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Una peña, tres voces y un corazón criollo: así nació “Amores de Peña, el musical criollo”
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José Allemant no creció tocando guitarra ni cantando valses a viva voz, pero la música criolla ha sido el hilo invisible que ha unido a su familia por generaciones. En cada almuerzo con su abuelo, en cada sobremesa con su padre, la música sonaba sin pedir permiso: Eva Ayllón, Lucha Reyes, Óscar Avilés. Por eso, aunque su nombre está más asociado a la producción teatral contemporánea, él tenía una certeza clara: “La música criolla está en nuestro ADN. Solo necesitábamos recordarla. Y qué mejor forma que con teatro y emoción”.
Así nació "Amores de Peña: el musical criollo", una propuesta íntima y potente que ha convertido el Teatro Boulevard en una verdadera peña, donde el público no solo observa: canta, ríe, se emociona y recuerda. Con solo tres actores —Érika Villalobos, Hugo Salazar y Francisco Luna— y dos músicos en escena, la obra ha logrado llenar cada función.

Allemant, también creador del exitoso "Cariño Malo", explica que esta vez apostó por un formato más pequeño, portátil y cercano.
“Quería hacer un musical con alma de bar, de patio, de fiesta de casa. Donde el espectador no esté separado por la famosa cuarta pared, sino que sea parte viva de la historia”. Y lo logró: desde el ingreso al teatro, el espectador se convierte en cómplice. La música en vivo —con guitarra y cajón— no espera al telón: comienza desde antes, desde el aire.
La fuerza de lo simple
A diferencia del despliegue escenográfico de "Cariño Malo", que reunió a más de 30 artistas en el Teatro Municipal, "Amores de Peña" ocurre en un espacio reducido para solo 80 personas por función. Pero esa limitación es su mayor virtud.
“Este formato permite que la gente viva el espectáculo de otra manera. Erika se pasea entre las mesas, Hugo improvisa y cambia todo cada noche. No hay dos funciones iguales. Y eso hace que el público se ría, cante y sienta que está viviendo algo único”, cuenta Allemant.
El texto, escrito por Francisco Luna, hilvana el encuentro de tres personajes decepcionados del amor que se cruzan, sin saberlo, en la misma peña. Lo que comienza como una velada cualquiera se transforma en una historia de vínculos, heridas, humor y canciones que atraviesan generaciones.
“Son temas que todos hemos escuchado alguna vez, incluso sin saberlo. Esa es la magia: los llevamos dentro”, dice el productor.
Un homenaje necesario
Allemant es consciente de que la música criolla, aunque profundamente nuestra, está en riesgo de quedarse atrapada en el pasado. Por eso, su apuesta es doble: renovar el género y conquistar nuevas audiencias. “Antes de montar estos musicales, hicimos un sondeo: muchos chicos de 17 o 18 años no sabían qué era música criolla. Nunca la habían escuchado. A mí eso me dolió. Y me impulsó”.
Inspirado por grandes musicales como "Hello, Dolly!" o "Annie", decidió que el teatro era la mejor vía para volver a poner en valor un sonido que alguna vez unió al Perú entero. “No quise crear canciones nuevas. Quise rescatar las que ya existen, pero darles contexto, emoción y vida a través de una historia actual. Así los jóvenes las descubren, y los mayores las reviven”.
Una historia que seguirá viajando
“Amores de Peña” no solo se queda en Barranco. Gracias a su formato ágil y reducido, el musical ya ha recibido invitaciones para viajar a provincias, y hay conversaciones para presentarlo en Miami, incluso en Japón.
“Este espectáculo puede hacerse en cualquier bar, no necesita grandes teatros ni escenografías costosas. Solo requiere ganas de cantar, escuchar y emocionarse”, dice Allemant.









