Dalí en Cusco
La semana pasada fui a ver la muestra de Salvador Dalí en el Qoricancha, sobre la Divina Comedia, y me quedé impresionado. Era la primera vez que el trabajo de uno de los grandes maestros plásticos llegaba a Cusco, así que como miles de personas, yo tampoco quise perder la gran oportunidad. No soy ningún erudito sobre pintura. La mayoría de veces que he ido a exposiciones no entendía nada. Solo dos veces quedé sobrecogido: me pasó con Man Ray en Lima, hace muchos años, y ahora con Dalí en Cusco.
El trabajo del español resultó profundamente emotivo para mí. El penoso camino de Dante por el infierno, purgatorio y paraíso realmente me sonaba cercano. Tampoco leí la Divina Comedia, pero la reinterpretación que había hecho Dalí me sonaba a algo que podría haber experimentado el fin de semana pasado.
Además, poder gozar del trazo original de Dalí a pocos centímetros ha sido increíble. Me quedaba lelo al ver cómo creaba planos, dimensiones, rostros perfectos y árboles con un solo trazo, con aparente facilidad, como si lo hiciera mientras ve tele. El fascinante mundo surrealista de Dalí me llevó por pasajes desconocidos, callejones hacia nuevas realidades nunca vistas por mis ojos, donde toda esa fantasía de trazos amorfos parecía más real que la “realidad” de todos los días.
Ha sido un lujo para Cusco tener por primera vez a Dalí. Naturalmente hubo críticas al respecto, curiosas, como que el Templo de Santo Domingo (propietario del Qoricancha) había editado el material de Dalí poniendo solo 10 grabados del Infierno y del Purgatorio, respectivamente, y ¡33 del cielo! Claro, se notaba que el Paraíso era el mimado de la sala y los otros estaban castigados, sin embargo, la fuerza comprensiva de Dalí autorregulaba todo, porque el Paraíso no era el Paraíso: tenía de infierno por momentos y el infierno de purgatorio y este de cielo. En su amplitud, Dalí comprendió que nada es blanco o negro, sino que los colores son infinitos y se mezclan graciosamente en todos los planos de nuestra existencia.
Los 53 grabados originales de Salvador Dalí estuvieron expuestos por casi dos meses en la ciudad, gratuitamente, para todos sin excepción. El trabajo fue un encargo del Gobierno italiano por los 700 años del nacimiento del Dante Aliguieri. Dalí se tomó cincuenta y cinco meses para realizarla – entre 1960 y 1964- y fue, en sus palabras, “uno de los proyectos más importantes de su carrera”. Hoy, la colección de grabados pertenece a la Fundación Universitaria Iberoamericana (FUNIBER), organización que se encargó de la curaduría de la muestra en alianza con la orden de Santo Domingo y el Ministerio de Cultura Cusco. Gracias por el esfuerzo.