Ricardo León

Cuando era niño, estropeó dos televisores porque con un plumón indeleble anotaba en la pantalla los programas que habría en ‘su’ canal. Jaime Chincha jugaba a que sería broadcaster antes de que aprendiera esa palabra. Ya en la pubertad, después de ver a Alfonso Tealdo o a César Hildebrandt, el juego varió: ahora era un periodista y caminaba por la calle imaginando que hablaba a una cámara que lo ponchaba, contando incidencias del día.

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