Las ratas negras podrían no ser las culpables de los numerosos brotes de peste bubónica en Europa.
Ésta es la conclusión de nuevo estudio publicado en "Proceedings of the National Academy of Sciences", la revista semanal de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.
Según los investigadores, las repetidas epidemias de la peste negra -que llegó a Europa a mediados del siglo XIV- fueron causadas por otro roedor: el gerbilino o gerbillo ('Gerbillinae'), proveniente de Asia.
"Si estamos en la cierto, tendremos que reescribir parte de la historia", aseguró Nils Stenseth, autor principal del estudio, de la Universidad de Oslo, Noruega.
La peste negra, que se originó en Asia, llegó a Europa en 1347 y se convirtió en uno de los brotes más mortales en la historia de la humanidad.
Por 400 años la epidemia apareció y desapareció matando a millones de personas.
Siempre se creyó que las ratas negras fueron las responsables de que la plaga se estableciese en Europa, y que cada brote ocurría cuando las pulgas saltaban de un roedor infectado a un humano.
Las condiciones climáticas de la época no eran las óptimas para que proliferaran las ratas.
Condiciones climáticas
Sin embargo, Stenseth y sus colegas no creen que las ratas fueran las responsables.
Tras comparar los récords de los anillos de los árboles de Europa con 7.711 brotes, notaron que las condiciones climáticas no eran óptimas para un brote desencadenado por ratas.
"Para ello se necesitan veranos cálidos, sin muchas precipitaciones. Secos, pero no muy secos", explica el investigador.
"Miramos el amplio espectro de los índices climáticos y no hay relación entre la aparición de la plaga y el clima".
En cambio, el equipo cree que las condiciones específicas del clima en Asia podrían haber causado el aumento de la población de gerbillos, transmisores de esta enfermedad. Y eso, más tarde, desencadenó las epidemias en Europa.
"Demostramos que donde hubo buenas condiciones para los gerbillos y las pulgas en Asia central, la bacteria aparecía unos años más tarde en ciudades portuarias europeas y luego se expandía por el continente", afirma Stenseth.
Una primavera húmeda seguida de un verano cálido habría provocado un marcado aumento de los gerbillos.
"Estas condiciones son buenas para ellos. Significa que hubo una gran población de gerbillos en muchas áreas y eso es bueno para la plaga", añade.
Las pulgas, que también se desarrollan bien en esas condiciones, se pasaban a los animales domésticos o a los humanos.
Y como éste era un período de intenso tráfico comercial entre Oriente y Occidente, la plaga habría llegado a Europa siguiendo la ruta de la seda, explica el investigador.
La plaga hoy día
El equipo planea ahora analizar el ADN de la bacteria de la plaga tomada de antiguos esqueletos europeos.
Si el material genético muestra una gran cantidad de variaciones quiere decir que esta teoría es correcta.
Varias olas de la plaga llegada desde Asia mostrarían más diferencias que una cepa surgida de un reservorio de ratas. La plaga desapareció de Europa después del siglo XIX.
Sin embargo, todavía hoy día se registran brotes en otras partes del mundo.