El Gobierno quiere hacerse un retoque cosmético. No quiere que se vean sus arrugas y defectos. Quiere mostrar una cara tersa, lisa y limpia, que no tiene.
Por el foro del APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico), el Gobierno dispuso feriados no laborales los días 14, 15 y 16 de noviembre. Además, ha ordenado que las clases escolares sean virtuales los días 11, 12 y 13 de noviembre.
El Gobierno no quiere que se sienta mucho el paro de transportistas de los días 13, 14 y 15. No quiere que los visitantes del APEC vean lo mal que estamos. El paro y las marchas delatan la incapacidad del Ejecutivo con relación a la tarea básica de todo gobierno: la seguridad ciudadana.
Los transportistas pierden días de trabajo. No piden alza de tarifas o exoneraciones tributarias. En este caso piden muestras de que el Gobierno hace algo frente a las extorsiones y el sicariato.
La presidenta Dina Boluarte y todo su Gabinete no quieren que los visitantes vean el tamaño de la protesta. Prefieren hacer una intervención cosmética, prefieren ponerse bótox.
El bótox es un uso estético de una toxina producida, a su vez, por una bacteria. Esa bacteria intoxica y envenena y puede producir botulismo, parálisis muscular y hasta la muerte.
El Gobierno prefiere parar la producción y los estudios escolares, con tal de no mostrar las arrugas. El país necesita producir. Necesitamos que los escolares se preparen más, no menos.
Las clases virtuales son discriminatorias e ineficientes. Discriminan a los estudiantes de colegios con menos recursos y a los hogares sin dispositivos inteligentes.
Incluso para los colegios y estudiantes que cuentan con los dispositivos y los programas, la clase virtual es mucho menos eficiente que la clase presencial. Son tres días en que se aumentarán las diferencias y se reducirá el aprendizaje.
Los feriados no laborables fueron dispuestos mucho antes que el anuncio de la huelga de transportistas. No se quería mostrar el caos cotidiano de la ciudad. Se pretendía mostrar un país que no era el nuestro.
Las intervenciones “cosméticas” no solo impiden ver la realidad. Muestran, también, una realidad fingida, hueca. Atentan, además, contra lo que más deberíamos alentar: la producción y la educación.
La clave está en el Ministerio del Interior. Ahí no hay planes, no hay dirección, no hay ni siquiera entendimiento del problema. Continuar con eso es optar cada vez más por la intoxicación.