La creciente demanda por el jaguar en Latinoamérica estaría enfocada en reemplazar el ahora controlado y regulado tráfico de tigre asiático. Foto: Duston Larsen / San Miguelito.
La creciente demanda por el jaguar en Latinoamérica estaría enfocada en reemplazar el ahora controlado y regulado tráfico de tigre asiático. Foto: Duston Larsen / San Miguelito.
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El viernes pasado, tras nueve meses y 13 audiencias postergadas, la sala 7 del Palacio de Justicia de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra sentenció a Li Ming y Yin Lan, dos ciudadanos de origen chino, a cuatro y tres años de prisión. No era precisamente la pena máxima de seis años que esperaba el Estado para una pareja que fue detenida, en febrero de este año, por traficar partes de jaguares en Bolivia. Las autoridades incautaron 185 colmillos de jaguar, entre otras partes de este felino y de más animales silvestres.

Mientras esto ocurría, en algún lugar de los bosques las balas seguían tronando y más felinos caían con una mancha roja en el pecho, pese a los esfuerzos del Gobierno, de la Gobernación de Santa Cruz y de algunos municipios colindantes con el hábitat de los felinos, que instauraron decenas de procesos judiciales contra los traficantes de vida silvestre.

La viceministra de Medio Ambiente, Cintia Silva, está segura de que en todos estos meses que duró el juicio contra Li Ming y Yin Lan, el tráfico de colmillos y otras partes de animales ha continuado no solo en Bolivia, sino en varios países de la región y que prueba de ello es que se lograron abrir más de 80 causas judiciales (40 son los procesos que siguen vigentes) que buscan hacer visible que la matanza y el tráfico de animales silvestre es un delito en Bolivia.

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Nuevo informe revela peligros
Rodrigo Herrera, asesor legal de la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas, detalló que los juicios que abrió desde el 2008 el Ministerio de Medio Ambiente y Agua suman en total 64 y el resto fueron instaurados por las gobernaciones y municipios. Estos procesos son por delitos relacionados no solo con el tráfico de jaguares, sino también de tortugas, lagartos, aves, insectos, vicuñas, monos y osos jucumaris. “De todos esos procesos solo 11 han terminado con sentencia”, puntualizó.

Según el informe técnico elaborado por Fabiola Suárez, de Gestión de Biodiversidad y Flora Silvestre del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, desde la gestión 2014, los reportes y denuncias sobre tráfico de colmillos de jaguar se incrementaron de manera alarmante, razón por la cual, se motivó el inicio de 13 acciones penales por este tipo de casos, habiéndose concluido dos de ellos. Uno, el 9 de octubre de 2017, con la interposición de sentencia de privación de libertad de 3 años a dos personas (una de ellas de procedencia china), y el otro, el viernes 9 de noviembre pasado, cuando se condenó a Li Ming y Yin Lan a cuatro y tres años, respectivamente.

Li Ming y Yin Lan observan a un funcionario de la justicia en Bolivia que muestra un abrigo de piel de jaguar, como prueba del delito. Foto: Jorge Uechi.
Li Ming y Yin Lan observan a un funcionario de la justicia en Bolivia que muestra un abrigo de piel de jaguar, como prueba del delito. Foto: Jorge Uechi.

La viceministra de Medio Ambiente recuerda que el tráfico de colmillos de jaguar es parte del crimen organizado internacional y se ubica en el cuarto lugar del ranking de crímenes mundiales, después del narcotráfico, de armas y de trata de personas.

El nuevo estudio técnico elaborado por Fabiola Suárez, después de haber realizado una investigación de varios meses, lanza un dato aterrador: cada una de las partes del jaguar se vende en el mercado negro e ilegal de China y otros países de Asia al precio del oro o la cocaína, que sumando los cuatro colmillos, el pene, los huesos, la piel, la cola y los testículos ascienden a la astronómica suma de 1 295 000 dólares. Por citar unos ejemplos: un colmillo que en Bolivia un traficante compra por 200 dólares a un cazador boliviano, en China se vende a 5000 dólares, y el gramo del hueso molido en el mercado delincuencial de Asia cuesta 17,66 dólares, que sumando los 10 kilos que hace toda la estructura ósea supera los 187 000 dólares.

