Parece que señalar a Juan Santos Atahualpa como un personaje mítico de la insurrección indígena es una intento por ocultarlo, una forma de relegarlo al grupo de los personajes desconocidos del siglo XVIII en esta parte del continente.
Sin embargo, su historia es fascinante. Se trató de un políglota que tuvo la capacidad de reclutar tribus diversas para luchar contra el virrey español. Todo esto cuatro décadas antes de la famosa rebelión de Túpac Amaru.
Juan Santos Atahualpa desaparecería en 1756, dejando un halo de misterio en su legado. Probablemente este hecho es vital al momento de explicar por qué su imagen no está en un nivel superior al que hoy se le atribuye.
Sin embargo, felizmente hay personas que se han servido de este momento de nuestra historia antigua para investigar y trabajar obras, como lo es “El fuego en la niebla”, la novela ganadora del VII Premio de Novela Breve Cámara Peruana del Libro 2015.
Conversamos con su autor, el escritor José Luis Villanueva Victorio.
-En pocas palabras, ¿de qué trata la novela que has escrito?
“El fuego en la niebla” presenta dos niveles de realidad: primero el tema histórico y luego el fantástico. Es una historia del desamor que profundiza el despecho que puede degenerar cierta descomposición individual, pero también social. Es una historia de venganza, de traición, de intriga amorosa, todo dentro de estas secuencias históricas que fueron respetadas de manera muy rigurosa. Es una investigación muy profunda y también ahondé en la cosmovisión de las etnias que ayudaron a Juan Santos Atahualpa en su levantamiento.
-¿Qué te llamó la atención de este personaje?
Él no era un hombre común. No se sabe si era indio o mestizo. Lo que sí se conoce es que sabía latín, hablaba de manera muy desenvuelta el español, el quechua, el asháninka, y acaso el inglés, porque Juan Santos Atahualpa decía tener contacto con los ingleses, que habían hecho una alianza para recuperar su reino. Me llamó la atención este personaje políglota, y que no solo era ilustrado sino que además tenía un gran liderazgo. Él pudo reunir a diversas etnias amazónicas que vivían dispersas. Otra cosa que me llamó la atención fue que este personaje nunca fue derrotado por los españoles.
-Para situar un poco al público, ¿la historia se podría decir que transcurre cuántos años antes de la Rebelión de Túpac Amaru?
Casi cuarenta años antes. Fue en el año 1742.
-¿Quién es el narrador de la historia?
Lo que sucede es que en 1752 los españoles atraparon a tres indios seguidores de Juan Santos Atahualpa y estos empezaron a hacer ciertas revelaciones. Por ejemplo, dijeron que había un hombre blanco escribiente y limeño en el séquito de Juan Santos Atahualpa. Ahí se me ocurrió que mi narrador sea él, un mestizo que tire más para blanco, que sea una suerte de escribano de la rebelión. El personaje que relata se llama Cosai y es de dudosa moral.
-¿Consideras que tu obra es un poco compleja para la lectura?
Sí, puede ser algo compleja porque abordo la cosmovisión asháninka y amuesha. Incluso utilizo un breve glosario al final del libro y un mapa para la buena comprensión de la zona. Además, he utilizado deliberadamente un lenguaje alambicado, antiguo, algunas veces lírico. Pero sí, es una obra un poco más difícil.
-¿Es una característica común en tus obras previas?
No. Mi obra anterior se llama “Final del arco iris” y era un cuento largo que trataba acerca de un médico corrupto que trabajaba en la Morgue y se dedicaba al tráfico de cadáveres y órganos. Ahí usé un lenguaje más simple. Trato de acomodarme siempre al personaje.
-¿Tu novela puede enmarcarse en la categoría de historia novelada o en el de novela histórica?
Considero que este libro tiene dos planos de realidad. La historia madre es una realidad fantástica. Y la historia hija es la ambientada en el siglo XVIII, en la selva central, esa es la parte histórica. Pero yo no me atrevería a clasificar mi novela de manera contundente.
-¿A qué se debe el título “El fuego en la niebla”?
Es algo metafórico. El que narra, de alguna manera, tiene que ver con este elemento del fuego. Y la niebla porque, en el lugar que se narra la historia, hay mucha niebla, propio de la temporada. Pero también aludo a que la rebelión es como el fuego. Una chispa que estalló en la selva central.
-¿Se puede hacer una comparación entre la rebelión que tú investigaste y la que lideró Túpac Amaru?
Son rebeliones muy distintas, que no tuvieron ningún tipo de contacto. Juan Santos Atahualpa se rebeló en 1742 y 10 años después apareció por última vez. Luego se le perdió el rastro. Él decía que era descendiente de los incas pero no existe manera de comprobarlo. Mientras que en el caso de Túpac Amaru, es distinto. Conocemos mucho más de su historia.
-¿Consideras que hay un poco de desinterés hacia la historia de Juan Santos Atahualpa?
Claro que sí. Se trata de un héroe olvidado, injustamente postergado. Él fue un precursor de lo ocurrido posteriormente con Túpac Amaru. Si bien no hubo relación entre ambas rebeliones, la de Santos Atahualpa se dio antes. Creo que este personaje merece mayor atención. Y además nunca fue derrotado por los españoles.
-¿Hay ideas sobre el amor o sobre el desamor en tu novela?
Es una novela sobre el desamor. Es un tema muy común. ¿Quién no ha sido rechazado por la persona amada? Quise abordar este tema de manera más profunda. El texto no es tan desmoralizante pero contiene una reflexión enriquecedora.
-¿Qué tan importante fue para ti ganar el premio de la Cámara Peruana del Libro?
Ha sido un estímulo para mi labor literaria que me ha permitido conocer personas maravillosas. Me siento satisfecho.
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El autor en charla con “El Comercio”.
-¿Qué proyecto literario tienes en mente?
Quiero escribir una novela que abarque a todos los fantasmas del Perú.
-¿’Fantasmas’ en qué sentido?
Vivimos en un país muy diverso, plagado de seres fantásticos, en la sierra, en la selva. Hay ‘aparecidos’, están los ‘duendes’, la ‘viuda negra’. Y muchos más.
-¿Y de qué manera quieres tratar esta temática?
En eso estoy. Quiero interrelacionar estas historias. Primero debo terminar de recopilarlas. Es algo complicado pero ahí está el trabajo.
-Finalmente, ¿qué dos libros te marcaron como lector?
“La guerra del fin del mundo” de Mario Vargas Llosa, que creo que es la mejor novela escrita por un peruano. Y en segundo lugar, “Un mundo para Julius”, que es una novela que me encanta.