Nora Sugobono

Era un febrero londinense -viento, lluvia, más viento- y una chica de 19 años de nombre hizo lo que cualquiera otra mujer en su situación habría hecho en pleno invierno: entró a una tienda cercana al lugar donde trabajaba (un centro de educación inicial) y se compró una prenda de abrigo para la temporada. En concreto, una chompa de origen peruano con base fucsia, motivos autóctonos y dos llamas blancas a la altura del pecho valorizada en 5,75 libras.

Hasta ahí podemos deducir algo que resulta casi una obviedad basándonos en el clima. Incluso podríamos llegar a afirmar que la joven Diana requería de dicha pieza de ropa principalmente porque -para ese entonces- ya pasaba buena parte de su tiempo en el campo, junto a la familia de su prometido. Lo hacía en el castillo de Balmoral, ubicado en el concejo escocés de Aberdeenshire, donde (por motivos, esta vez, geográficos) hace bastante frío.

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Aquel “sweater” no había sido confeccionado con fibra de alpaca, ni mucho menos era de las prendas más caras de la tienda. Era, más bien, bastante asequible. Sin embargo, y siendo nuestra materia prima tan buena, la chompita no solo cumplió con creces la función para la cual fue creada -dar calor a quien la usase; incluso en Escocia- sino que terminó convirtiéndose en todo un fashion statement cuando Diana escogió usarla para una sesión de fotos oficial. Esa elección (que envió a millones de personas un mensaje poderosísimo que abarca desde la libertad hasta la pluralidad) no solo la convirtió a ella en un referente de la moda de la noche a la mañana: también hizo que el mundo pusiera los ojos en el Perú.

La tienda donde esa chica de origen aristocrático, que poco después se convertiría en la , se llamaba Inca y fue única en su clase y en su tiempo. Como lo fue la mujer que protagoniza esta historia.

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En la temporada más reciente de la serie The Crown, Diana Spencer (interpretada por la actriz Emma Corrin) aparece con la famosa chompa en una escena previa a su compromiso con el Príncipe Carlos. En la vida real, sin embargo, la joven fue fotografiada usando la prenda después de que se anunciara su enlace. Foto: Netflix.
En la temporada más reciente de la serie The Crown, Diana Spencer (interpretada por la actriz Emma Corrin) aparece con la famosa chompa en una escena previa a su compromiso con el Príncipe Carlos. En la vida real, sin embargo, la joven fue fotografiada usando la prenda después de que se anunciara su enlace. Foto: Netflix.

Mundo real

La peruana Luisa Porras vive en Estados Unidos desde el noventa, pero pasó buena parte de su vida en Inglaterra. Allí, y por más de dos décadas, Luisa se dedicó a hacerse cargo de la tienda Inca, un proyecto empezado por su madre, Lucha Benavides de Porras, promotora y entusiasta de la difusión de la artesanía peruana en el mundo. “Mi mamá había empezado a vender artesanía con unas socias inglesas en una tienda en Lima, en Conquistadores”, recuerda Luisa. “Al poco tiempo se dio cuenta del interés que había en estos objetos y cuando me mudé al extranjero decidimos abrir un local ahí. Inca, The Peruvian Shop debe haber sido la primera tienda de este tipo en Londres -sino en el mundo- en ofrecer exclusivamente artesanía peruana de calidad, y de la manera en la que lo hicimos” continúa Porras, quien habla por primera vez en este artículo sobre su historia.

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Piezas de distintas regiones del Perú adornaban las vitrinas de Inca, todas enviadas a Londres por avión y con los mayores cuidados posibles. “En el primer piso vendíamos ropa (chompas rústicas, sacos, faldas, ponchos, todo hecho a mano) y en el segundo teníamos artesanía: tapices, cerámica, retablos, marcos cajamarquinos, piezas de hojalata; artesanía de calidad. En aquel entonces la imagen del Perú afuera no era como lo es ahora, la gente no sabía mucho sobre nuestro país”, cuenta.

Eso no tardaría en cambiar.

Arte que muestra el frontis de la tienda de artesanías Inca. El local estaba ubicado en el distrito londinense de Belgravia y fue un proyecto impulsado por la peruana Lucha Benavides de Porras. Su hija, Luisa Porras, se encargó de administrar el espacio desde inicios de la década del 70 hasta 1989, cuando se vendió el local. Foto: L. Porras.
Arte que muestra el frontis de la tienda de artesanías Inca. El local estaba ubicado en el distrito londinense de Belgravia y fue un proyecto impulsado por la peruana Lucha Benavides de Porras. Su hija, Luisa Porras, se encargó de administrar el espacio desde inicios de la década del 70 hasta 1989, cuando se vendió el local. Foto: L. Porras.

