Gracias al Gran Colisionador de Hadrones (LHC), donde trabajan cientos de científicos de todo el mundo, es posible comprender más el Universo y, además, utilizar el conocimiento que ahí se obtiene para desarrollar tecnología que usamos todos los días.
Pero dentro de la comunidad científica existen voces que llaman la atención sobre los posibles peligros que pueden generar el uso de un acelerador de partículas.
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Uno de ellos es Martin Rees, cosmólogo de la Universidad de Cambridge, quien relata en su libro "Sobre el futuro: perspectivas para la humanidad", los tres posibles escenarios en los que un acelerador de partículas podría destruir la Tierra.
Pero, ¿qué es un acelerador de partículas? Por ejemplo, LHC es como un gran laboratorio (tiene 27 kilómetros de diámetro) donde las chocan a velocidades cercanas a la luz.
Para Reese, el uso de estos aceleradores podrían traer efectos no deseados. El primer escenario catastrófico, asegura, se daría si durante su actividad, el acelerador generara un agujero negro, que comenzara a tragarse todo alrededor, acabando así con la Tierra en cuestión de minutos.
El segundo señala que a grandes velocidades, los quarks -que conformar las partículas como protones o electrones- podrían volverse a ensamblar en otros objetos (otras partículas) densamente comprimidos.
Este nuevo tipo de partícula elemental podría convertir todo lo que toque en una nueva y exótica forma de materia transformando el planeta en una masa muy pequeña.
La tercera posibilidad, la más extrema para Reese, es una catástrofe que se tragaría el mismo espacio. Según explica, el vacío podría volverse inestable ante la gran energía dentro del acelerador cuando chocan las partículas.
Esto escenario podría desencadenar lo que llaman "transición de fase" que rasgaría el tejido del espacio, causando que se destruya no solo la Tierra, sino todo a su alrededor.
Sin embargo, en opinión de la mayoría de científicos, estos escenarios son casi imposible.
Por ejemplo, se conoce que en los aceleradores se generan microagujeros negros, pero estos no tienen posibilidad de crecer pues duran la cien billonésima parte de un segundo.
En cuanto al segundo escenario, las colisiones de partículas ocurren a cada momento a la atmósfera por la radiación cósmica, y así ha sido durante miles de años y la tierra no se ha destruido, según explica el diario ABC.
El mismo Reese acepta en su libro que estas posibilidades son ínfimas, pero afirma que los científicos deben tenerlas presentes.
“La innovación suele ser peligrosa, pero si no asumimos los riesgos podemos estar renunciando a los beneficios”, asegura.
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