Jorge Basadre tuvo la tarea de reconstruir la Biblioteca Nacional del Perú tras su incendio en mayo de 1943. (Foto: Archivo BNP)
Jorge Basadre tuvo la tarea de reconstruir la Biblioteca Nacional del Perú tras su incendio en mayo de 1943. (Foto: Archivo BNP)
Juan Carlos Fangacio

Esta historia la recoge el periodista David Hidalgo en el , extenso reportaje sobre la larga y trágica historia de robos, incendios y saqueos de la . En 1947, cuatro año después del incendio que destruyó gran parte del local de la institución en la avenida Abancay, el historiador Jorge Basadre, encargado de su reconstrucción, descubrió por la prensa una noticia sorprendente: un millonario en Estados Unidos había donado la mitad de su fortuna a la vieja biblioteca limeña.

Ansioso por conocer más –y por supuesto entusiasmado por la casi milagrosa noticia–, Basadre comenzó a indagar sobre el personaje. Se trataba del magnate Paul Hohenau, un ciudadano austriaco de ascendencia judía que había trabajado como cónsul del Perú en Viena. Gracias a esa labor, había obtenido un pasaporte peruano. Y gracias a ese pasaporte es que fingió ser ciudadano de nuestro país para, a fines de los años 30, huir del horror del nazismo. Esa doble nacionalidad le había salvado la vida. Y su agradecimiento al Perú iba a ser eterno.

Así quedó la Biblioteca Nacional del Perú tras incendio en 1943 (Foto: Archivo BNP)
Así quedó la Biblioteca Nacional del Perú tras incendio en 1943 (Foto: Archivo BNP)

UN DURO REVÉS
Lamentablemente, aunque Hohenau logró viajar a Estados Unidos y se asentó en San Francisco, su donación iba a seguir un rumbo terrible e inesperado. El testamento en el que expresaba su deseo de destinar la mitad de su fortuna al Perú fue impugnado por sus dos hijas. Ellas, coludidas con sus respectivos esposos, buscaban declarar nulo el documento para quedarse con la herencia.

No era la primera vez que las dos mujeres habían mostrado su voraz ambición. En 1935 habían logrado a encerrar a su padre en un manicomio en Milán. Hohenau consiguió eventualmente salir del centro de salud mental y las desheredó por su falta de afecto. Años más tarde, tampoco acompañaron a su padre durante la enfermedad que padeció hasta su muerte. Y el día del sepelio, ninguna se apareció.

La desventura de Hohenau tampoco quedaría allí. Se sabe que su patrimonio –que incluía cuentas en Zurich y Berna, un millón de dólares en Nueva York, varios inmuebles y hasta una hacienda– también incluía varias obras de arte de enorme valor. Muchas de ellas fueron incautadas por la Gestapo y una en particular, el "Mercado de caballos" de Julio von Blaas, acabó en la Colección Linz, del museo personal de Adolph Hitler. Todo apunta a que el propio abogado de Hohenau, a quien él le había confiado sus piezas, lo traicionó y vendió algunas de ella en una subasta.

Toda la infausta historia fue armándose de a poco frente a la incredulidad y frustración de Basadre. La herencia de Hohenau fue finalmente dividida en partes iguales entre sus hijas y una fundación con el nombre del difunto. Pero el dinero nunca llegó al Perú. "Todas las gestiones de Basadre fueron infructuosas –escribe Hidalgo–. El nombre Hohenau pasó casi al olvido junto con ese nuevo despojo para la Biblioteca Nacional".

Carta de Jorge Basadre a José Luis de Cossio, cónsul general del Perú en Nueva York, EE.UU., para pedirle información sobre la herencia (Foto: Archivo BNP)
Carta de Jorge Basadre a José Luis de Cossio, cónsul general del Perú en Nueva York, EE.UU., para pedirle información sobre la herencia (Foto: Archivo BNP)

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