Celeste Viale cumple 50 años sobre los escenarios
Celeste Viale cumple 50 años sobre los escenarios

La vida de Celeste Viale ha sido marcada, incluso desde antes de su nacimiento, por la muerte de su abuelo, el periodista Leonidas Yerovi. Su bisabuela, por ejemplo, dedicó gran parte de su vida a recopilar la obra de su hijo y a lograr que su asesino sea juzgado y pague por su crimen. Su madre continuó la tarea de compendiar el trabajo de Yerovi, y tras muchas visitas a la Biblioteca Nacional, logró reunir el archivo de toda su producción.

Viale no rompió esta suerte de tradición y, junto a su hijo, el dramaturgo Mateo Chiarella, reconstruyeron poco a poco la historia del abuelo. “Sabemos de sus obras de teatro y poesía, pero poco de su infancia y la importancia que tuvo en el movimiento literario de la época”, dice Viale. Tal vez por ello, a modo de reivindicación, escribió “Yerovi, vida y muerte de un pájaro cantor”, obra que actualmente se monta en el Teatro Ricardo Blume y en la que se destacan aspectos personales de su abuelo, como la relación con su esposa, con su madre y con la artista Ángela Argüelles.

— Se dice que Yerovi y Argüelles era amantes. ¿Tú qué crees?
Es probable. En esta obra doy a entender que han tenido algo, pero no me enfoco en eso sino en mostrar a un hombre lleno de contradicciones. Si bien era feliz y pícaro, también tuvo una vida muy dura. A los 17 años su mamá conoció al caudillo ecuatoriano Agustín Leonidas Yerovi Orejuela y tuvieron un amor furtivo (si fue amor), hasta que él regresó a su país y ahí quedó todo.

— ¿Le dejó algo más que el apellido?
Solo eso. Cuando Leonidas tuvo 15 o 20 años fue a buscarlo. Ahí fue que su papá murió para él.

— ¿Cómo plasma la figura paterna en su obra?
No existe.

La mamá de Celeste Viale tenía 3 años cuando su padre Leonidas Yerovi falleció, y 6 cuando su mamá dejó este mundo. Al quedar huérfanos, ella y sus hermanos Celeste y Leonidas tuvieron que mudarse con la abuela materna, quien perdió la vida al poco tiempo. Así fue que terminaron viviendo con la abuela paterna, aquella mujer que se encargó de que se hiciera justicia contra el asesino de su hijo. “Ella había quedado afectada y asumió que el nieto era la reencarnación del hijo. Recuerdo que mi mamá se quejaba por esas cosas que tienen algunas madres con los hijos hombres y que hacen que las mujeres de la familia desaparezcan”, agrega.

— En tu caso, con dos hijos hombres, ¿has sido ese tipo de mamá?
Me he preocupado por no serlo, pero tengo una buena relación con ellos, los adoro. Ellos tendrán que juzgar. Me cuido más de las nueras [risas].

— Ese es otro cantar...
[Risas] A ellos les digo que hagan bien las cosas porque luego ellas me van a reclamar que no les he enseñado bien.

–El llamado de las tablas–
Este año se cumplen cinco décadas del debut de Celeste Viale sobre las tablas. Fue en 1967 cuando el director Coco Chiarella le ofreció reemplazar a una actriz en un montaje del Teatro de la Universidad Católica (TUC), un papel mudo que duró entre 5 y 10 minutos, pero fue suficiente para que Ricardo Blume, fundador del TUC, le ofreciera al año siguiente aparecer como bailarina en una de sus obras.
La dramaturgia llegaría años más tarde, con los cuentos que inventaba para Jerónimo, su primer hijo. Una noche le narró la historia de cómo la luna y el sol se habían vuelto ambiciosos tras el alunizaje de un cohete estadounidense: se trató de “Ya hemos empezado”, obra que se estrenó en 1976 en una casa ubicada en el hoy Museo de Arte Contemporáneo.

Con Mateo, el segundo hijo, llegó la historia de tres actores que disfrutan de una canción y un zorro que quiere que esta deje de sonar. Se llamó “La melodía misteriosa” y fue estrenada a inicios de los 80 en el Cocolido, cuyo espacio ocupa hoy La Tarumba.

— Cincuenta años después, ¿qué crees que te ha dado el teatro?
Un montón de cosas, tanto alegrías como tristezas en todo sentido. Mi formación me dio cierta capacidad resolutiva, porque vivíamos en una época en donde la carencia era lo normal. Con decirte que uno de mis hijos nació el día que estrenamos “La empresa perdona un momento de locura”. Toda esa mañana estuve haciendo los carteles y a las 8 de la noche, cuando abrí la boletería, me empezaron los dolores. Terminó la obra y me llevaron a la clínica.

— ¿Y de qué te ha privado?
Me hubiera gustado pasar más tiempo con mis hijos, aunque los llevábamos a todas partes. Eso tiene su lado bueno. Yo no sé si habrán sido felices en el Cocolido, con nosotros abajo en la función y ellos jugando con el perro. El teatro, por esta necesidad de tener que resolver, quizá me haya privado de tener más tiempo para desarrollar otras cosas. Pero creo que todo se compensa.

Más información
Lugar: Teatro Ricardo Blume (Jr. Huiracocha 2160, Jesús María). Horario: lunes, jueves y viernes, 8 p.m.; sábados y domingos, 7 p.m. Entradas: Teleticket.

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