En el 2013 una polémica eliminación de un reality de canto hizo que su nombre se convierta en tendencia en las redes sociales. Era la primera vez que el programa “La Voz” se emitía en Perú y la potencia vocal de Adalí Montero no pasó desapercibida. Además de las muestras de afecto y el apoyo que recibió del público, el mayor regalo que obtuvo de aquella época fue el aprendizaje. “Creo que si eso no hubiese pasado no hubiera crecido tanto como siento que lo he hecho. Me motivó a seguir buscando, a explorar y ver por dónde iba, más allá de hacer covers”, señala. El resultado de esa búsqueda ha dado origen a “Hipófisis”, tercer álbum de estudio con composiciones propias que este 29 de julio presenta en Lima. Antes de su participación en la televisión, Adalí ya había grabado dos discos: “Boleros in fussion”, con ritmos del mundo producido por Jaime Cuadra; y “Volver”, primera producción con canciones personales. Luego viaja a México, país en el que trabajó en Televisa como couch vocal. De regreso a Lima, sus amigos la convencieron de participar en “La voz”. Nueve años después de aquella experiencia quiere dar a conocer su aprendizaje y crecimiento como cantautora.
—Hay una gran diferencia entre lo que cantabas en tus inicios y lo que presentas en este tercer álbum.
Es completamente distinto y tiene que ver mucho con la exploración, el salir del país y conectarte con otras culturas. Es un disco más world music, ese es el concepto. Actualmente, siento que tengo las posibilidades de poder versionar diferentes estilos y darles mi toque. Y dentro del world music tienes esa posibilidad, puedes cantar de todo, rock blues, reggae, muchos géneros pero los adaptas a tu estilo.
"Me interesa que quienes me escuchen sepan cuál es mi esencia, que tengo una propuesta lírica y muchas cosas qué decir".
—Es un trabajo que se hizo en Argentina.
Sí y tiene mucha influencia pandémica porque fue hecho desde un lugar muy personal, muy profundo, porque estaba en una situación de encierro y situaciones que me tocaron bastante. Fue una serie de muchas cosas las que hicieron que explore y me conozca mucho más.
—Confluyen también muchos ritmos peruanos.
Hay un huayno que se llama, “Los sueños de hoy”, jamás me imaginé explorar por ese lado, pero son cosas que salen, hay landó, jazz, reggae. Luego está “El dolor ya pasó” que inicia el tema a ritmo de cajón. Quería que este trabajo tenga un ritmo fusionado, pero que también tenga una cuota mía, de mi país, aunque lo estaba produciendo en Argentina. Siento que es un reflejo claro de la profundidad de las cosas que pesan y por supuesto de lo que extrañaba. Creo que valorar lo nuestro es una de las cosas positivas de estar fuera de tu país.
—El tema “Los sueños de hoy” que acabas de mencionar suena mucho a protesta social. ¿Qué la inspiró?
Es una canción en la que quise volcar esa bronca que tenía por la situación que se vivía en el mundo, en plena pandemia es una canción muy cruda. Y para hacer este tipo de canción hay que utilizar instrumentos minimalistas, así que usamos solo piano, cajón y bajo para acompañar mi voz, que es una especie de grito. Mezclo temas de los que la gente no quiere hablar, pero que son importantes para mí. Me interesa que quienes me escuchen sepan cuál es mi esencia, que tengo una propuesta lírica y cosas qué decir. El video se hizo con caricaturas y carteles que también se van a proyectar en el concierto.
—Tu álbum tiene un nombre muy particular, ¿por qué lo llamaste “Hipófisis”?
Porque es la glándula que rige todo el tema hormonal y yo tengo un prolactiloma, que es una especie de tumorcito benigno que me detectaron hace mucho pero que con tratamiento de pastillas y esas cosas no es complicado. Este quiste ocasiona desórdenes hormonales dentro de mí que en mi caso se manifiesta con cambios de humor muy marcados. En plena pandemia, que me agarró en otro país, me provocó un gran descontrol. Por eso es que este disco es muy variado, porque era botar lo que sentía en diferentes momentos. Por eso las canciones no tienen un concepto lineal, porque tienen que ver con este cambio de emociones. Ese descontrol de emociones se reflejan en este disco.
