El director de El Comercio Antonio Miró Quesada y su esposa María Laos de Miró Quesada fueron asesinados cerca del Club Nacional. El crimen conmocionó al país.
El director de El Comercio Antonio Miró Quesada y su esposa María Laos de Miró Quesada fueron asesinados cerca del Club Nacional. El crimen conmocionó al país.
/ Archivo El Comercio
Redacción EC

El país recibirá con horror la noticia del asesinato de nuestro director y de su señora esposa, ocurrido en la tarde hoy, en momento en que salían ambos del Hotel Bolívar en dirección al Club Nacional. Una mano aleve y cobarde, ejecutó por la espalda de las víctimas, su trágico designio. La campaña de odio y de vergüenza, de furia salvaje y descontrolada, inculcada en nuestras masas por sectarios de partidos internacionales, fructifica en el crimen, el motín y la asonada rebelde, en que se depreda, se asesina en nombre de una engañosa redención social.

Con el espíritu quebrantado por el más amargo de los dolores, heridos en lo más hondo de nuestro corazón, señalamos a la conciencia honrada del Perú, de ese Perú al cual nuestro llorado director consagró todas sus energías de gran patriota, y en cuya defensa ha caído, la monstruosa barbarie de quienes convierte el crimen en instrumento de sus inconfesables apetitos. El Comercio, inspirado y orientado por el espíritu y la pluma de don Antonio Miró Quesada, asumió desde los primeros momentos la honrosa responsabilidad de sostener inconmovible, contra los ataques disociadores, el orden jurídico del país y el funcionamiento normal de sus instituciones tutelares. En este puesto de avanzada, en este lugar de sacrificio, tuvimos el orgullo de vernos capitaneados por el hombre que hizo de su vida un culto al honor, la honradez y el patriotismo. Contra él se estrellaron las pasiones de odio y rencor que desatan los enemigos del orden, pero él sabía y supo hasta el último momento resistirlas impávido, convencido de que contribuir a desbaratarlas era trabajar eficazmente por el bien nacional.

Estamos orgullosos de él y seremos fieles a sus enseñanzas. El plomo homicida de un sectario ha cortado esa vía fecunda, esa mente preclara, ese corazón valeroso que desafió todos los riesgos e hizo frente a todos los peligros, sin otra mira que la grandeza del Perú; pero no ha podido matar su espíritu que vive y vivirá siempre con nosotros y en nosotros, su espíritu que hoy se levanta ante el país sublimizado por el martirio. La sangre y el luto que han caído sobre nuestra casa, se extienden sobre la nación entera; pero las salpicaduras de aquella manchan indeleblemente la frente de quienes, agazapados en la sombra, arman el brazo de fanáticos y les empujan al crimen, no solo contra sus adversarios políticos, sino también contra la abnegada esposa, noble compañera de una vida de esfuerzo y de pureza.

Recogemos y sabremos conservar dignamente la herencia de valor, honradez y patriotismo que nos deja nuestro director. Si él no flaqueó nunca en la lucha, y ofrendó su existencia en aras del bien de la Patria, nosotros continuaremos su ejemplo y siempre nos volveremos a su recuerdo pidiéndole inspiración y ayuda en los trances más difíciles que estamos decididos a afrontar en salvaguardia del presente y el porvenir del Perú, a pesar de cualesquiera asechanzas e intimidaciones.

Cuando escribimos estas líneas, arriba, en el Salón de Actos de El Comercio, están los cadáveres amados. Todo cuanto Lima tiene de más representativo desfila ante ellos expresándonos sus sentimientos de condolencia y dejando oír su más vibrante protesta. La voz se nos quiebra bajo el peso del dolor, mientras llena nuestros corazones la voluntad inquebrantable de ser dignos siempre de la vida y de la muerte de Don Antonio Miró Quesada.

Unánime sentimiento de condena y de protesta contra la cobardía y el ensañamiento del atentado, salió hoy de todos los labios, al conocerse la infausta y dolorosa noticia que damos a los lectores de El Comercio.

El director de este diario, señor doctor don Antonio Miró Quesada y su señora doña María Laos de Miró Quesada, fueron asesinados a la una y cuarenta y cinco de la tarde de hoy.

El doctor Miró Quesada, después de la cotidiana reunión con el personal de redacción de El Comercio, salió de la imprenta y se dirigió al Hotel Bolívar, lugar de su alojamiento. Allí recogió a su señora, y con ella, a pie, serenamente, como todos los días, se fue hacia el Club Nacional, donde ambos solían almorzar.

La distancia entre la puerta principal del Hotel Bolívar y la del Club Nacional, es, como se sabe, de menos de cien metros.

El señor y la señora Miró Quesada, después de cruzar la calzada de la primera cuadra de la avenida Nicolás de Piérola, , recorrieron el pequeño trozo de acera que está delante del edificio Giacoletti; tomando en seguida la vereda de la calle Belén, donde está situado el Club Nacional. Al comienzo de esta cuadra, se encuentra, como se sabe, el Teatro Colón. Frente a este edificio se produjo sorpresivamente y a mansalva el cobarde ataque al señor y señora Miró Quesada.

Un sujeto que evidentemente conocía las costumbres del doctor Antonio Miró Quesada, esperó su salida del Hotel Bolívar y, en criminal acecho, siguió al director de El Comercio, y a su señora, unos cuantos metros. Y cuando tuvo la seguridad de que sus homicidas disparos harían blanco en los cuerpos de las personas que había escogido para víctimas suyas, disparó tranquilamente, según se nos dice sin demostrar ofuscamiento, su arma sobre el doctor Miró Quesada y su señora, a quienes había dejado adelantarse unos pasos.

Primero disparó sobre el doctor Miró Quesada, a quien hirió mortalmente en tres sitios diferentes. Uno de estos disparos hirió al doctor Miró Quesada en la cabeza.

La señora Laos de Miró Quesada fue herida en los mismos instantes, por el criminal, dos veces, Uno de estos proyectiles atravesó también la cabeza de la señora Miró Quesada.

Los disparos

Como hemos dicho, el asesino hizo cinco disparos sobre el señor y la señora Miró Quesada. A juzgar por el orificio de entrada de los proyectiles, el criminal atacó al director de El Comercio por la espalda. El doctor Miró Quesada fue herido en mitad de la espalda, en la nuca y a la altura de la base del cráneo y, finalmente, en el costado derecho.

La señora Laos de Miró Quesada, que iba del brazo de su marido, ocupando el lado interior de la acera, que en este caso correspondía a su derecha, al oír las dos detonaciones primeras y sentir que el doctor Miró Quesada había sido herido, volvió el rostro y el cuerpo hacia atrás, girando sobre el lado izquierdo. En ese instante el cobarde agresor, que acababa de hacer su tercer disparo sobre el director de “El Comercio”, hizo fuego sobre la señora María Laos, hiriéndola dos veces mortalmente.

Uno de estos disparos hizo blanco en el rostro de la señora Miró Quesada.

La noticia en el club Nacional

El doctor Miró Quesada y su señora iban casi todos los días a almorzar en el comedor de socios de este centro social. Hoy, como de costumbre, se dirigieron, faltando un cuarto para las dos de la tarde, hacia el Club, cuando fueron asesinados.

Dos o tres socios se encontraban conversando a las puertas del edificio. Al ver caer, después de la rápida agresión de que fueron víctimas, al señor y señora Miró Quesada, corrieron velozmente hacia ellos, con el objeto de poderles prestar el auxilia que necesitaran. Fatalmente ya se había producido lo peor.


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