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¿Sabías que el primer Estadio Nacional se inauguró en el barrio limeño de Santa Beatriz en 1923 y fue un regalo británico?
Entre el antiguo “Estadio Guadalupe”, de inicios del siglo XX, y el nuevo Estadio Nacional, el que inauguró el dictador Manuel A. Odría en 1952, existió otro “Estadio Nacional de Lima”, uno construido por la Colonia Británica en el país, en homenaje al centenario de nuestra independencia. El nuevo coloso del fútbol fue abierto a la afición peruana en julio de 1923.
Durante las festividades por el centenario de la independencia, en julio de 1921, el Perú recibió obsequios, regalos y ofrecimientos de los países con los que mantenía buenas relaciones internacionales. Así, Gran Bretaña anunció la colocación de la “primera piedra” de un nuevo estadio. El primer Estadio Nacional de Lima. La construcción duró dos años (1921-1923) y fue, en verdad, la ampliación de un antiguo estadio, el Estadio Guadalupe, que pertenecía desde 1896 al Club Lima Cricket. La zona era el barrio de Santa Beatriz y allí había existido, años antes que el Lima Cricket, el antiguo Club de Tiro de Lima.
El 29 de julio de 1923 fue el día de la inauguración, en una zona muy tranquila entonces, en las cercanías del Parque de la Exposición. Era el llamado “Estadio Nacional de Lima”, cuya ceremonia de apertura fue muy emotiva y estuvo animada por numerosos jóvenes atletas. También destacaron los grandes discursos de las autoridades frente a las tribunas de madera de ese estadio que, desde entonces, sería el escenario de los partidos de la selección nacional y de los clubes amateurs que formaron la primera liga del fútbol peruano.
Había otros estadios donde ya se practicaba el fútbol amateur en Lima. Uno de ellos se ubicaba en el Callao, en el distrito de Bellavista (en la Mar Brava); y sin duda, en ese tiempo de fiesta centenaria destacaba también el nuevo recinto del Circolo Sportivo Italiano, construido en la “avenida de la Magdalena” (hoy avenida Brasil). El coloso italiano, inaugurado en junio de 1922, precedió al proyecto británico. El estadio de los anglosajones, por su parte, se ubicaría en los mismos terrenos que entonces ocupaba la vieja cancha del Lima Cricket.
El Estadio Nacional “británico” abrió sus puertas a Lima y al Perú ese domingo 29 de julio. Durante sus casi tres décadas de funcionamiento recogió justa fama porque allí se vivieron jornadas históricas del balompié nacional, como el Campeonato Sudamericano de 1939, que ganó por primera vez el Perú.
Pero esa tarde dominical, en tiempos de Leguía, fue sensacional. Se reunieron unas 20 mil personas en las nuevas instalaciones del “estadio británico” que ese día pasó a ser propiedad de todos los peruanos. Fue una fiesta del deporte con numerosos jóvenes amantes del atletismo mezclados con las autoridades británicas y peruanas.
El “Stadium”, como le decían en la prensa de los primeros años de la década de 1920, estaba repleto antes de las 3 de la tarde, hora fijada para su inauguración. Era una llamativa infraestructura, armoniosa y sólida, hecha siguiendo el estilo de los estadios europeos de su tiempo. La “tribuna de primera”, es decir, la tribuna principal estaba construida con base en ladrillos y el resto en madera, y guardaba armonía arquitectónica con las más ligeras tribunas populares, hechas en graderías.
Todos los sectores rebosaban de gente, incluso en la calles adyacentes se aglomeraron las personas en “lugares estratégicos” para ver la ceremonia y el espectáculo deportivo.
Antes del partido de fútbol -que sería el plato de fondo- entre los equipos del Club Lima Cricket y un combinado de jugadores de varios equipos amateurs, hizo su aparición en la tribuna de honor el presidente de la República, Augusto B. Leguía y su incondicional séquito palaciego. Ya nada faltaba para la apertura oficial.
ESTADIO NACIONAL: MOMENTOS DE GRAN DESPLIEGUE ATLÉTICO
En la pista atlética, a un costado del gramado inglés, sembrado para la ocasión, unos dos mil jóvenes atletas desfilaron correctamente uniformados. Si bien es cierto que aún faltaba construir parte de la obra, especialmente la zona interna o administrativa –esa manía peruana de inaugurar obras antes de terminarlas–, que consistía en pasadizos, salidas del local y algunas secciones complementarias, el nuevo estadio lucía impecable, y se apreciaba que sería uno de los más hermosos colosos deportivos de la costa del Pacífico.
Al lado de Augusto B. Leguía, aparecieron el embajador deEstados Unidos, excelentísimo señor Miles Poindexter, así como el encargado de negocios de Japón y de Inglaterra, John P. Trant; además de los miembros más importantes de la colonia inglesa. A estos se sumaron los ministros plenipotenciarios de Colombia (Alberto Salomón), Italia (Ruffillo Agnoli), Alemania (Hans Paul von Humboldt-Dachroeden) y Francia (Maurice Dejean de la Batie). El Nuncio Apostólico, monseñor José Petrelli, y una serie de autoridades civiles y militares del Perú no podían faltar en un evento de esta magnitud.
El primero en tomar la palabra fue el encargado de negocios inglés, míster Trant, quien destacó la complacencia de su gobierno con el obsequio de la colonia británica al Perú. El comité de la colonia británica se pronunció a través del brigadier Archibald Cooper, quien entregó el estadio para “apoyar la formación y desarrollo atlético de la juventud peruana”. Cooper contó que el plan original era entregar un edificio más lujoso, pero siempre dejando a la “Confederación Deportiva Peruana la labor de cercar el sitio y arreglar y preparar el campo donde los ejercicios debían verificarse”.
Cooper señaló, claramente, cómo fueron los hechos. Ocurrió que, ante un pedido de la Confederación Deportiva Peruana, además de otras dificultades halladas en el camino, se vieron obligados a entregar la cancha con todas las condiciones adecuadas para que sirviera inmediatamente como campo deportivo atlético, dejando a la confederación peruana “la labor de completar y perfeccionar la obra de que hoy hacemos entrega”.
Un gran espíritu deportivo inundó el escenario del “Estadio Nacional de Lima”. El deseo de la colonia británica era otorgar a nuestro país “la primera semilla de su hoy vigoroso árbol atlético, que presta grata y amplia sombra a su juventud”, dijo míster Cooper.
Luego de recordar a los soldados de origen británico que pelearon como cualquier peruano en el logro de la independencia peruana hacía un siglo, Cooper intentó ver el futuro de esta manera: “Estoy seguro de que los representantes de las generaciones británicas que en el futuro radiquen en el Perú, seguirán esta hermosa tradición de solidaridad deportiva”.
El estadio, mejorado en su capacidad e infraestructura con los años (tuvo 40 mil espectadores) fue utilizado en numerosos encuentros deportivos, entre ellos el Campeonato Sudamericano de Fútbol de 1939. Se mantuvo vigente por casi tres décadas desde su inauguración en 1923, y marcó un tiempo de oro del fútbol y el deporte peruanos.