El lunes 15 de marzo se conoció que César Acuña denunció a la editorial Penguin Random House y a Christopher Acosta por utilizar la frase ‘Plata como cancha’ en un libro. La siguiente crónica fue publicada el 20 de febrero:
Tiene muchísima plata pero no le basta. César Acuña Peralta reclama poder y reconocimiento. El primero lo ha encontrado a nivel congresal y subnacional (ha sido alcalde de Trujillo y gobernador de La Libertad); pero el reconocimiento le ha sido esquivo. O, más bien, le ha sido relativo: tiene títulos que ha conseguido con su fortuna y por los que tuvo que pelear en las cortes cuando una primera instancia se los anuló (como pasó con su doctorado en la Universidad Complutense, que esta se lo quitó pero la comisión jurídica de la Comunidad Autónoma de Madrid se lo repuso), ha acallado reclamos candentes (como los de su ex esposa Rosa Núñez o el del profesor Otoniel Alvarado que lo acusó de apropiarse de un libro suyo) con acuerdos conciliatorios que incluían fuertes desembolsos y cláusulas de silencio. Así no vale.
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De este hombre con gran fortuna y mayores pretensiones, aunque sin elocuencia para defenderlas, Christopher Acosta ha escrito un libro/expediente, conciso y documentado. Christopher es periodista de investigación con perspectiva para pescar, a través de las denuncias, la narrativa del personaje. Si ha agarrado a CAP de punto no es solo porque su biografía merece tal dedicación, sino porque este ha copado la tierra en la que se formó. Su ‘nickname’ en Twitter es @TrujiYo.
A Acuña también le faltó elocuencia para responder los cargos más serios que le hace el autor. Christopher me cuenta que recurrió a la intermediación de su hijo Richard Acuña y de su ‘hijo’ político, Luis Valdez Farías, pero no obtuvo respuesta. ¿Qué cargos son esos? Solo para precisar los de mayor implicancia política: el uso de fondos de la municipalidad de Trujillo para hacer subvenciones sociales de filo proselitista, y el irregular trasvase de fondos de la Universidad César Vallejo (UCV) al partido Alianza Para el Progreso (APP).
En el primer caso, Acuña, cuando ganó la alcaldía en el 2007, tras décadas de gestión aprista, encontró que la partida de subvenciones (ayuda directa a iniciativas de proyección social), era de S/. 600.000. Al final de su periodo era de S/. 3.384.044.
Gloria Montenegro, entonces regidora apepista, propuso en el consejo que el alcalde administrara esos fondos a su criterio (pág. 72). Y César cogió el guante de su correligionaria, protagonizando sonados episodios de uso arbitrario y proselitista que narra Acosta. Y Gloria (futura ministra de la Mujer y hoy militante morada), heredó la alcaldía los meses en que César la dejó para postular como gobernador. Por cierto, durante su campaña de reelección municipal, es que soltó a su comando electoral la frase ‘plata como cancha’, que más tarde fue pillada en un video y viralizada.
El segundo caso fue judicializado y el autor lo ha cubierto al detalle. A un chofer de la UCV, Enrique Fernández La Rosa, le pidieron su cuenta para depositarle sumas que debían ser usadas para gastos corrientes de la campaña del 2016. El chofer recibió cerca de S/. 1 millón, que fue retirando por partes, según se lo pedían; hasta que le llegó una notificación de la Sunat. El desenlace judicializado de esta historia y el círculo íntimo que montó el esquema de financiamiento irregular, está descrito en el capítulo ‘Una universidad con partido’.
Le pregunté a Christopher si Acuña busca el reconocimiento a través del poder: “En primer lugar, se ha fabricado un historial académico que es difícil de creer y certificar. La Universidad de Lima acabó por retirar su tesis de la biblioteca, ya sabemos lo que pasó con la Complutense. Y busca reconocimiento social en base al personaje político que ha creado”.
La clave de la última afirmación de Acosta está en el capítulo en el que cuenta que el 13 de marzo del 2020, pocos días antes de la instalación del actual Congreso (16 de marzo) y del inicio de la cuarentena, llevó a los 22 congresistas de su bancada a visitar su casa natal en Ayaque, provincia de Chota, Cajamarca. La idea era obvia: recordarles que tenía un origen muy humilde y se había encumbrado gracias a su esfuerzo de emprendedor. Gracias a esa saga, además, los 22 estaban en el Congreso.
