Minsk. El presidente saliente Alexander Lukashenko se aseguró este domingo la reelección para un quinto mandato al frente de Bielorrusia, tras obtener un 83,49% de los sufragios en unos comicios contestados y boicoteados por la oposición.
Alexander Lukashenko, de 61 años, extenderá así sus 21 en el poder en Bielorrusia, cuando los europeos prevén levantar las sanciones impuestas a quien Washington apodó el "último dictador de Europa", con frecuencia acusado de graves violaciones a los derechos humanos, de reprimir a la oposición y acallar a la prensa.
La jefa de la Comisión Electoral Central de Bielorrusia, Lidiya Yermoshina, indicó durante una rueda de prensa televisada que Alexander Lukashenko obtuvo un 83,49% de los votos, frente al 4,42% de la candidata opositora Tatiana Korokevich, que llegó en segunda posición
Alexander Lukashenko buscaba un elevado porcentaje de participación para que el escrutinio fuera reconocido por los occidentales, a pesar de los llamados de la oposición de Bielorrusia a que se mantengan las sanciones contra el país.
La Comisión Electoral Central anunció antes de conocerse los resultados oficiales que la participación fue del 86,75%, si bien en la capital de Bielorrusia, Minsk, el porcentaje descendió hasta el 73,33%.
La votación en Bielorrusia contó con observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), pero los opositores consideran que el presidente ya hizo trampas en el juego impidiendo a sus dirigentes presentarse a las elecciones.
La importancia de estos comicios no despertaba expectativas por el resultado, sino por su peso en la decisión que la Unión Europea (UE) tome sobre las sanciones impuestas en 2011 a Minsk, a raíz de la violenta represión consecutiva a la polémica reelección de Alexander Lukashenko en el 2010.
"Los occidentales quieren sobre todo asegurarse de que no hay nuevos arrestos de opositores, violencia, ni persecución de la prensa", explicó un diplomático a la AFP.
Alexander Lukashenko, en el poder desde 1994, multiplicó en los últimos meses los gestos de buena voluntad, sobre todo liberando a seis opositores encarcelados, incluido uno de sus antiguos rivales de las presidenciales tras cinco años en prisión.
La liberación fue apreciada por Bruselas que a fin de mes tomará una decisión sobre las sanciones.
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'Dictablanda'
Ninguno de los pesos pesados de la oposición en Bielorrusia ha sido autorizado a participar, en cambio, en las elecciones del domingo. La oposición llamó a boicotearlas y exigió a la UE el mantenimiento de las sanciones.
La flamante ganadora del Nobel de Literatura, la bielorrusa Svetlana Alexievich, dijo el sábado en Berlín que cualquier acercamiento con la "dictablanda" de Alexander Lukashenko sería un error.
Alexander Lukashenko "no es un hombre digno de confianza", es "un 'hombre soviético' y no va a cambiar jamás", dijo Alexievich, que denunció que las elecciones estaban amañadas.
Tatiana Korokevich, de 38 años, fue la única de los tres candidatos opositores que esbozó una campaña electoral, reuniéndose con votantes y concediendo entrevistas.
"Aquí el presidente tiene mucho poder, desde temas de seguridad a la economía. Actualmente alguien que lleve falda no puede tener este tipo de atribuciones", dijo Alexander Lukashenko tras emitir su voto acompañado de su hijo Nicolai, de 11 años.
Alexander Lukashenko votó acompañado por su hijo Nicolai. (Reuters)
Asimismo, el presidente saliente había advertido a la oposición que no toleraría eventuales manifestaciones tras la votación, como ocurrió en el 2010.
Desde el inicio de la crisis ucraniana, Alexander Lukashenko maniobró hábilmente para imponerse como mediador entre Rusia y los europeos, hasta el punto de acoger en Minsk las negociaciones de paz de Kiev con los separatistas prorrusos.
Rusia, que ayuda financieramente a su vecino, desconfía por su parte de los intentos de acercamiento de Alexander Lukashenko a los países occidentales.
Poco después del lanzamiento de la intervención rusa en Siria a finales de setiembre, el presidente Vladimir Putin reiteró su voluntad de extender la presencia militar rusa en Bielorrusia, con una base aérea.
Lukashenko se opone, pero pide armas a Moscú para, según dice, poder defender codo con codo su territorio frente a las fuerzas de la Alianza Atlántica.