Hace unos años, Harvey Nichols, una importante tienda por departamentos inglesa, lanzó una curiosa campaña navideña llamada “Disculpa, lo gasté todo en mí”. Para ello, no solo crearon divertidas piezas de comunicación que mostraban a los afectados, perdón, a los regalados, recibiendo terribles regalos–el presupuesto le quedó corto al que regalaba–, sino que también crearon kits de regalos como tapones para el baño, un cepillo de dientes y hasta picaportes perfectamente empaquetados con el lema de la campaña. Por más loco que parezca, la campaña, además de ser una de las más exitosas a nivel de ventas para la marca, le generó tremendos ingresos extras por toda esta línea paralela de regalos egoístas.
Recordé esta campaña mientras pensaba en cuán estresados andamos durante estas fechas, buscando qué regalar a los hijos, pareja, padres, amigos y hasta al amigo secreto, pero jamás pensamos en nosotros. Lo peor de todo es que les dejamos a otros la opción de decidir qué queremos que nos regalen. Y seamos honestos: pocas veces dan en el clavo, a pesar de que ya eres experto en poner tu mejor sonrisa acompañada de la frase: “Uy, justo lo que quería”. Así que en esta Navidad quiero proponerte algo distinto: irnos de shopping juntos. No en el sentido literal, porque no iremos a una tienda y, gracias a Dios, no tendremos que soportar el infernal tráfico. Vamos a pasear a través de esta columna por esas cosas que deberías regalarte no solo porque las necesitas, sino porque las mereces. Tampoco tomes al pie de la letra los regalos que voy a proponerte; usa tu imaginación. El objetivo es que a través de mi lista recomendada tú construyas la tuya y te la compres en serio. ¿Listo?
1.- Un loro bien entrenado. Por favor, no cambies de página, tengo un punto. Necesitamos que alguien o algo nos pregunte constantemente por qué hacemos las cosas. Nos pasamos los días y a veces la vida en trabajos, relaciones, carreras, sin recordar cuál es nuestro porqué. El próximo año no pierdas un solo día divagando cual zombie de The Walking Dead, sin entender tu propósito. El loro obviamente no te dará las respuestas pero sí te repetirá el PORQUÉ hasta el cansancio y es necesario preguntarnos cosas antes que asumir que lo sabemos todo.
2.- Una escuadra. ¿Te acuerdas cuando eras chico y comprabas tus útiles? Bueno, la escuadra te va a servir para darles la real dimensión a los problemas. Algo que me ha servido en la vida es intentar poner las cosas siempre en perspectiva, dándoles su real tamaño. Necesitamos herramientas para dejar de ahogarnos en un vaso de agua.
3.- Un buen cortador de uñas. Alguna vez escribí sobre los peligros de los uñeros en nuestras vidas, aquello que creemos insignificante, un problema menor, una pequeñez que podemos resolver rápidamente, pero que –como al uñero– no lo atendemos y crece subrepticiamente, ganando carne y terreno. Incluso puede llegar a ser insoportable cuando te aprieta el zapato, metafórica y literalmente. Corta a tiempo y con precisión aquello que sabes que te impedirá avanzar.
4.- Una cama elástica. Esta bien caminar pero en esta vida, para alcanzar las cosas que queremos, tenemos que estar dispuestos a saltar una y otra vez, tomar impulso, agarrar viada, caernos y levantarnos para saltar más alto o hasta improvisar un buen volantín en el aire.
5.- Una caja de té verde. ¿No te ha pasado que te das una buena empanzada en el chifa, tomas tu tecito y te sientes una pluma? Regálate el próximo año andar más ligero por la vida, así tengas cosas complejas que cargar. Revisa tu mochila y saca de una vez culpas, miedos y conflictos que no te aportan nada como equipaje y quédate con lo necesario para transitar el camino.
6.- Un rascador de espalda. Ráscate, así no te pique nada. Decreta que necesitas y mereces un espacio durante la semana para ver a las palomas comer, si eso es lo que te provoca. Necesitas una cita con tu persona, para resetearte, entenderte y poder escuchar al regalo 1 (el loro).
7.- Un espejo retrovisor. Todo bien con mirar hacia adelante, pero también es importante mirar hacia atrás, respirar hondo, valorar y ser consciente de todo ese camino recorrido.
8. Una bolsa de caramelos. Ya sabes que si te la comes solo, empalaga, engordas y te cae mal. Ser generoso y disfrutar el acto de compartir es una de las sensaciones más deliciosas de la vida.
9. Un micrófono. Deja escuchar tu voz, lo que piensas, sientes, amas u odias. Atrévete a mostrar tu postura frente a las cosas, porque saber en qué crees permite a otros saber quién eres.
10. Un rollo de serpentina. La actitud convierte una noche oscura en una estrellada. La única persona que puede determinar que el 2020 sea tu año eres tú. La vida es una celebración. //