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Sin embargo, Christopher aclara: “Pero lo que él no dice, es que en esa casa vivió sus primeros 4 años, y la familia se trasladó a una casa bastante grande en Tacabamba, la capital del distrito. Allí, su padre fue un próspero comerciante. La biografía de su hermano mayor, Virgilio, se acerca más a la realidad”. En efecto, Acuña ha creado una narrativa de su emprendedurismo donde hay engaño y mistificación.
“También le importa pagar afiliaciones a círculos selectos”, remata Christopher y, en otro pasaje, enumera los honoris causa que ha entregado en la UCV a premios nobel de la paz, como Rigoberta Menchú, la líder indígena guatemalteca que, por cierto, tiene una autobiografía que generó polémicas por la veracidad de algunos detalles.
¿Vacó o no vacó?
Este hombre que no fue de origen pobre pero sí modesto, hizo fortuna en Trujillo en el momento y el rubro preciso: la educación preuniversitaria en la década del 90. Y allí desplegó las cualidades que no se le adivinan cuando abre la boca: un sentido común que le ahorra perder el tiempo en reyertas y rencores. “Es muy pragmático”, subraya Christopher, “por eso, recurre a los acuerdos de desistimiento con cláusulas de silencio”. Pragmatismo es, también, como añade al autor: “No petardear a la Sunedu, como al comienzo pretendió, y haberse allanado a ella, logrando la acreditación de la UCV”.
No solo existen esas cláusulas que matan conflictos sino, como documenta Christopher, hay misteriosas operaciones que han volteado a su favor juicios e investigaciones donde casi siempre aparece Luis Valdez Farías, el ex presidente del Congreso, a quien Jenny Gutiérrez Vaisman (madre de Jair, el menor de los hijos de Acuña), llama, el ‘Doctor Maletín’ (pág. 85), aludiendo a recursos para arreglos non sanctos.
Con tanto emprendimiento y lío resuelto a cuestas, hijos adultos y un partido que consiguió la mayor cantidad de autoridades locales electas en la elección del 2018 y la segunda bancada más grande en la actualidad; ¿Acuña fue sensato y pragmático el lunes 9 de noviembre del 2020 cuando se decidió la vacancia de Vizcarra?
Con fuentes congresales y del entorno apepista, Christopher ha documentado que en el chat grupal de la bancada, temprano en la mañana, dijo a los 22 que en la noche anterior no había podido dormir y rogaba a Dios que los ilumine. Agregó una foto de la casa de Ayaque, donde los 22 habían celebrado al líder. No les dijo que vaquen o no. Valdez, que era su principal nexo con la bancada, ese día desapareció y se la pasó al lado de su ‘tío’ Humberto (hermano menor de César y actual congresista) en la clínica en la que este estaba internado.
La hipótesis del autor es que Acuña no solo optó por ser ambiguo, sino que al permitir que Valdez se ausentara, dejó a la bancada a su suerte y bajo el liderazgo espontáneo de Omar Chehade y Fernando Meléndez, que ya habían dado muestras de su afán vacador. ¿Por qué Acuña se puso de costado ese día a pesar de que el olfato político debió decirle que mejor era desmarcar de esa aventura y a pesar de que días atrás sí había sido explícito al tuitear y declarar en contra de la vacancia?
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Según el autor, Acuña sí sucumbe a la emoción y a la pica. Christopher encuentra razones (pág. 128-130): Vizcarra había hecho declaraciones pidiendo votar por ‘sangre nueva, gente joven’, lo que César sintió como un desdén hacia él y un guiño a Forsyth; y, peor aún, había dicho que un miembro de la bancada de AP y otro de APP, le habían sugerido postergar las elecciones. Ese maltrato a su nombre y su partido, le habrían hecho perder el miedo a la vacancia. Todo ello, con la anuencia de su consejero, el marketero político, el español Ismael Crespo, desde Murcia. Aún no se recupera de ese error.
Luis Iberico, ex presidente del Congreso y ex secretario general de APP, actual candidato a la 2da vicepresidencia, aún no ha leído el libro que acaba de aparecer. Tras hacer esa aclaración, me dijo lo siguiente: “Por lo que he oído al autor, se trata de casos cerrados y acuerdos extrajudiciales perfectamente legales. Si hay algo que responder, lo harán los abogados de César Acuña”. Y cambia de tema, para contarme que su líder ya recorrió Norte y Oriente, ahora empieza por el Sur, y acabará en Lima, donde tiene más resistencia.