Para contar con los mejores profesionales en materia educativa, la evaluación docente se constituye como un mecanismo fundamental dado que, en principio, actúa como un filtro de calidad y excelencia. Justamente, el propósito de este concurso público de ingreso a la Carrera Pública Magisterial es asegurar que más de 6,7 millones de alumnos en instituciones educativas nacionales reciban una educación competente, en base a la habilidad y el mérito de los docentes. Acreditar los estudios universitarios, aprobar una serie de etapas de evaluación que incluyen competencias personales, habilidades prácticas y conocimientos pedagógicos, garantiza que solo los más capacitados y comprometidos ingresen al sistema educativo.
No obstante, hay una propuesta legislativa que puede debilitar este sistema de selección, al permitir el nombramiento automático de profesores después de solo tres años de contrato. A su vez, la eliminación de la evaluación de méritos después de tres años de contrato puede provocar que docentes que carezcan de habilidades y conocimientos adecuados accedan a una posición permanente. Para garantizar que solo los mejores profesionales permanezcan en el sistema educativo, es necesaria una evaluación continua y rigurosa.
La motivación de los docentes actuales y futuros se vería afectada negativamente por este tipo de medidas. La dedicación y el esfuerzo de los docentes pueden disminuir si saben que pueden obtener una posición sin tener que demostrar su capacidad. Todos los docentes son motivados por la evaluación de méritos para mejorar continuamente sus prácticas pedagógicas, asegurando una educación de alta calidad para los alumnos.
La distribución desigual de la calidad educativa también podría ser el resultado de un sistema educativo sin filtros rigurosos. Cuando se reduce el estándar de evaluación, las zonas rurales y menos favorecidas suelen verse más afectadas, ya que los docentes menos calificados podrían estar presentes en estas zonas, lo que perpetuaría la brecha educativa entre las distintas regiones del país. Solo se puede lograr la equidad en la educación asegurando que todos los alumnos, independientemente de su lugar de residencia, tengan acceso a profesores altamente calificados y comprometidos.
Otro aspecto por considerar es que la percepción de que los docentes han sido elegidos en función de sus habilidades y méritos influye significativamente en la credibilidad que se tenga por parte de la sociedad. Esta confianza puede verse afectada por una percepción de favoritismo o de una relajación en los estándares, lo que no solo afecta a los estudiantes, sino también a la sociedad en su conjunto. Para salvaguardar el futuro de nuestros jóvenes, el compromiso con la excelencia debe ser indiscutible.
Actualmente, los docentes enfrentan desafíos sin precedentes en el siglo XXI que requieren una adaptación y preparación constante. El papel del educador ha cambiado gracias al aumento del uso de la inteligencia artificial (IA) y la incorporación de la tecnología en la educación. Ahora es un facilitador del aprendizaje y un guía en el desarrollo de habilidades socioemocionales y críticas. Es esencial que los educadores tengan las habilidades digitales adecuadas y la habilidad de emplear las herramientas de la IA para personalizar y mejorar el aprendizaje de los estudiantes en este contexto.
Para enfrentar estos desafíos, el Ministerio de Educación debe actuar de manera proactiva en la capacitación continua de los docentes. Es fundamental contar con programas de capacitación que incluyan el desarrollo de competencias blandas, el manejo de tecnologías educativas y estrategias pedagógicas innovadoras. Además, la cooperación con organizaciones tecnológicas e instituciones de educación superior puede mejorar la capacidad de los docentes para educar en un mundo cada vez más digital y globalizado, al brindarles acceso a conocimientos y recursos actualizados.
El Ministerio de Educación debe implementar políticas que fomenten la actualización permanente de los docentes, brindándoles oportunidades de desarrollo profesional que les permitan estar al día con las tendencias y avances más recientes en la educación. Además de mejorar la calidad educativa, la inversión en la formación y el desarrollo de los docentes ayuda a la retención de talentos en el sistema educativo, asegurando que los mejores profesionales sigan comprometidos con la enseñanza.
De concretarse la propuesta legislativa que permite el nombramiento automático de docentes después de tres años de contrato sin evaluación de méritos habría un retroceso significativo en la calidad educativa en el Perú. Además de comprometer la equidad y la legitimidad del sistema educativo, la eliminación de filtros rigurosos en la selección de docentes pone en peligro la excelencia en la enseñanza. Para lograr que todos los alumnos accedan a una educación de alta calidad, es esencial mantener un compromiso firme con la meritocracia.
Los docentes solo podrán enfrentar los desafíos actuales y preparar a los alumnos para un futuro incierto pero lleno de oportunidades mediante la capacitación continua y el desarrollo de habilidades digitales y pedagógicas innovadoras. Debemos defender con determinación el derecho fundamental de la educación de calidad, asegurándonos de que nuestros educadores estén a la altura de las necesidades y expectativas del siglo XXI.