En uno de esos arrebatos de honestidad brutal, en plena reunión del G7, Donald Trump rompió los protocolos y calificó al presidente de Egipto, Abdelfatah Al Sisi, como su “dictador favorito”.
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Lo que suponía una polémica diplomática no pasó a mayores, pero queda en el recuerdo que, en medio de la cumbre celebrada en el 2019, el exmandatario de Estados Unidos soltó una cruda verdad en medio de una broma de mal gusto.
Porque justamente de eso se acusa a Al Sisi, ser un dictador.
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En diálogo con este diario, el periodista español y analista internacional Javier Martín definió a Egipto como una hipodemocracia, es decir, una nación dirigida por un líder autoritario, casi siempre militar, que busca revestirse de una democracia para tener legitimidad internacional.
De allí se puede explicar que Al Sisi fuera reelegido en el 2018.
“En Egipto hay elecciones, pero es él quien las domina. En Argelia pasa lo mismo, el ejército es el que domina. En esos países normalmente los procesos electorales están amañados”, anota Martín.
Lo que dice este editor jefe de la agencia Efe en el norte de África coincide con la definición que la Deutsche Welle tiene de Al Sisi: “es un militar y político que se convirtió en presidente de Egipto en junio del 2014, tras haber liderado un golpe de Estado contra el presidente Mohamed Mursi”.
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SUS PRIMEROS AÑOS
Abdelfatah Al Sisi nació en El Cairo en noviembre de 1954, como el segundo de una familia acomodada de ocho hijos. Según France 24, los vecinos lo recuerdan como un “niño particularmente disciplinado”.
“Mientras que otros niños del lugar jugaban fútbol o fumaban, Al Sisi y su grupo de amigos levantaban pesas hechas de tubos de metal y piedras”.
Su padre, un comerciante “que dirigía un puesto en el bazar turístico”, hizo que todos los días, al salir del colegio, lo fuera a ayudar en la tienda. Pero el joven Al Sisi quería entrar al Ejército, y finalmente, se graduó de la academia militar de Egipto en 1977.
Lo que siguió fue una carrera militar que se combinó con estudios en otros países, como en el Reino Unido (Escuela Británica Militar del Personal, 1992) y Estados Unidos (Escuela de Guerra del Ejército, 2006).
Sus compañeros de la época, cuenta France 24, lo describen “como una persona introvertida y claramente muy entregado”.
Su idea, cuenta el portal, era revertir la mala imagen del islam.
APARECE EL DICTADOR
Para el 2013, Al Sisi ya era jefe del ejército y ministro de Defensa y, con esos títulos, se dirigió a Egipto por televisión nacional. Su demanda: el presidente Mohammed Mursi, líder de los Hermanos Musulmanes, tenía 48 horas para renunciar, o tendría que pagar las consecuencias.
Euronews explicaba, por entonces, el contexto:
“Las relaciones entre el ejército y el presidente no han sido de sumisión. En un mitin [...] se traspasó la línea roja al llamar Mohamed Mursi a la intervención extranjera en Siria, al mismo tiempo que los religiosos sunitas radicales llamaban a la guerra santa”.
Y agregó:
“El ejército reaccionó recordando su papel de defensor de las fronteras, y, posteriormente, el 23 de junio, el general Al Sisi en persona advirtió que los militares no permitirían que Egipto entre en un túnel oscuro de conflictos de recibir luchas sectarias ni el colapso de las instituciones del Estado”.
Esto fue antes del 1 de julio, cuando el general mandó un ultimátum “al poder político para que encontrase” una solución a la crisis.
La opinión pública apoyó a los militares, y, según cuenta la agencia de noticias, en un evento en una gran plaza, los civiles coreaban: “El ejército y el pueblo unidos”.
Lo que siguió fue el golpe de Estado. Mursi se negó a renunciar, fue arrestado, y Al Sisi tomó el poder.
France 24 recuerda:
“A la declaración le siguieron semanas de protestas masivas contra el gobierno de Mursi, el cual falló en sacar al país de la crisis política y económica que le siguió al derrocamiento del gobernante Hosni Mubarak durante las protestas de la Primavera Árabe en el 2011”.
Con el apoyo de la mayoría, Al Sisi, menos de un año después, “ganó las elecciones presidenciales de manera aplastante con el 96,9% de los votos”.
CONMIGO O CONTRA MÍ
Se acusa a Al Sisi de liderar un régimen que atenta contra de los derechos humanos, sobre todo de aquellas personas que parecen ser contrarias al oficialismo. Así lo anota Amnistía Internacional en uno de sus informes sobre Egipto.
Por supuesto, las noticias también son censuradas por el gobierno, que trata de controlar toda la información relacionada a ellos. Valdría ver los detalles de la entrevista que el show “60 Minutes” le hizo en el 2019.
Y, claro, lo que se sabía del coronavirus era conocimiento vital.
“Las autoridades restringieron la difusión de información sobre la COVID-19 que se desviara de la versión oficial y detuvieron a personal sanitario que expresó preocupación por la seguridad”, escribe AI.
El régimen de Al Sisi también se ha caracterizado por responder “protestas pequeñas y poco frecuentes” con el uso “ilegítimo de la fuerza”, así como son usuales las detenciones masivas y controles de seguridad al azar. Gases lacrimógenos y perdigones también son frecuentes.
Sobre los derechos políticos, se sigue “limitando severamente la libertad de asociación de las organizaciones de derechos humanos y los partidos políticos”.
Por eso es tan paradójico que el dictador haya sido una pieza importante en el acuerdo del cese del fuego entre Israel y Hamas. Y que Joe Biden lo haya llamado para agradecerle su mediación.
Por lo menos, “El País” entiende que esta jugada de Al Sisi tiene como objetivo “retener su relevancia” en la región y cuidar “su alianza con Washington”. Porque, vale recordar, que Egipto “consiguió que Israel y Palestina firmaran los acuerdos del alto el fuego en el 2012, fiel a su convicción de actuar como una potencia regional”.
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