Pablo de Madalengoitia: maestro de la escena
El 24 de febrero de 1961, las cámaras de televisión del Canal 13 registraron una vez más las clases magistrales de un ídolo de la pantalla nacional, quien utilizaba como elementos de cátedra su carisma y cultura. En esa ocasión, Pablo de Madalengoitia (1919-1999) estrenó “Esta es su vida”.
Este fue uno de los primeros programas en la exitosa carrera televisiva de Pablo de Madalengoitia. Antes había paseado su talento por el periodismo, el teatro y la radio, pero llegó a la ‘pantalla chica’ como él mismo habría confesado “con la mochila llena” de argumentos suficientes para conquistar, con su estilo, los hogares peruanos.
Lo que podíamos observar del eximio conductor, a través de la pantalla, era solo una mínima parte de su mundo interior, un lugar enriquecido por la magia de la música, el cine y el teatro, este último, un espectáculo que lo fascinó desde la niñez, al punto que un día cuando aún era escolar, se escapó del colegio para ir al Teatro Segura y presenciar una revista musical.
Su intensa mirada azul quedó deslumbrada al ver ese reino de extravagancia, en el que despampanantes ‘vedettes’ galopaban con gracia sobre caballos. El encanto del momento no hizo olvidar al pequeño Pablo la falta cometida. Al día siguiente, la hora del desayuno se convirtió en el instante de la confesión. Ante la mirada atenta de su madre, Pablo dijo:
- Ayer hice una cosa, fui al teatro.
- ¿A ver qué?- respondió su madre.
Ante el relato del infante, esta contestó con absoluta comprensión:
- Cuando vuelvas a ir avísame, no quiero que vayas a cazuela.
Esa petición sería el inicio de un pacto firmado entre madre e hijo para volar de la mano por los siempre gratificantes caminos del arte.
Ya en su juventud, ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; sin embargo, el destino y el artista que habitaba en él fungieron de boleto a la fantasía, por lo que viajó a Argentina e inició su preparación en las artes escénicas.
Convertido en un hombre de tablas, y habiendo acumulado conocimiento y cultura, regresó al Perú para subirse a múltiples escenarios y encarnar otras vidas a través del teatro; de este manera, fundó la Compañía Nacional de Comedias y afinó su pluma para convertirse en redactor del diario La Crónica.
Pablo, quien fue siempre un hombre de entrañables y eternos romances con la cultura, el trabajo, los amigos y los afectos, no podía escapar del amor que llegó a él junto a Carmen Ferreyros, con quien se casó en 1951; juntos vivieron y escribieron una sublime historia basada en el respeto y la incondicionalidad. La devoción que Pablo sentía por su adorada “Camu”, es revelada por sus propias palabras:
- Camu es la mujer de mi vida. La única que he tenido todos estos años.
El gran amor de Pablo y Camu se fue fortaleciendo con el tiempo y las dimensiones alcanzadas por este sentimiento trajeron hasta sus vidas a Rafael, el único hijo de esta pareja.
La dicha estaba servida, el éxito en la televisión era solo el justo premio a una vida cargada de esfuerzo y preparación. La arrasadora teleaudiencia de ‘La pregunta de los 25 millones’, ‘El clan del 4’ o ‘Lo que vale el saber’, nunca fue la motivación principal de este señor de los sets de televisión; lo que él valoraba, más bien, era el aprecio ganado en la gente de a pie que lo saludaba en la calle o en la fila de un supermercado. Eso era lo que tanto le gratificaba, hasta el final de sus días.
En alguna ocasión Pablo manifestó:
- Debo reconocer que siento el respeto a diario… Estoy orgulloso de ser peruano y de desenvolverme en la realidad que me ha tocado vivir.
Cuando ya se encontraba alejado de la televisión y entregado a los cuidados de su entrañable Camu, el 29 de mayo de 1999 la muerte se lo llevó. Este coloso televisivo se fue sin que pudiera dejar concluidas sus memorias. Quizás porque el homenaje más justo para estos reyes del espectáculo, sea quedar eternizados por las imágenes, desafiando al tiempo.
(Dick Cáceres)
(Fotos: Archivo Histórico El Comercio)