Desde hace 40 años, Europa, una de las 79 lunas de Júpiter, ha llamado la atención de los astrónomos por sus características especiales que la harían amigable para la vida. Las misiones espaciales en el Sistema Solar han brindado información suficiente para convertir a este cuerpo espacial en uno de los objetivo prioritario de investigación en la búsqueda de vida.
Si bien los científicos creen que esta luna helada tiene agua líquida debajo de su superficie, no se tenía confirmación directa de la presencia de moléculas de agua en Europa. Ahora un equipo de investigación internacional, encabezados por el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, ha logrado detectar por primera vez vapor de agua sobre la superficie de Europa, lo cual brinda fuertes indicios de que haya océanos de agua líquida debajo de su superficie.
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“Elementos químicos esenciales (carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo y azufre) y fuentes de energía, dos de los tres requisitos para la vida, se encuentran en todo el Sistema Solar. Pero el tercero, el agua líquida, es algo difícil de encontrar más allá de la Tierra”, señala Lucas Paganini, científico planetario de la NASA que dirigió la investigación, en un comunicado.
“Si bien los científicos aún no han detectado el agua líquida directamente, hemos encontrado la siguiente mejor opción: el agua en forma de vapor”, detalla.
Paganini y su equipo detallan en un estudio publicado en en la revista Nature Astronomy que detectaron la liberación de 2,360 kilogramos por segundo en Europa, lo suficiente para llenar una piscina olímpica en cuestión pocos minutos.
Además, los investigadores descubrieron que el agua aparece con poca frecuencia, al menos en cantidades lo suficientemente grandes como para detectarla desde la Tierra.
“Para mí, lo interesante de este trabajo no es solo la primera detección directa de agua sobre Europa, sino también la falta de ella dentro de los límites de nuestro método de detección”, afirma Paganini.
Otros científicos creen que la fuente del agua en la superficie de Europa podrían ser depósitos poco profundos de hielo de agua derretida o que el fuerte campo de radiación de Júpiter esté eliminando partículas de agua de la capa de hielo de Europa, aunque esta segunda opción se debilita con el nuevo estudio, detalla el investigador.
Para poder detectar las columnas de vapor de agua, los investigadores observaron el satélite desde el Observatorio WM Keck, en Hawai, por largos períodos e identificaron columnas solo una vez durante 17 noches de observaciones entre 2016 y 2017.
Para ello usaron un espectrógrafo en el Observatorio Keck que mide la composición química de las atmósferas planetarias a través de la luz infrarroja que emiten o absorben. Las moléculas como el agua emiten frecuencias específicas de luz infrarroja a medida que interactúan con la radiación solar.
La detección directa del vapor de agua es el último paso en la serie de investigaciones en Europa. En primer importante descubrimiento fue realizado por la nave espacial Galileo de la NASA, que midió perturbaciones en el campo magnético de Júpiter cerca de Europa mientras orbitaba el planeta gigante gaseoso entre 1995 y 2003. Las mediciones sugirieron a los científicos que el fluido conductor de la electricidad, probablemente un océano salado debajo de la capa de hielo de Europa, estaba causando perturbaciones magnéticas.
Luego, en 2013, científicos usaron el Telescopio Espacial Hubble de la NASA para detectar los elementos químicos hidrógeno (H) y oxígeno (O), componentes del agua (H 2 O), en configuraciones columnas en la atmósfera de Europa.
“Esta primera identificación directa del vapor de agua en Europa es una confirmación crítica de nuestras detecciones originales de especies atómicas, y destaca la aparente escasez de grandes columnas en este mundo helado”, afirma Lorenz Roth, astrónomo y físico del KTH Royal Institute of Technology en Estocolmo, quien dirigió el estudio Hubble 2013 y fue coautor de esta investigación reciente.
Pero la detección del vapor de agua es especial porque es la evidencia más fuerte de la existencia de océanos en Europa y no se pudo realizar antes debido a que las naves espaciales no tenían la capacidad para realizar una detección tan compleja, aseguran los autores.
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