La compra de Twitter por el magnate Elon Musk ha hecho temer que en aras de su concepción de la libertad de expresión, la red social se convierta en un aluvión de mensajes de odio. Pero los expertos esperan ver cómo abordará la moderación de contenidos.
Tras la compra de la red social por parte del propietario de Tesla y SpaceX, muchas voces están preocupadas por su eventual retroceso sobre el sensible asunto de su regulación.
“Señor Musk: la libertad de expresión es formidable, los discursos de odio son inaceptables”, resumió el presidente de la organización estadounidense para la defensa de los derechos cívicos NAACP, Derrick Johnson.
“Lo último que necesitamos es un Twitter que cierre los ojos deliberadamente a los discursos violentos contra los usuarios (...) en particular contra las mujeres, las personas no binarias y otras”, dijo por su parte el director de tecnología y derechos humanos de Amnistía Internacional, Michael Kleinman.
Enfrentada desde hace dos años a información engañosa sobre el covid, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió a Elon Musk que asuma su “enorme responsabilidad” sobre el asunto, mientras que la Federación Internacional de Periodistas (FIP) ve en la compra una “amenaza para el pluralismo de la libertad de prensa” y un “terreno favorable para la desinformación”.
“Anticuerpos”
“La reacción extrema de los anticuerpos de los que temen la libertad de expresión habla por sí misma”, tuiteó el martes Elon Musk en la red social que ha comprado por 44.000 millones de dólares. Los conservadores estadounidenses y los seguidores del presidente brasileño de extrema derecha Jair Bolsonaro aplaudieron la maniobra del magnate al considerarla como el fin de una forma de “censura”.
Queda por saber qué va a hacer el hombre más rico del mundo con una red que cuenta con 217 millones de usuario activos, de ellos 80% fuera de Estados Unidos.
Twitter trata desde hace años de luchar para suprimir o moderar los discursos de odio o, incluso, cerrar cuentas como hizo con el expresidente estadounidense Donald Trump en enero de 2021, tras el asalto al Capitolio y por las acusaciones infundadas de que Joe Biden le había robado la victoria en las elecciones presidenciales.
“Es mucho más fácil criticar la plataforma desde el exterior diciendo que no apoya la libertad de expresión que hacerla funcionar y poner en marcha una política de moderación de los contenidos”, alerta el codirector del Centro para las Redes Sociales y la política (CSMaP) de la Universidad de Nueva York, Joshua Tucker.
“Anunciantes”
Según Tucker, Musk podría enviar un mensaje si abre Twitter a “responsables políticos conservadores”, como Trump, oferta que éste ha declinado. “Pero hay una verdadera diferencia entre este tipo de gran gesto y la gestión diaria de la plataforma, donde los mecanismos de moderación tratan de luchar contra mensajes violentos o amenazas de violencia”, dice el experto a la AFP.
“¿Sobre qué tipos de contenidos va a retroceder?”, se pregunta. El martes, el comisario europeo del Mercado interior, Thierry Breton, advirtió a Twitter que “tendrá que cumplir totalmente las reglas europeas”, en particular la Digital Services Act (DSA), que pretende obligar a las grandes plataformas a luchar contra los contenidos ilegales.
Una mayor apertura seducirá con seguridad a los que consideran que la red del pájaro azul se parece más a una jaula para los discursos que no cumplen con lo que se considera “corrección política”.
Pero si “se convierte en un espacio de contenidos de odio y expulsa a los periodistas, Twitter pierde su valor”, considera Karen North, profesora de comunicación de la escuela de Annenberg de la Universidad de Carolina del Sur.
“Una buena forma de matar a Twitter es sacarlo de la bolsa y reducir de manera inconsecuente la moderación de los contenidos”, agrega por su parte Paul Barrett, director adjunto del centro Stern para derechos humanos de la Universidad de Nueva York.
Según él, el resultado sería “un tsunami de spams, pornografía, discursos de odio, de QAnon [extrema derecha estadounidense, ndlr], estupideces sobre las ‘elecciones robadas’, etc... Adiós a los usuarios comunes, adiós a los anunciantes”, vaticina.
Elon Musk considera por el contrario que Twitter está perdiendo terreno y necesita renovarse.
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