La producción cuprífera de MMG Las Bambas sigue paralizada, por segunda vez en menos de un año, debido a la conflictividad social que involucra a seis comunidades campesinas de la provincia de Cotabambas y los pocos avances del gobierno para una resolución. Las operaciones de la empresa minera en Apurímac se detuvieron a partir del 20 de abril, lo que ha significado US$400 millones en exportación de cobre desaprovechados y S/220 millones de pérdida en rentas para el país y la región, informó MMG el último jueves.
En tanto, las comunidades de Fuerabamba, Chila, Choaquere, Huancuire, Pumamarca y Chuicuni exigen al gobierno el levantamiento del estado de emergencia en los distritos de Challhuahuacho y Coyllurqui como primer paso antes de retomar el diálogo, pero el Ejecutivo se ha reafirmado en esta decisión. Desde mediados de abril, cuatro de las citadas comunidades han invadido predios de MMG y Nueva Fuerabamba.
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Desde el 10 de mayo —cuando se intentó llegar a un primer consenso con las comunidades en Pumamarca— hubo seis espacios de conversación que no concluyeron en acuerdos concretos y, aunque hubo visos de acercamiento el pasado 24 de mayo, la reunión realizada al día siguiente con el gobierno y la empresa minera nuevamente terminó sin resolución.
Mensajes disparejos y abiertas discrepancias
La ausencia de un interlocutor para resolver el conflicto por parte del Ejecutivo ha generado mensajes disparejos y abiertas discrepancias entre integrantes del gobierno. Mientras el 12 de mayo el primer ministro, Aníbal Torres, dijo que temía un “secuestro” por parte de comuneros, cinco días después el ministro de Comercio Exterior y Turismo, Roberto Sánchez, instaba a las comunidades restablecer la paz social como condición para levantar el estado de emergencia.
Entre el 19 y 20 de mayo, los titulares de Defensa e Interior más bien informaban que si no se concretaba el diálogo la Policía Nacional usaría “las armas que la Constitución y la ley otorgan” y se restituiría el estado de derecho “a la brevedad”.
Adicionalmente, las discrepancias se hicieron evidentes el 19 de mayo, antes de la tercera reunión que llevó a cabo el gobierno en Pumamarca, cuando el entonces ministro de Energía y Minas Carlos Palacios manifestó su disgusto respecto a la participación de Sánchez en el diálogo. “No sé qué hace ahí. Yo ni sabía”, dijo a Exitosa.
Los intentos por solucionar la crisis
Una gestión debilitada
Estas situaciones también han incidido en el entrampamiento del diálogo con las comunidades. A ello se suma la falta de estrategia del gobierno, lo que repercute en el inexistente liderazgo y negociadores adecuados, según comentaron Raúl Molina, exviceministro de Gobernanza Territorial; y Paola Bustamante, directora de Videnza Consultores.
Molina indicó que la estrategia no ha sido la adecuada y el conflicto “se ha empantanado porque se han cometido errores que han generado malentendidos entre las partes”. Por tanto, seguirá entrampado si no se tiene una estrategia global tanto en comunicación como en negociación. “Ahí es donde el gobierno es débil porque los interlocutores que están poniendo no son experimentados en este tipo de asuntos”, resaltó. Unida a esta debilidad considera que también existe una “gran impericia” en la atención de conflictos.
“[El gobierno] ha puesto a ministros a cargo [de solucionar el conflicto] que no necesariamente son buenos negociadores”.
Raúl Molina Exviceministro de Gobernanza Territorial
Bustamante resaltó que hay un recurrente desconocimiento de la problemática y la ausencia de una estrategia que identifique puntos en común para avanzar en el diálogo. Como consecuencia, no existe liderazgo. “Si el gobierno tuviese una estrategia, tendría un líder. Lo que vemos es que no hay quien asuma el liderazgo de la coordinación del Ejecutivo para el proceso de diálogo”, comentó sobre la inexistente figura de un interlocutor o interlocutora, que consideró puede ser la ministra Dina Boluarte.
Molina coincidió en que el Ejecutivo “ha puesto a ministros a cargo que no necesariamente son buenos negociadores”, además de no tener un viceministro de Gobernanza y secretario de Gestión Social y Diálogo fortalecidos. “[..] Sé que [el secretario] hace esfuerzos, pero como no hay un respaldo claro, la gente no lo reconoce como interlocutor. El titular de Mincetur estuvo tres días allá y no resolvió nada. El exministro de Energía y Minas tampoco resolvió nada. El mensaje de ‘los dos depongamos las armas y negociamos’ está bien, pero ha sido tardío”, agregó. El exviceministro también señaló que Las Bambas requiere una nueva estrategia de relación con las comunidades.
“Cualquier intervención [de los ministros] fuera de contexto puede azuzar el conflicto”
Paola Bustamante directora de Videnza Consultores
Paola Bustamante dijo que la falta de una estrategia también genera que “cada ministro diga lo que le parece”, lo que refleja falta de articulación. “Cualquier intervención fuera de contexto puede azuzar el conflicto”, alertó. Esto fue señalado también por Molina. “Cada ministro toma iniciativas por su lado, no son equipo. Basta con el estado de emergencia y que se diga que no se va a retirar, no hace falta amenazar”, consideró.
Como acciones inmediatas, Bustamante dijo que el primer ministro tendría que informar qué integrante del Consejo de Ministros será el encargado de liderar el proceso hasta su solución y tener una estrategia de acercamiento a las comunidades, se liberen los predios invadidos y empiece el diálogo. Molina apuntó que la salida debe incluir una mejor comunicación, así como ofrecimientos concretos en términos de desarrollo. “Ahora la negociación está entrampada porque piden que se compre el terreno por tercera vez”, finalizó.