Editorial El Comercio

Al Perú no le han faltado políticos desvergonzados en las últimas décadas. El expresidente Alejandro Toledo, recientemente condenado por corrupción, es un ejemplo notable. El Congreso convive también con varios de ellos en los escaños. Pero posiblemente sea la figura del exmandatario la más emblemática en este campo.

Hoy el Cuarto Juzgado Penal Colegiado de la Corte Superior Nacional dará inicio al juicio oral contra el también exgobernador de Moquegua, para quien la fiscalía pide 15 años de prisión y seis años de inhabilitación en cualquier cargo público. Se le acusa de corrupción en los casos de Lomas de Ilo y el Hospital de Moquegua, que, como recordamos, fueron destapados por la Unidad de Investigación de este Diario cuando Vizcarra todavía era presidente, hace casi cinco años. Según el fiscal Germán Juárez, Vizcarra habría recibido coimas de empresas constructoras por S/2,3 millones. Por su parte, la procuradora pública ad hoc para el Caso Lava Jato, Silvana Carrión, solicitó que Vizcarra y las compañías presuntamente responsables paguen una reparación civil de S/4,6 millones al Estado.

La evidencia acumulada en contra del expresidente es sólida. El Ministerio Público cuenta con diversos colaboradores eficaces que habrían participado de los negociados, testigos directos, documentos probatorios, etc. Lejos de preocuparse por su defensa legal ante tamaña carga de imputaciones, Vizcarra ha preferido la frescura y el cinismo. Desde sus redes sociales promueve con regularidad videos de contenido en ocasiones hogareño y en ocasiones político. Este año ha participado en distintas marchas y convocatorias contra el gobierno de la presidenta . Y, mientras tanto, continúa impulsando su partido Perú Primero con el anuncio de que él será el candidato presidencial, a pesar de hallarse impedido de postular debido a la inhabilitación que pesa sobre él tras el escándalo de su vacunación irregular.

Vizcarra es un hábil embustero que le mintió al país por varios años. Fue un enemigo de la institucionalidad democrática, un cobarde que se vacunó a escondidas y, según la fiscalía y su carga probatoria, también un corrupto. La estrategia política que parece estar armando ahora para defenderse en los tribunales no debe triunfar. El juicio que empieza dejará más claro el tipo de persona que gobernó el país por dos años y medio.

Editorial de El Comercio

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