La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) Y UNICEF España ofrecen diez consejos a tener en cuenta de cara a las familias que quieren entregar un teléfono móvil a sus hijos, alegando la responsabilidad y la madurez tanto del menor como de los padres.
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El decálogo busca fomentar la participación activa de los padres sobre la formación de los menores en el uso del teléfono móvil, así como el diálogo entre las familias. Se trata de transmitir información y valores en el uso del dispositivo, Internet y las redes sociales para hacer un uso responsable y garantizar los derechos de los niños en el entorno digital.
En primer lugar, se recomienda planificar la llegada del smartphone para que el niño entienda por qué va a tener un dispositivo de estas características y lo que implica. Tal y como explica la guía, “los adolescentes manejan la tecnología desde que son muy pequeños” pero “no siempre son conscientes de los riesgos a los que pueden exponerse”.
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Por tanto, a la hora de dar un móvil la familia ha de valorar el grado de madurez del menor. Incluso se puede firmar un contrato familiar para el buen uso del teléfono, en el que se detalla qué aplicaciones o sitios web podrá utilizar, a quién podrá llamar, el límite de tiempo diario o semanal, etc.
En segundo lugar, AEDP y UNICEF han insistido en la necesidad de supervisar y poner normas y límites, ya que es importante que el móvil no suponga una distracción de otras tareas o actividades relevantes para el menor como son dormir, estudiar o socializar ‘offline’. Para ello, los ‘software’ de control parental son una herramienta útil.
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Redes Sociales
También es relevante que los niños comprendan la necesidad de cuidar sus datos en las redes sociales y las posibles consecuencias de no hacerlo. Según expresan en la guía, es esencial el papel de los padres que, junto con su hijo, deben navegar en las diversas redes sociales e Internet analizando cómo se exponen los datos y siendo conscientes de que les pueden ver “más personas de las que esperan”.
En este sentido, configurar el perfil de la red social en cuestión para limitar su carácter público, configurar quién puede ver las publicaciones o escoger la información del usuario menor publicada en el perfil, es básico.
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Por otra parte, como padres, hay que interesarse por los videojuegos de los hijos que, según indica el decálogo, es un método de entretenimiento, socialización y aprendizaje. Así, se podrá guiar a los menores a aplicar las mismas precauciones que en las redes sociales convencionales y a escoger juegos adecuados a su edad y madurez.
Siguiendo este hilo, también es necesario conocer con quién se comunica el menor a través de los videojuegos o redes sociales. Desde el respeto a la privacidad los padres han de interesarse por esas cuestiones y enseñar que no se debe compartir información ni fotografías personales con desconocidos. Así, se evitarán situaciones de ciberacoso, chantaje o grooming, aquella práctica de ciberacoso sexual de un adulto a un menor.
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Tampoco se debe compartir la información del lugar de residencia, el centro escolar donde estudian o cualquier otra información que permita localizar al menor en el mundo real.
Desde AEPD y UNICEF instan a estimular el sentido crítico de los adolescentes y a recordar que las decisiones en Internet también tienen consecuencias en la vida real. Por tanto, se ha de hacer comprender que la información de otras personas no puede ser compartida o utilizada sin su consentimiento.
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Responsabilidad y espacios de desconexión
En octavo lugar, ambas organizaciones también han puesto el énfasis en que los padres deben actuar como ejemplo frente a sus hijos comportándose en Internet como desean que lo hagan ellos. También han recordado que responden civilmente por los daños causados por infracciones de sus hijos menores de edad.
Otro de los puntos expuestos es el de garantizar un espacio de desconexión para los niños. Conservar momentos libres de tecnología que “permitan el acceso a otro tipo de experiencias” beneficia su desarrollo. Asimismo, es una manera de generar relaciones personales más cuidadas y activas.
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Finalmente, el decálogo sugiere observar cómo se siente el menor en su área digital. Por ejemplo, hace referencia a tratar de identificar posibles situaciones que afecten al bienestar físico o psíquico. Pueden ser problemas no causados por la tecnología que, sin embargo, se acentúan o manifiestan en el transcurso de su interacción.
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