Piratas en el cielo peruano
La desaparición de la avioneta de la empresa Aerodiana a manos de presuntos narcotraficantes abre un nuevo capítulo en la historia de la aviación civil peruana. Pero esta historia no es nueva. En los años 90 las páginas policiales estaban marcadas por el secuestro de aerotaxis en el Huallaga y zonas aledañas. Las mafias se burlaban de la seguridad de los aeródromos nacionales. En 1990 y 1997 sucedieron dos hechos que guardan mucha relación con el ocurrido en Nazca hace unos días.
La mañana del 15 de agosto de 1990, los pilotos Gonzalo Bonifaz Mejía y Rodolfo Roggero Sole emprendieron un largo viaje que terminaría dos meses después. La avioneta Piper Cheyenne II de la empresa Aero Transporte (ATSA) viajaba del aeropuerto de Piura a Lima con cinco costarricenses y un peruano, quienes a los pocos minutos del despegue se apoderaron del mando y desviaron su ruta hacia Colombia.
Viven para contarlo
Luego de tres horas de viaje, la avioneta aterrizó en un lugar desconocido. Esa fue la última vez que Bonifaz y Roggero vieron la aeronave. En seguida, los rehenes son conducidos hacia un campamento donde se les proporcionó comida y ropa. En todo momento fueron bien tratados y no los obligaron a trabajar. Uno de los supuestos pasajeros les dijo que permanecerían en cautiverio hasta que las aguas se calmaran.
Ese instante llegó el 16 de octubre del mismo año. Antes de partir, los secuestradores permitieron que los pilotos se comunicaran por radio con alguna frecuencia peruana para avisar que serían puestos en libertad. El mensaje fue captado por el tripulante del avión de Aeronaves del Perú, Herbert Berger, quien se sorprendió al reconocer la voz de su amigo Gonzalo. Inmediatamente, comunicó la extraordinaria noticia a los familiares de los pilotos de ATSA.
El camino a la libertad fue largo, ya que viajaron en avioneta y auto hasta que fueron liberados en un barrio a las afueras de Bogotá. Casi de inmediato, los pilotos acudieron a la embajada peruana en la capital colombiana. La pesadilla habría de terminar cuando nuestros compatriotas se reencontraron con sus familiares en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez.
Las investigaciones policiales determinaron que los secuestradores eran narcotraficantes. La embajada de Costa Rica confirmó que los cinco delincuentes no figuraban como ciudadanos de ese país. El paradero de la avioneta y los narcotraficantes es un misterio que lleva casi 20 años sin resolver.
El gran asalto de Huarmey
El primer asalto aéreo propiamente dicho en la historia peruana -con dinero de por medio- se registró el 19 de diciembre de 1997. Los aeropiratas planearon el robo seis meses antes. El dato del traslado de casi un millón de dólares por parte de la empresa Hermes a Chimbote, los obligó a apurar el paso y dar el gran golpe.
Esa mañana de diciembre, cuatro delincuentes se hicieron pasar por pasajeros y desviaron la avioneta de Aero Cóndor, la cual se dirigía al norte, a la zona conocida como La Antena, cerca de Huarmey, lugar donde sus cómplices habían improvisado una pista de aterrizaje.
La pericia del piloto Manuel Grado Quiroz y el buen estado de la avioneta permitieron un aterrizaje sin contratiempos. Una vez en tierra, los aeropiratas redujeron al agente de Hermes y se llevaron los 4’300,000 soles. La tripulación y los pasajeros, entre ellos figuraban familiares del ex congresista Freddy Guilardi, fueron abandonados a su suerte en medio del desierto. Luego de una larga caminata llegaron a la comisaría de Huarmey, donde denunciaron el robo.
En abril de 1998, la Policía capturó a cuatro de los ocho aeropiratas y recuperó parte del botín y las armas utilizadas en el asalto. Para que un crimen sea perfecto, dicen los especialistas, no se debe dejar pistas. En este caso, el cabecilla de la banda Alejandro Palma Palma (35 años) no midió las consecuencias de dejar su número de teléfono celular al agente de viajes que le vendió los pasajes. A pesar de haber tomado la identidad de otra persona, la Policía dio con su paradero luego de investigar el registro de llamadas telefónicas.
En otros países, los secuestros aéreos son ejecutados por terroristas o fanáticos religiosos. A partir de los ataques a las Torres Gemelas en el 2001, la seguridad aeroportuaria se ha incrementado y sofisticado. En marzo de este año, 2010, el gobierno indio legalizó la pena capital para los piratas aéreos. En el Perú, ni siquiera contamos con cámaras de seguridad en el Aeródromo de Nazca. ¿Será posible que se pueda tener una ley tan drástica como la adoptada por la India?
Lili Córdova
Fotos: Archivo Histórico El Comercio