tipo de humor de la televisión, pero “El candidato” no tiene nada de eso.

¿Cuál es el límite entre la sátira y la caricatura?
La película está caricaturizada, obviamente, con mucho humor. Y tiene momentos de excesos. Creo que es una sátira con varios niveles de lectura: te puedes matar de la risa, pero atrás hay un reclamo y una amargura contra esta gente que toma la política de un modo tan liviano. La película se mueve entre la sátira y la caricatura de una manera…

¿Consciente?
Armoniosa. No llega a ser un ‘cartoon’ total, pero sí hay elementos que son como una abstracción de la realidad.

¿”El candidato” nace de ese desencanto de los peruanos por la política?
Trabajé hace años con Alejandro Toledo, cuando era presidente, en el programa “The Royal Tour” organizado por Prom-Perú y Travel Channel, el cual muestra los atractivos de distintos países con el presidente como anfitrión.  Ahí hice trabajos de producción y vi una serie de cosas del comportamiento de Toledo increíblemente divertidas. Con esas anécdotas hice el boceto de un guion, que nunca terminé. ¿Has visto “El gran dictador” de Chaplin?

Ahí se caricaturiza a Hitler.
Totalmente, y el poder cae en manos de una persona que pierde el contacto con la realidad y prácticamente está delirando. Esos elementos son buenos para la comedia, que puede mostrar cómo es una persona internamente y cómo se comporta externamente de otra manera. Ahí se me quedó el bichito de hacer algo. Hasta que comencé. Me decía: “Los últimos 30 años hemos estado con estos políticos que son unos payasos e irresponsables”. La cinta es también una reflexión sobre la responsabilidad de la gente que vota, porque esto es una dinámica de a dos entre el votante y el candidato, o sobre por qué esos candidatos llegan al poder.

¿Muestras tu postura política a través de la comedia?
No. Es una postura ética o moral. La película no es derecha o de izquierda, simplemente está en contra del populismo o el engaño. Es un llamado a la responsabilidad hilvanado en una serie de anécdotas muy divertidas.

¿De dónde proviene tu predilección por la comedia?
Creo que de una visión absurda de las cosas. Tomármelas en serio no va con mi estilo.  Me da risa cómo dos personas pueden ver la misma mesa y tener apreciaciones totalmente distintas sobre ella. Eso es divertido y te lleva a un conflicto que crea el drama para una comedia. La diferencia de percepciones entre las personas siempre es graciosa.

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