Antes y después de “La Voz”
—¿Cuáles fueron tus primeros pasos en la música?
Bueno, soy comunicadora social de profesión, estudié en la Unifé. Fue en esa época muy particular, cuando aún no estaba consciente de que cantaba, que empezó. Fue lindo descubrir, mientras estudiaba, que podía dedicarme a la música. En la Unifé conocí a Julie Freundt (que es exalumna) en un evento musical dentro de la universidad. Ella tuvo la generosidad de convocarme, fue mi primer contacto con alguien del medio. Por entonces yo no tenía idea que tenía condiciones para cantar. En el colegio estuve en el taller de música, pero era algo improvisado. Julie fue invitada a cantar durante la semana universitaria y me escuchó. Luego conocí a Gerardo Manuel que me llevó por el camino del rock y el blues. Esas experiencias me ayudaron a definirme por dónde quería ir.
—Aunque sucedió hace casi una década, ¿cómo recuerdas el momento de tu eliminación en “La Voz Perú” y todo lo que eso generó?
Esa situación se fue de rosca y creo que tuvo que ver con que algunos ya me conocían y yo ya venía con cierta experiencia. Además estábamos dentro de un programa de televisión y allí se juegan muchas cosas que no tienen que ver necesariamente con quién canta mejor. Lo veo más como un juego, y nosotros somos las fichas. Hay jugadores y ellos buscan cómo ganar, para eso tienen que escoger las fichas que más les convenga. Esto yo lo entendí con los años. En ese momento lo sentí un poco personal, pero ahora en el lugar de los jurados también pensaría en qué es lo que más me conviene si quiero ganar. El público lo ve y siente de otra manera, discute, se pelea, pero yo creo que eso es normal y es quizás lo más rico de este tipo de competencias.
—¿Cambió en algo tu vida tras este suceso?
Creo que si eso no hubiese pasado yo no hubiese crecido tanto como siento que lo he hecho. Al ver que no conseguí lo que esperaba me motivó a seguir buscando, a explorar y ver por dónde iba más allá de hacer covers, que por cierto, a la gente siempre le gusta. Empecé a viajar y buscar otros lugares donde pude conectarme.
—Luego tentaste suerte en “La Voz Argentina”.
Sí, tuve ganas de resarcir esa situación. Me fue mucho mejor allá y creo que tuvo mucho mayor peso porque allí nadie me conocía. Una cosa es irte a un programa en tu país donde quizás no hagas colas enormes para tener una oportunidad y otra es ir a un país como Argentina donde debes esperar a que pasen 20 cuadras de personas que quieren lo mismo que tú. Estar con miles y quedar entre las 30 que llegaron al programa fue un súper premio. En la vida los aprendizajes son importantes y es lo que te motiva a crecer.
—¿Por qué tardaste 10 años en sacar un nuevo disco?
Me pasaba que necesitaba saber quién era yo, porque sacar un disco y componer tiene que estar en relación con lo que sientes, debe haber algún sentido. No me sentía alineada con lo que realmente estaba buscando. Este álbum fue grabado de una manera muy particular. El estudio queda alejado de la ciudad, está en el campo, y eso me permitió olvidarme de todas las distracciones que había. Yo ya había grabado dos canciones con músicos de Celeste Carballo y Fito Páez, también había cantado en el Mundial de Taekwondo de Argentina, tuve encuentros musicales con artistas. Todo esto y la pandemia, me llevó a decir que ahora sí estaba lista para algo nuevo. Con este disco me he sentido auténtica, eso es lo más importante.
—El mundo de la música es complicado: ser reconocido y perdurar en el tiempo es un reto que pocos superan. ¿Por qué seguir intentando?
Porque hay que aprender a perseverar. A veces hay que bajar unos cambios para poder avanzar, tomar fuerza. Hay que saber que estamos en un mercado que cambia constantemente y que hay nuevas generaciones que quieren otras cosas. Hay mercado para todos. Cuando uno siente que pierde la viada, que entra en depresión, que no da más, hay que parar, tomar aire y seguir.
Lugar: Rock and Pez. Dirección: Av. Alfredo Benavides 2826, Miraflores. Fecha y hora: viernes 29 de julio, a las 8 p.m. Entradas: Joinnus.