El apetito por el gran felino de América es tal que, según el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, hasta las heces fecales del jaguar son apetecidas porque supuestamente tienen propiedades para tratar dolencias como la malaria, las hemorroides y la epilepsia. También existe la creencia de que los  colmillos de jaguar sirven para combatir la rabia y el asma o lucirlo en el cuello como un símbolo de estatus; la sangre para dar fuerza al cuerpo; la piel para enfermedades mentales; los testículos para la tuberculosis; y la bilis para combatir las convulsiones. Todas ellas enfermedades a las que la medicina científica ya encontró cura o tratamientos con remedios que se encuentran en las farmacias a precios mucho más accesibles que los que el mercado negro asiático cobra por las partes del jaguar.

En China son altamente demandados los colmillos de jaguar. Los utilizan en medicina (por sus supuestas propiedades curativas), afrodisíacos y amuletos | Foto: Ecobol.
En China son altamente demandados los colmillos de jaguar. Los utilizan en medicina (por sus supuestas propiedades curativas), afrodisíacos y amuletos | Foto: Ecobol.

Esta danza millonaria de dólares beneficia a los actores que comandan el tráfico de animales silvestres y el eslabón más bajo, que son los campesinos o indígenas que cazan a los jaguares, se benefician con ínfimas sumas de dinero.

Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), el escenario de origen de este delito generalmente procede de las economías subdesarrolladas. Estas proveen los animales silvestres a precios que pueden representar una décima parte del precio real al que son comercializados en el mercado ilegal internacional, por lo que el tráfico de vida silvestre no solo atenta contra la biodiversidad, sino que indirectamente afecta al desarrollo económico de las comunidades indígenas.

El informe del Ministerio de Medio Ambiente y Agua también revela que la creciente demanda por el jaguar estaría enfocada en reemplazar el ahora controlado y regulado tráfico de tigre asiático que prácticamente está desapareciendo por la caza criminal que se ha venido dando durante años.

Ciudadanos chinos llegan hasta Iquitos buscan comprar colmillos y pieles de jaguar. Foto: Eduardo Franco Berton.
Ciudadanos chinos llegan hasta Iquitos buscan comprar colmillos y pieles de jaguar. Foto: Eduardo Franco Berton.

María Yandery Kempff Ibarra, directora de Recursos Naturales de la Gobernación de Santa Cruz, fue una de las autoridades que hizo posible que se detecte el tráfico de colmillos y otras partes del jaguar de Li Ming y Yin Lan, gracias a una investigación que realizó desde su departamento. Luego tocó las puertas del Ministerio Público para que se realice el allanamiento en un restaurante de pollos de la avenida Grigotá, donde fueron encontrados los 185 colmillos de jaguar, tres pieles de diferentes felinos, un chaleco de jaguar y un saco de leopardo africano, estatuillas presumiblemente esculpidas en marfil, dos cascabeles de serpiente, dos cuernos de ciervos de pantano y dos garras de pejichi y de jaguar.

“Con mucha seguridad se siguen cazando felinos, como jaguares y pumas, lo cual afecta a la supervivencia de nuestros bosques. La Gobernación hizo un par de denuncias más porque hubo ofertas que evidenciamos de personas que ofrecían comprar colmillos de jaguar”, dijo Kempff.

De acuerdo a lo que se ha conversado con las comunidades, explicó Yandery Kempff, se han encontrado casos en los que los chinos han ido a la zona a comprar los colmillos, y en otros, que ponen letreros en lugares públicos para que los cazadores sepan dónde acudir con las piezas de los animales.

Justamente fue un letrero lo que puso en alerta que Li Ming y Yin Lan se dedicaban al ilícito negocio, puesto que en las afueras de su restaurante de la avenida Grigotá de Santa Cruz había un letrero a través del cual se ofrecía comprar colmillos de jaguar.

Una versión ampliada de este reportaje de , una colaboración con el diario boliviano El Deber, fue publicada en Mongabay Latam.

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