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Mercado del Baratillo: así fue el origen del centro de abastos donde se dio por primera vez el Sermón de las Tres Horas

Muy cerca al jirón Trujillo, en el Rímac, se ubica el mercado del Baratillo. Allí se realizó por primera vez el Sermón de las Tres Horas.

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El mercado del Baratillo, ubicado en el Rímac, fue construido en 1908. Foto: GEC Archivo Histórico
El mercado del Baratillo, ubicado en el Rímac, fue construido en 1908. Foto: GEC Archivo Histórico
/ EL COMERCIO
Lilia Córdova Tábori

El mercado del Baratillo, ubicado entre los jirones Casma y Paita, en el , fue uno de los primeros centros de abastos de la capital. Su historia se remonta a la época de la Colonia. En el siglo XVI existía una feria dominical donde acudían los esclavos para comprar todo tipo de productos a bajo costo. Por esa característica se le llamó ‘baratillo’. En 1554 se construyó la plazuela que adoptó el mismo nombre de la feria. Sin embargo, su popularidad derivó en actos delictivos y vicios.

En 1635 una cruz fue colocada para veneración de los esclavos. Más adelante el padre jesuita Francisco del Castillo comenzó a predicar la palabra de Dios. Además se dedicó al cuidado de los esclavos, que hacia 1663 eran la mitad de la población de Lima, y a enseñarles las primeras letras.

No muchos saben que el sermón de las siete palabras, el que se predica en , fue creado por este jesuita. Para esa fecha, él salía de la iglesia de San Pedro llevando al hombro una pesada cruz hasta el mercado del Baratillo y desde allí iniciaba el sermón al aire libre para todos los que quisieran escucharlo.

La construcción del mercado del Baratillo, en el Rímac, fue noticia de primera plana en 1908. Foto: GEC Archivo Histórico
La construcción del mercado del Baratillo, en el Rímac, fue noticia de primera plana en 1908. Foto: GEC Archivo Histórico

El padre Francisco del Castillo levantó un almacén conocido como ‘de la Santísima Cruz de Baratillo’ donde se enseñaba catecismo y se guardaban los bancos que se usaban para las predicas.

Al poco tiempo, el almacén se convirtió en la ‘Ermita de la Santa Cruz del Baratillo’. La obra fue producto de las gestiones del padre jesuita Alonso de Saavedra, quien sucedió al padre del Castillo cuando murió en 1673. Dos años más tarde, la capilla hecha de madera fue inaugurada.

Un mercado para el Rímac

En 1908 la hacía estragos en Lima. Las autoridades municipales decidieron extinguir los principales focos de contagio ordenando la incineración de mercados y ferias. Uno de estos lugares era la feria del Baratillo.

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Los puestos se trasladaron a los alrededores de la Plaza de Acho, pero era un lugar inadecuado que ponía en riesgo a los vecinos de las zonas aledañas. Por ello la municipalidad decidió construir el mercado del Baratillo dotándolo de mejores condiciones de seguridad y salubridad.

Unos 24,000 soles de la época costaría su construcción a cargo de los contratistas Antonio Rubello y José Cárdenas. Sin embargo, las obras tardaron en iniciarse porque se tuvo que conseguir que la Arquidiócesis cediera la antigua capilla del Baratillo. Así se logró que el mercado tuvieron mayor extensión.

Así lucía en 1964 los exteriores del mercado del Baratillo, con el techo alto y el enrejado de madera. Foto: GEC Archivo Histórico
Así lucía en 1964 los exteriores del mercado del Baratillo, con el techo alto y el enrejado de madera. Foto: GEC Archivo Histórico

El ingeniero del concejo Aurelio Miró Quesada de la Guerra se encargó de la inspección de las obras. El nuevo mercado constaba de tres secciones con espacio suficiente para el tráfico del público, dos hileras de mesas de expendio plegadas a los muros, a lo largo de la plaza y una en el centro. El cemento y ladrillo fueron los materiales usados en su construcción.

En el fondo del edificio, cuya sólida armadura era de madera y fierro, se construyeron las oficinas y el depósito de carne. El piso era de cemento rodillado. Los muros fueron construidos con cemento armado midiendo 50 centímetros de grosor y capaz de soportar sin deterioro el paso del tiempo. La parte alta de los muros hasta el techo era de calamina gruesa y con elegantes persianas de madera que le daban un aspecto señorial.

El mercado medía 62 metros de largo y 14.50 metros de ancho siendo su altura de 13 metros y con aire suficiente para darle ventilación. Todo el edificio fue pintado al óleo imitando al marfil y ya en el exterior se hicieron las molduras de estuco y otros adornos. Constaba de siete grandes puertas, la de la fachada y tres laterales con rejas. Su inauguración se realizó en 1912.

Desde 1972 esta edificación forma parte de de la zona monumental del Rímac. Sin embargo, la delincuencia alejó a los visitantes y en la década del 90 muchos vendedores se declararon en quiebra. A pesar de ello, el 19 de agosto de 2002 el mercado fue declarado monumento por el INC.

Aun en pandemia, el tradicional Baratillo se mantiene en pie y abastece de frutas, verduras, carnes y abarrotes a los vecinos del Rímac. Su fachada ahora es de color crema y tiene varios letreros que indican cómo se debe ingresar al lugar.

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