Es conmovedor el respeto que muestran los cómicos ambulantes –muchos de ellos artistas con más de 25 años de trayectoria– por Christian Ysla. ‘Profe’ es su palabra favorita, y la repiten una y otra vez mientras se dejan dirigir durante el ensayo técnico del Primer Campeonato de Cómicos Ambulantes. A poco del estreno, tanto Caballo como Cotito se muestran dubitativos en la coreografía de inicio, pero siguen las indicaciones de su profesor Christian.
El cariño no es gratuito. La relación se inició hace algunos años. “Todo comenzó con el llamado de Marisol Palacios, cuando había un área de cultura en la Municipalidad de Lima. El primer taller que hicimos con los cómicos fue de técnica actoral y luego continuamos desarrollando números. Hicimos una temporada en la Plazuela de las Artes, que ahora creo que ya no existe, y fue un éxito. La gente los quiere mucho”, comenta Christian Ysla, director del espectáculo.
El Primer Campeonato de Cómicos Ambulantes no deja de ser una combinación de gustos y estilos. En primer lugar tenemos el clásico humor callejero de once cómicos: Jofre, Chola Cachucha, Kelvin, Mostrito, Frejolito, Cholo Peter, Caballo, Cotito, Coqui, Nabito y Petete.
Por otro lado, tenemos la competitividad exigida por Ysla, quien enmarcó la idea en un formato de ‘match’ haciendo que los cómicos se enfrenten con monólogos, agregando reglas que invitan a elevar su creatividad: además de tener un tiempo límite, cada uno puede utilizar no más de tres lisuras. “En la calle ellos están luchando minuto a minuto por mantener a su público, que en cualquier momento se para porque no te quieren dar un sol”, sostiene Ysla sobre el paso de los cómicos de la calle a las tablas. “Aquí eso no es un problema, en el teatro la gente ya pagó su entrada. ¡Se fregaron!”, agrega entre risas.
De la calle al teatro
Por donde se le mire, el salto a las tablas de los cómicos ambulantes debe diferenciarse de su paso por televisión años atrás. “Para empezar, esta es una gran producción”, afirma Ysla. “Los Productores nos está dando un teatro de 600 personas, recién inaugurado, con luces, proyecciones. Estamos llevando su arte a otro nivel, pero con la misma esencia. El producto es el mismo, pero el empaque está bonito”.
La alegría que desborda cada cómico durante los ensayos, sin embargo, es eclipsada por el intento de sacarlos de emblemáticos lugares como el Parque Universitario y la alameda Chabuca Granda. “No quieren dejarlos trabajar en estos espacios, y las instituciones involucradas se tienen que dar cuenta de que las empresas están viendo en ellos valores artísticos y culturales, ¿cómo les van a quitar la calle? Es una lucha”, manifiesta.
El reclamo, claro está, no es gratuito. Ysla explica que si bien hay muchos cómicos que caen en el facilismo, un gran grupo se ha preocupado por mejorar profesionalmente. “La del cómico ambulante es la cultura más esencial que tenemos, la gente que no tiene para ir a un teatro va y se sienta a ver a alguien que con arte le dice sus verdades. Necesitamos eso”.