Hacia la década del 70 se había puesto de moda en París el look “étnico”, con piezas clave (como las chompas) en el atuendo regular. Poco después de la apertura de Inca una periodista de la revista Vogue pasó por el local, y notó que allí había un diferencial. “Un día recibí una llamada. Querían que les prestemos la ropa para un editorial. No había nadie más en Londres que tuviese algo como lo que teníamos”, sostiene Luisa. Chompas rústicas, ponchos, guantes, chullos... en total fueron cuatro páginas en la publicación de moda más importante del mundo dedicadas a mostrar lo que era el Perú a través de sus tejidos.

Inca se convirtió así en un referente; en un espacio trendy, casual, pero muy chic, sobre todo para las jóvenes de la época. En 1981, cuando Diana Spencer llegó a la tienda a adquirir una de sus piezas, Inca ya era bastante famoso entre las chicas de su generación. No fue una casualidad, por lo tanto, que la futura Princesa de Gales entrase. Lo que esa visita trajo, no obstante, fue un fenómeno que jamás habrían podido imaginar.

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En 1971 la revista Vogue dedicó 4 páginas a hablar de Inca. En la foto, la modelo inglesa Jean Shrimpton luciendo prendas de la tienda. Otras celebridades famosas en visitar dicho espacio fueron las actrices Katharine Hepburn y Julie Christie. Foto: Luisa Porras.
En 1971 la revista Vogue dedicó 4 páginas a hablar de Inca. En la foto, la modelo inglesa Jean Shrimpton luciendo prendas de la tienda. Otras celebridades famosas en visitar dicho espacio fueron las actrices Katharine Hepburn y Julie Christie. Foto: Luisa Porras.

“Yo no sabía quién era ella, no la reconocí”, comenta Luisa. “Las chicas que trabajaban en la tienda en ese entonces me avisaron: ‘es la novia del ’, que trabajaba en un centro de educación inicial cercano”, recuerda. Diana Spencer compró una chompa bautizada como “Santa Rosa”, hecha en Puno, cuyo precio era de 5,75 libras esterlinas de la época (unos 8 dólares) y pagó la prenda con un cheque, que tiene como fecha el 4 de febrero de 1981. En mayo de ese mismo año, la futura princesa posó en los jardines del castillo de Balmoral usando la prenda tras hacerse público su compromiso, y las cosas no volvieron a ser las mismas. Ni para Diana, ni para Luisa.

“Ella era como una influencer, mucho antes de que el término siquiera exista”, nos cuenta la conductora , sobrina de Luisa Porras y nieta de Lucha Benavides. Antonia recuerda haber ido a la tienda de niña, y recuerda muy bien la importancia que tuvo Diana para ellos. “Fue mucha suerte que ella eligiera usar la chompa en ese día tan importante. Que la combinara como la combinó, que salieran esas fotos maravillosas. Todo sumó. Si bien lo que Diana usaba siempre tenía un impacto fuerte, al día de hoy si tú buscas en cualquier revista del mundo cuáles fueron los diez looks más icónicos de Diana de Gales, la chompa peruana va a estar”, sostiene.

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Esta es la copia del cheque que Luisa Porras conserva como recuerdo con la firma de Diana. En él se leen claramente su nombre "Lady Diana Spencer", la fecha (febrero de 1981) y el costo de la prenda: 5,75 libras esterlinas de aquella época.
Esta es la copia del cheque que Luisa Porras conserva como recuerdo con la firma de Diana. En él se leen claramente su nombre "Lady Diana Spencer", la fecha (febrero de 1981) y el costo de la prenda: 5,75 libras esterlinas de aquella época.

“Fue una locura después de eso. En una semana vendimos unas 400 chompas”, dice Luisa Porras. La foto de Diana usando aquella pieza había salido prácticamente en todas las publicaciones del planeta, y los turistas no se hicieron esperar. “Siempre estábamos muy orgullosos, y la razón número uno fue poder tener un mercado para la artesanía peruana”, continúa Luisa.

Pero la chompa no fue lo único que Diana adquirió. Pasaron algunas semanas de la sesión de Balmoral y Lady Di regresó a la tienda para comprarse una canasta de mimbre, como las que se usan para hacer las compras en el mercado. Por supuesto que eso también salió en los periódicos, como todo lo que hacía ella, pero esta vez Luisa ya estaba preparada. Para ese momento Diana tenía un guardaespaldas, quien pagó en efectivo por dicho objeto.

“Y ahí”, añade Luisa, “se terminó el cuento”.

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